¿Qué piensas hacer? #5

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Desde ese día, las vidas de Daiya y Diego se vieron enlazadas amorosamente tras aquel encuentro que tuvieron hace dos días atrás. Simplemente, el rubio se había rendido ante ella, dispuesto a dejar todo con tal de pasar la vida entera al lado de la mujer que le había hecho sentir el verdadero significado de tener a alguien que te espera siempre a que llegues a casa, y Daiya, en cambio, volvió a tener la compañía que añoró hace tanto tiempo.
Despertando juntos un amanecer, la pelinegra se removió de entre las sábanas y molestó a Diego quien se despertó con pesar, y ambos se estiraron, tronando un par de huesos.

— Mmnh. . .creo que iré a preparar el desayuno. . .y SOLA.— Recalcó ella, al ver a su amado con una almohada en la cara no dispuesto a levantarse.
— Nh, qué bien. — Dijo aquella ahogada voz, mientras le daba la espalda a la campesina que ya estaba alistándose con la ropa y unas pantuflas, bajando a la primera planta dispuesta a hacerse manos a la obra por ese desayuno.
Pasadas las diez y media de la mañana, Daiya le llamó a comer, y el chico se presentó a medio vestir, tallándose los párpados con pereza aún y a propósito le enseñó su marcado abdomen con algunas cicatrices de "guerra."

— Ponte algo encima, exhibicionista. — Regañó ella, sosteniendo el sartén con huevos revueltos que pronto pondría a la mesa.
— Ah, espera un momento, faltan mis aperitivos, loca. — Y salió afuera a respirar el limpio aire de aquel campo. Sus fosas nasales se deleitaron con el aroma a campo y bosque, luego salió en busca de su comida principal. Mientras caminaba por un estrecho camino de tierra entre los pastizales donde su compañero Silver pastaba, un grito de emoción escapó desde los labios de Diego.
—¡Rocas! ¡Y de mis favoritas!— Cogería unas cuantas y en su camino de regreso, se las fue comiendo y masticando tal fueran dulces. Si Daiya le hubiese visto, le hubiese dado con el sartén pero desafortunadamente no pudo hacerlo. Pero en el momento en que Diego regresó a la mesa servida, se lanzó a la boca su último bocado duro y los crujidos rocosos de sus dientes despertaron la atención de Daiya que se volteó a verle.

—¿Qué se supone que estás comiendo?. . .— Su mirada era demasiado examinadora, y se fijaron en unos restillos de roca que cayeron sobre la mesa. Ella los recogió con su dedo pulgar e índice.
—¿Sacaste los champiñones de la huerta y no los lavaste verdad?. . .no, espera. . .¿ESTÁS COMIENDO PIEDRAS?— Se aterró demasiado con la idea y tan solo fue hacia él y le intentó abrir la boca a la fuerza. —¡Muéstrame!
Pero claramente él no se dejó, le estaba invadiendo la propiedad privada. Diego le agarró de las muñecas y la apartó, pero pronto la jaló, atrayéndola para sí.

— Las rocas son deliciosas. . .cariño. —Le dió una sonrisa coqueta y pícara a la vez antes de soltarla.
— No puedo creerlo Diego.— Se sentaría frente a él para comer de una vez, su estómago crugía de hambre.
—¿Y qué? es mi digestivo. — Defendió el lagarto, al tomar una tostada para untarla con algo de mantequilla de maní.

A la mitad del desayuno, por la mente de Diego cruzó la duda acerca de la imperfección de los ojos de su novia, y se atrevió a preguntarle de una vez.
— Hey, desde la primera vez que te ví, me sorprendieron esos ojos tan expresivos que tienes pero. . .¿Debería preguntar si hay algo malo con ellos?
—¿Algo mal con...ellos? Bueno, claro que veo perfectamente. . .¿Por qué?— En su voz se denotaba demasiado nerviosismo, y Diego no le creyó esa respuesta, al bajar su azul mirada a las manos de la chica, que estaban con atisbos de quemaduras por aceite y cortes en sus dedos parchados y de forma reciente.
— Dime la verdad por favor, Daiya...— Interrogó por segunda vez  a la muchacha que finalmente suspiró, confesándole la verdad.
— Cuando nací, veía perfectamente pero al año de edad me detectaron una enfermedad que fue deformando mis retinas y. . .ahora que tengo casi la mayoría de edad, apenas y puedo ver más allá de mi nariz, me guío por el olfato, el sonido y las vibraciones, pero no creas que todo para mis pupilas es oscuridad, consigo ver, pero de una forma muy difuminada, además mi segunda identidad me ayuda a guiarme un poco también, en aquel momento, mis padres dijeron que me iban a tratar esta enfermedad pero parece que se olvidaron de mí a la edad de cinco años, mi madre sobre todo que me abandonó y se quedó con las escrituras de todos los hoteles de papá y se fue con otro hombre, mi padre hizo lo que pudo por mí pero falleció hace tres años, y ocuparon el dinero de su cuenta para costear los altibajos de las empresas que le pertenecían. . .¡Pero no creas que estoy triste! He aprendido a convivir con ello desde hacía tiempo, me mudé aquí para poder encontrarme a mí misma después de la muerte de mi padre y mis animalitos me han acompañado, pero finalmente tú has venido y lo agradezco mucho...— Le dedicó su más dulce sonrisa al conmocionado Diego, que ya se había devorado casi todo entre lágrimas.
— Eres una chica muy fuerte, Daiya. . .demasiado fuerte. . .y dime ¿Quién cuidó de tí desde los cinco años hasta ahora?. . .— Quería saber aún más, aquella chica cada vez le fascinaba demasiado.

— Pues, crecí en un orfanato de niños mientras papá arreglaba la estabilidad de sus hoteles en bancarrota allá al sureste de Japón, y vino por mí cuando cumplí diez años, juntó casi el dinero suficiente para operarme la vista pero  . . .ya te he contado, y no quiero hablar de aquello, a los catorce años me vine a vivir por aquí y llevo tres habitando sola. — Concluyó, tomando un sorbo de su taza de té tibia.
Diego, tras saber todo aquello, analizó sus momentos en las carreras y notó que ganaba buen dinero pero perdió la mitad en apuestas clandestinas y en chicas y alcohol. De un momento a otro, se levantó de la mesa, posando sus manos al borde de ésta y le observó a ella, a la chica que quería, con determinación.
—¿Y cuánto cuesta esa operación para tu vista? —Preguntó él.
— Unos... veinticinco millones de dólares. . . ¿Por qué esa pregunta, Diego?
—¡No puedo permitir que la chica que amo esté en esta condición! ¡Sé que te prometí dejar las carreras por mi seguridad! pero. . .
— ¡No es posible, Diego! Ya te dije que estoy bien, y no necesitas arriesgarte más ¡Ya te lo he dicho y no permitiré que salgas de nuevo a esos lugares peligrosos! ¿Me has oído? Te lo pido, por favor. . .— Sus ojos se habían humedecido, preocupada por el bienestar de él. El británico tan solo volvió a sentarse, derrotado por lo que había prometido a ella.
— Está bien, no lo haré. . .¿bien?. . .— Ella estiró sus brazos hacia él y le tomó de ambas manos, entrelazando sus dedos con el chico.
— Gracias. . .de verdad. . .¿Me ayudarías con esto?— Y se dispusieron a lavar los platos juntos, pero por la mente de Diego aún circulaba esa idea de volver a correr en carreras clandestinas.
...

3 PM. Casa Higashikata.

El buen ex jinete Diego se encontraba cortando los pastizales con una hoz cerca del viejo portón de entrada al predio, cuando un papel voló en un remolino por sobre el madero y aterrizó sobre sus botas.
— Agh, basura. — Tomó aquel trozo de papel, disgustado y lo miró, pero una peculiar imagen de unos caballos de carrera llamó su atención.
— Mmm. . .¿Steel qué?...¿debería hacerlo?. . .debo llegar al primer lugar para costear la operación de Daiya. . .esto no me lo perdería por nada. . .pero esto no tiene alguna fecha o lugar. . .¡Qué extraño! — Pero al voltear el volante, pudo leer en letra pequeña " A las 2 AM se anunciará por la radio 117.3 el lugar, fecha y hora de la carrera."
— Pero esa emisora no existe, vaya, pareciera que un mafioso está detrás de esta carrera, qué loco, pero me aseguraré de saberlo.

"— Pero esa emisora no existe, vaya, pareciera que un mafioso está detrás de esta carrera, qué loco, pero me aseguraré de saberlo

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Dobló el papel y lo ocultó en el bolsillo trasero de su pantalón antes de retomar su trabajo de poda de esos pastos secos. No le diría nada a Daiya, pero a la vez estaba preocupado, traicionaría la promesa que le hizo a ella, pero a la vez, era para darle una mejor calidad de vida.
¿Se arrepentirá Diego de esta decisión?

Continuará.

La dama y el Ráptor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora