Dana

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Remington

Desde ese día ambos no hemos sido los mismos sin embargo las cosas entre nosotros no han sido totalmente tensas, aunque a la hora de la intimidad era difícil para ambos por el simple hecho de haber perdido lo que nosotros esperabamos con ansias. Esta noche ambos permanecimos recostados mirando el techo de la habitación, ambos abrazados deseando que todo lo que ha pasado solo fuese un sueño absurdo que al despertar tendríamos a ese pequeño en brazos y nos llamaría con su llanto para verlo.

—Al final me enteré que iba a ser un niño... —susurro Amy.
—Quiza aún no podía venir—respondi acariciando su cabeza—De verdad lo lamento mucho Amy...—

Ambos nos miramos y ella beso mi boca con ternura alejándose un poco.

—No es culpa tuya... Seguro que tal vez no pudo venir con nosotros pero estamos seguros que hubiera sido Feliz con nosotros—dijo Amy sonriendo por primera vez en días, acaricie su rostro con delicadeza y sonreí simplemente al mirarle llena de esperanza.

Bese su frente y acaricie su rostro con ternura.
—Pronto tendremos no sólo uno, muchos, es más tendremos la casa llena de niños corriendo por todos lados—dije haciéndola reír.
—si tememos tantos no vamos a poder con ellos—respondio soltando una risueña risa.
—No importa, con tal de que tú seas la madre de cada uno de esos bebes—tome su rostro con ambas manos y unimos nuestras frentes.

...

Casi dos meses han pasado y la joven pareja se veía más unida que antes, se podía ver realmente enamorados asistiendo a varios sitios juntos. La castaña siempre mantenía la mirada fija en el pelinegro a cada sitio que visitaban e inclusive comenzaban los arreglos de su boda que deseaban con ansias, sin embargo su tranquilidad no iba a durar demasiado y era porque dentro de poco una mujer de cabellera rubia y buen cuerpo estaba de vuelta en la ciudad.

Amy se encontraba con un malestar en su estómago quizá había sido el haber comido tanto la noche anterior cuando salió con Remington y sus hermanos a festejar que habían ganado en una categoría importante, no podía concentrarse al sentir su estómago revuelto junto a las ganas inmensas de vomitar, para su mala suerte este día era escoger los bocadillos que se servirían y simplemente a ella no le apetecía en los más mínimo comer nada.

—El pastel de Fresas con Natilla sabe muy bien—dijo Ashley con la cuchara en mano.
—me gusta más el tres leches es menos empalagoso—Respondio Elizabeth comienzo un trozo del mismo.
—Ni hablar la que tiene la última palabra es Amy, ¿Tú qué dices?—dijo Larisa con su trozo de pastel.

Las ganas de vomitar se hacían más fuertes para la pequeña castaña y cada vez que veía la comida las arcadas volvían  con fuerza, simplemente tuvo que correr al servicio para vaciar el contenido de su estómago en este, había olvidado lo malo que se siente vomitar y sin duda era de sus cosas menos favoritas.

—¿Amy está todo bien?—pregunto la mujer de casi cincuenta años.
—creo que si...—respondio la castaña de vuelta una vez que las náuseas habían terminado.
—Iremos por algo para tu estómago esperanos aquí—Dijo Larisa saliendo del baño con Ashley.

La joven no entendía el porque de su reacción, suspiro y bajo la palanca del baño con el simple hecho de tener que organizar una boda era suficiente para ella y con el malestar estomacal que tenía quería dejar la comida de lado porque quería evitar vomitar allí mismo.

Al salí del servicio se sentaron en unas sillas a la espera de las chicas con su solución para el ya magullado estómago de Amy, al llegar se toparon con la rubia de bonito cuerpo iba a la sala donde se encontraba Amy esperando junto a su suegra. La castaña levantó su vista para encontrarse con esa chica, para ella parecía una modelo de portada o pasarela que quizá sea conocida en el mundo pero no por ella.

—¿Tú eres Amy Bostwick?—pregunto con un chasquido de lengua. Amy no sabía a qué contestar y miro la cara de su suegra que era de pocos amigos, allí supo que quizás habían tenido un par de problemas entre ellas.
—Si... Soy yo—respondio con aquella ingenuidad que la caracterizaba.

La rubia inspeccionó con la mirada cada parte de sus facciones y cuerpo para soltar una carcajada, Amy la miro confundida y está volvió a tener compostura de si misma, pronto dirigió una mirada amenazante ante la castaña que a momentos de presión era fácil de intimidar.

—Quiero que sepas algo... Remington es mío y ya puedes dejarlo no necesito que lo cuides más volví para hacerlo Feliz—dijo con su voz profunda y su mirada asesina sobre la castaña.
—¿Disculpa?... Tú lo dejaste así que la que tiene que irse eres tu—respondio Elizabeth molesta defendiendo a Amy como si fuera uno de sus hijos.
—¿Acaso quieres recordar lo que pasó la última vez en tu casa Elizabeth?... Así el me prefirió por encima de ti y sus hermanos así que no me va a costar para nada quitar a esta prostituta de tercera mano—dijo soltando una risa llena de orgullo.

La castaña tras presenciar la mórbida risa de la rubia se levantó a defenderse, ya era hora que lo hiciera y no iba a dejar que ella tratará como quisiera a las personas que la han protegido.

—Dejalas tranquilas Dana—la intervención de Larisa se hizo fuerte.

Esta giró su rostro encarando a la chica.
—Aqui viene la defensora de animales—respondio con una sonrisa.
—no te protegería a ti ni aunque fueras la última especie de la tierra—respondio Larisa de manera inmediata.
Ese comentario a la rubia no le causó ni una pizca de gracia por lo cual se dirigió a Amy que se había quedado con las palabras en la boca tras haber sido defendida de nuevo por su amiga.

—Vete antes de que armes un escándalo y te haga más mala publicidad de la que tienes querida—dijo Ashley molesta.
—Espero que la próxima vez sepas defenderte zorrita—dijo Dana en manera de burla hacia Amy, que está a su vez estaba roja de la irá.

Al ver aquella presencia desagradable desaparecer, miraron la cara roja de Amy y pronto comenzó a llorar y la pequeña castaña se sentía una completa inútil al no poder defenderse que no fuera por otros.

—No llores Amy...—dijo Elizabeth abrazando a la chica ahora temblorosa llena de dolor.
—No puedo defenderme, ni siquiera a palabras... Soy una inutil—susurro amy con la voz rota.
—Oye tranquila... No tienes que demostrar nada, tú ya eres fuerte de por sí...—dijo Larisa tomando el rostro de la chica y limpiando sus lágrimas.
—Larisa tiene razón, eres fuerte y que no te intimide una mujer de esa calaña ni dejes que te ponga valor... Tú sabes lo mucho que vales, no necesitas que nadie más te diga que eres peor que ella o mejor... Tú sabes quien eres—dijo Ashley abrazando a la pequeña, pronto todas se unieron en un abrazo intentando que la pequeña chica sintiera seguridad de sí misma.

...
La tarde había caído y estaban regresando a casa, Larisa se había ofrecido a dejar a Amy en su departamento mientras que todo el camino permanecían calladas. Amy miraba por la ventana simplemente repasando los hechos de la tarde una y otra vez sintiendo que debió hacer algo.

—No te tortures, hiciste lo correcto al no contestar a sus palabras —Le dijo Larisa, la chica se sorprendió ante sus palabras parecía leerle la mente—Es una bravucona y tú eres como ella, tú eres mejor—

Amy sé sintio aliviada y le sonrió de vuelta, para su sorpresa habían llegado al edificio donde vivía.

—Gracias por lo de hoy Larisa—dijo Amy con felicidad en sus ojos.
—De nada pequeña—Ambas se abrazaron y la castaña salió tomando rumbo dentro del edificio desapareciendo de la vista de Larisa.

Room Side "B"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora