Diez.

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René se alarmó realmente cuando le llegó el mensaje de su padre: debía contestar a Elías y si la invitaba a algún lado debía ir.

No era tonta como para no darse cuenta que la estaban vendiendo o rentando para asegurar un socio o cliente, así que trazó un plan para alejar ese problema antes de que se hiciera más grande.

Era común que los chicos se asustaran cuando sabían el verdadero sexo de René, su orgullo salía herido al ver la facilidad por la que lograba engañar y además ser atractivo. Pero la vida era injusta y punto, de igual forma había casos al revés y debían soportarlo.

Le mostraría a ese chico realmente quién era, aunque de un modo en que no perjudicara a su padre. Y aquello no lo hacía porque le importara o algo por el estilo, lo hacía para simplemente no la estuvieran fastidiando.

Lanzó con algo de brusquedad su mochila sobre el asiento del copiloto y se dejó caer en el asiento de piloto, tenía ojeras por jugar hasta tarde videojuegos y hacer tarea, ninguna de las dos las hizo agusto por estar pensando en los problemas que le ocasionaba llevar la sangre de su padre.

Maldito padre.

Le abandonaba y luego volvía solo a joder la vida que había formado. Y su madre, que lo había maldecido hasta en los idiomas que no conocía, aceptó que se metiera de nuevo en esa vida con los brazos abiertos.

Menudos padres se cargaba; pero no podía hacer nada ni podía quejarse en voz alta, al fin y al cabo nadie eligió con quién estar relacionado mediante sangre.

─Menuda mierda─soltó entre dientes, tallando su ojo izquierdo en un intento porque enfocara.

La aura a su alrededor era la misma que cuando andaba en sus días, o al menos así lo interpretaron los chicos. La tamboy se sentó junto a ellos y no dijo nada. Casi nunca hablaba de sus problemas familiares con los chicos, todos eran así en realidad.

─¿Te bajó?─preguntó Fermín en voz baja apenas René se sentó.

La tamboy giró su rostro con rápidez y lo miró con furia. Fermín tragó saliva y le dio una sonrisa de disculpa, no quería meterse con una René de mal humor.

─Si es así tengo un chocolate en la mochila─comentó Marco acariciando la cabeza de la chica, sonriendo con calidez.

René le sonrió agradecida, negó con la cabeza.

─No estoy en esos días, sólo es un problema con mi padre.

Nadie preguntó más porque sabían que era un tema del que no le gustaba hablar. Se conformaron con su respuesta y sacaron un tema al azar, depués de un rato -y  cerca del inicio de la clase- llegó Gonzalo con unas ojeras que le hacían competencia a las de la chica.

─¿Saliste tarde del trabajo?─preguntó Gustavo con tono preocupado.

Gonzalo asintió sin mucha energía, alzó la cabeza y les sonrió a sus amigos para que no se preocuparan.

─Veo que no soy el único que no durmió bien, ¿eh?─empujó con su codo a René.

René rió y le devolvió el leve codazo.

─Es una competencia y ni siquiera avisaron, que malos. Si hubiera sabido me hubiera puesto a hacer la tarea, así estuviera también participando... y la hubiera echo─Cornelio rió de su ocurrencia.

Todos negaron con la cabeza, acostumbrados pero no menos decepcionados de que el de cabello rizado no cumpliera con sus deberes.

─Oh, un momento─dijo de repente Gustavo, se giró y sacó de su mochila un disco, tenía una etiqueta blanca con una fecha y el nombre de la clase─. Olvidé entregar esto, echenme aguas.

Solo soy RenéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora