Desde ese encuentro, algo había cambiado en la vida de Daiya, pero volvió a su soledad, a recolectar vegetales con las rodillas sucias de tierra, sus manos lastimadas por los arañazos de las piedras y su frente goteando en sudor por el inclemente sol que se levantaba en lo alto, pero sus pensamientos estaban con aquel rubio que hasta unas semanas había aparecido tras ella como si fuera un alivio para su soledad, pero tan solo era un espejismo.
—¿Qué será de él? ¿Volverás algún día?.
Mientras tanto, Diego había llegado último en la carrera, pero siguió corriendo en diferentes Derbys, haciéndose de un botín de 15.000$ dólares en apenas tres semanas. Mientras bebía un buen licor en un bar, una noche apareció en su mente nublada la mirada de aquella chica, la primera vez que se vieron, ese día cuando el viento mecía ropajes y cabellos con mucha sutileza.
— Daiya. . .¿estarás bien sin mí?. . .
Cubrió su rostro con ambas manos, intentando despejarse de su mente ¿por qué pensaba en ella? Dos bellas mujeres le hacían compañía en la escena, no le necesitaba, pero por más que alejaba sus pensamientos y se distraía, confundió a una de las chicas con ella, la cual reaccionó de muy mala gana.
—¿¡Quién es Daiya!? — No esperó respuesta, ya le había dado una cachetada. Diego tan solo se quedó inmóvil por unos segundos, y tomando su gorra, sin pagar, se subió sobre Silver y galopó muy lejos a pesar de los gritos del barista. Él se sentía solo, realmente, y sentía la necesidad de volver a aquel campo y abrazar a esa mujer, pero no recordaba dónde estaba, el licor le hizo perder el sentido de la orientación, pero su caballo Silver buscó refugio por él, que yacía dormido sentado en la montura y con la cabeza apoyada entre sus crines dormitando profundamente.
A la mañana siguiente, Daiya despertó por un nuevo y precioso día en su cabaña, acompañada de sus seis gatos.
— Huh... creo que no me moveré. . .para no despertarlos aún.— Dijo, pero tironeó del cubrecama sin importar los saltos de los animales corriendo despavoridos escaleras abajo.
— ¡Par de flojos! Vayan afuera después de desayunar. — La chica bajó con pesar, debía atender a todos sus animales, como lo hacía diariamente, ya le era un hábito común.
Desayunó sola, mirando el paisaje difuminado por la ventana tableada, suspirando, pues nadie venía a visitarla como siempre, y pensaba que Diego ya se había olvidado de ella.
En la ciudad, Diego había despertado en un callejón, rodeado de gente, y sintiendo algo arder como un corte próximo a su espalda baja, pero su cuerpo estaba completo, tan solo al espabilar, le apuntaron con palos, y al mirar atrás, una larga cola color azul con dibujos parecidos a las iniciales "DIO" nacía desde su zona baja y se dejaba caer por la grupa de su compañero equino y estaba siendo lastimada, por gente incrédula en su condición.
— ¡Monstruo! ¿Esto es real? — Le gritaban, sin dejar de atacarle. Silver intentó salir del grupo de gente, pero le era imposible. Diego le intentaba ayudar, ¡Mierda! ¿Cómo se descuidó en un momento tan peligroso en mostrar casi su verdadera identidad? Si le reportaban a la policía no tendría escapatoria. El efecto del alcohol junto a la resaca no le dejaban ocultar la extremidad que le pertenecía. De alguna manera necesitaba salir de allí, y Silver se armó de valor, dando coces y patadas, abriéndose camino entre los furiosos ciudadanos incrédulos, logrando escapar, dejando un rastro de sangre de la cola de Diego casi partida en dos.
Tras cabalgar toda la tarde en un rumbo desconocido, 'éste se detuvo frente a una villa cercana, pero sabía que no le iban a entender, y que le atacarían, y en su estado tan crítico, había perdido demasiada sangre. Tan solo se quedó allí, dispuesto a no avanzar más, pero Silver Bullet se puso a caminar solo por una senda de tierra dura.
Daiya no estaba dispuesta a quedarse con su soledad, sabía que algo andaba mal, e invocando su otra forma, se dirigió al bosque espeso intentando acercarse a la villa más cercana.
— Pánthiras ton skión, me katéchei.
Unos ojos amarillos penetrantes se movían a través de la vegetación; Daiya tenía un secreto que nadie sabía, y estaba dispuesta a buscar al rubio que se encontraba en severo peligro. El gran animal, por el olfato, iba descubriendo un olor característico y similar a quién buscaba, pero el olor a sangre lo llamaba mucho más. Prefirió regresar a su humanidad, conocía la maldad de su gente y el deseo de asesinarla aún seguía latente tras ser vista en forma de pantera, sembrando el terror entre los demás campesinos.
Diego sentía la necesidad de verla, y con debilidad, hizo a su caballo galopar a toda velocidad hacia la zona de la primera carrera en donde creía encontró a Daiya, él no sabía, pero confiaba en la memoria de su animal. Cinco minutos más tarde, en las huellas de los cascos, se posaron los zapatos de tacón de una distinguida señorita azabache que miraba a su alrededor en busca de Silver y su dueño. Olfateó sangre de forma más intensa en el camino, pero el viento se encargó de llevarse el aroma, borrar las huellas, y también el paso de las carretas que sobreescribían la marca de las herraduras de Silver.
— Mierda. . .¿No estaban aquí? — Claramente se decepcionó, ¿Había sido coincidencia, o simplemente se había equivocado? Tan solo siguió adelante, aún no perdía la esperanza de encontrarles.
Cuando las estrellas adornaban el cielo, Diego seguía cabalgando en busca de aquella casa que le había brindado hogar por unas horas, pero se encontró con una cabaña destruida, abandonada y llena de ratas.
—¿Q-Qué ocurrió aquí?. . .¿Estás aquí? ¡Daiya! — El rubio se bajó del caballo a pesar de sus heridas y se acercó a la casa, la cual no era, su debilidad y resaca le habían hecho creer que sí. En cambio, Silver le relinchó para que siguieran el camino, apenas iban a la mitad, y quedaría mucho por recorrer. Al notar que Diego lloraba, Silver metió la cabeza entre las piernas de su amo y lo empujó hacia arriba con cuidado de no doblarle su cola, y se lo llevó sin más. No debió beber tanto, pero simplemente se lo llevó a un paso calmado, y necesitaba urgente que alguien lo atendiera, o simplemente podría morir.
Daiya se instaló en una posada ¿Qué tan difícil sería descansar una noche fuera de casa? En forma de su secreto podía recorrer kilómetros en unas horas, pero no se atrevía a preguntar si alguien había visto a un vaquero rubio con un caballo marrón bien cuidado.
— Debes estar cerca de aquí, Diego. . .— Se decía antes de dormir, pero algo le dejó intranquila.
A mitad de la noche, se levantó y se fugó del lugar, transformándose en su segunda identidad animal y siguiendo las huellas borradas por el olor, intentó seguirle el paso, no había luz, pero su visión nocturna le ayudaba de mucho para poder ubicarse en aquellos sitios baldíos, aunque no contaba con muchos detalles. Tras cinco horas de caminata detallada, a lo lejos divisó un bulto, un caballo detenido quizás, y dos hombres aparentemente ladrones, revisando la montura y otro revisando la textura de aquella cola herida.
—¡Podría valer una gran fortuna si se la cortamos! — Su compañero estaba de acuerdo, pero antes de que pudiesen hacer más, la mujer fue detrás de Silver y con sus patas le empujó, haciéndole galopar a toda velocidad para alejarlo de esos malhechores. Notó que Diego no le hablaba y ni tampoco se movía, además Silver estaba confundido, un depredador estaba corriendo a su lado y eso le puso muy nervioso.
— ¡Tranquilo Silver! — La mujer volvió a su forma original, antes de darse cuenta que ambos hombres iban tras ellos, se subió sobre Silver y tomó algo extraño entre sus manos.
—¡Esto se va a caer a pedazos! ¿Diego?. . .— No podía creer que se trataba de él, pero tomó las riendas y se dirigió a casa, galopando las horas restantes hasta llegar a su morada. Apenas entrar al predio y dejar a SIlver descansar, Daiya bajó al herido rubio y lo entró a casa, para tratar sus heridas profundas.
—. . . así que eres... un cambiaforma igual que yo. . .¿no?. . .no sé cómo llegaste a este estado... y espero que despiertes pronto. . .¡Me debes dinero! — A ella nada se le olvidaba, mientras desinfectaba la cortada y la unía con grapas sin anestésico, de todas formas Diego estaba inconsciente y no sentiría nada.
— Menos mal te encontré. . .— Se tomó unos momentos para acariciarle las mejillas rotas gracias al extraño poder del chico, sin duda, tenía demasiadas incógnitas. Le prestó su cama en aquella noche y se quedó velando por él, hasta que se sintiera mejor.
Continuará.
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La dama y el Ráptor.
Storie d'amoreJojo's Bizarre Adventures Daiya x Diego Crossover . Tiene +18 En el cap 4. Es bajo tu propia responsabilidad. Personajes por ahora: Diego: Un joven que practica la equitación y que corre en carreras Ilegales junto a su caballo Silver. Daiya: Joven c...