Seis.

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Era un mal día en Ciudad de Mino, el clima era húmedo. A Regina no podía irle peor, el doctor le había puesto más aumento a sus gafas.

Era grandes, redondas, doradas y delgadas, a veces solía olvidar que las llevaba puestas y terminaban en el suelo. Por suerte no se le habían roto.

Fuera como fuera, sí que miraba mejor; pero no podía evitar sentirse mal por ir quedándose cada vez más ciega. La mano le dolía un poco por tanto escribir, pero si paraba no podría estudiar después. Negó con la cabeza, debía seguir, no podía caer en la tentación de comprar esos audios que Gustavo estaba vendiendo.

No supo en qué momento empezó a pensar en René, su pecho se apretó ante el recuerdo de ella negándose al favor y la cara de tristeza de René. No es que no quisiera si no que... no podía hacerlo, sentía que traicionaba de alguna manera el amor por el ojiverde.

¡La! Ojiverde...

Cerró con ojos con fuerza los párpados y empujó el lápiz lejos de ella. Odiaba eso, odiaba seguir amándolo apesar de que no era correcto porque René era mujer.

No sabía por qué René se vestía así, por las noches a veces no podía dormir por pensar en cosas terribles que la habían llevado a eso. Terminaba orando hasta quedarse dormida. También oraba para quitar esos sentimientos que tenía hacia la tamboy, porque no estaban bien, y le pedía perdón por ellos.

Si René no tuviera esa apariencia, si se vestiera como una chica normal... no estaría enamorada de él.

¡Ella!

Que difícil le era grabarse eso. Deslizó un poco el trasero por la silla para estar un poco más cómoda. Ni siquiera estaba poniendo atención a la clase, ni modo, tendría que comprar esos audios.

Regina se dio su tiempo para guardar sus cosas cuando finalizó la clase, se colgó la mochila en el hombro y caminó hacia la salida. Una mano se posó en su hombro, sobresaltándola y haciéndola voltear sobre su hombro.

---René, hola---habló algo sorprendida.

No solía acercarse a hablar, normalmente sólo se saludaban rápidamente. ¿Sería otro favor? Regina mordió su labio discretamente, sólo por eso se le acercaba...

---Regina, hola y perdón por molestarte...

---Oh, no pasa nada---se apresuró a decirle.

René se miraba algo incómodo y al escucharla se relajó un poco.

---Yo... no te pediría esto de no ser porque no tengo a quién más recurrir.

Regina frunció ligeramente el ceño, curiosa. La ojiverde le hizo una seña, pidiendo permiso para hablar en su oído, a lo que la más baja asintió.

Regina abrió los ojos ligeramente, sorprendida. Miró a René y asintió un poco nerviosa, juntas se apresuraron a ir al baño. Cuando llegaron Regina le dio su mochila a la más alta y René se encerró en un cubículo. Mordió su mejilla interna mientras miraba el suelo, esa era la situación que necesitaba para convencerse de una vez por todas que René era mujer al igual que ella.

No importaba como se vistiera, René era, es y será mujer, tener sentimientos por ella... estaba mal. Debía dejar de quererle, ahora, no podía seguir haciéndose daño. Además, era una locura, René ni siquiera la consideraba...

---Muchas gracias, en serio.

Se sobresaltó, René entrecerró la puerta y se plantó frente al lavamanos, se miró por unos segundos en el espejo y empezó a lavar sus manos.

---No hay problema---respondió Regina apartando la mirada, incómoda.

---Me tomó por sorpresa... creo que con tantas tareas lo olvidé...---seguía hablando la tamboy, una parte de Regina quería que se detuviera--- A veces me gustaría tener más amigas, sería más fácil resolver estos inconvenientes---sonrió.

Regina no pudo evitar mirarle. René pasó la mano mojada por su cabello, acomodándolo un poco.

---Ellos no pueden ayudarte en estas situaciones, ¿verdad? Debe ser un poco incómodo---dijo para distraerse.

La más alta se encogió de hombros.

---Es un algo divertido, la verdad. Se ponen todos locos cuando me dan cólicos repentinamente, corriendo se aquí para allá mientras gritan "necesitamos un chocolate, ¡un chocolate!".

Ambas rieron. La tomboy recordó que seguían en el baño y tenían clase dentro de poco.
  
 

***
 
  
 
---Para que sepas, es un negocio respetable---alegó Gustavo, cruzado de brazos.

---Grabar las clases sin permiso de los profesores no está bien---Cornelio lo miró seriamente, trantando de hacerlo entrar en razón.

Gustavo agarró y mordió su hamburguesa con su mejor cara de diva, agarró una papa y la metió en su boca mostrándole a Cornelio tratando de decirle "jódete". Luego volvió a cruzar los brazos.

---Leí todo el reglamento detalladamente y en ningún lugar dice que esté prohibido---argumentó el rubio.

René agarró su refresco y bebió mientras miraba a Gustavo y Cornelio, era interesante ver su debate. Sintió la necesidad de tener palomitas.

---No entiendo por qué eres tú precisamente quien me regaña---siguió Gustavo.

Cornelio alzó una ceja, mientras todos los demás mascullaban al unísono "uhhh...".

---¿Disculpa?

---Disculpado, querido---hizo un ademán con la mano mientras con la otra agarraba su refresco y bebía.

El rubio era toda una diva, borracho era mil veces mejor. Cornelio rodó los ojos.

---Mira, seré un vago pero no un tarado. Sé qué puedo hacer en donde y en donde no.

---Eh...---todos miramos a Fermín--- ¿y esa vez que saltamos el muro para que no nos atrapara la policía?

Cornelio le transmitió toda su molestia en una mirada, René rió, Fermín realmente no conocía la prudencia. Gustavo, la princesa, como lo llamaban, lo miró con altarería.

---Esa vez estaba muy borracho---se defendió---. Además, ¿cómo iba a saber yo que del otro lado del muro estaban los policías?

---No sé, tal vez, ¡por las luces!---exclamó Gonzalo, entrando a la conversación.

---¡Y tú para que me haces caso, pedazo de idiota!---le regresó Cornelio.

René negó con la cabeza, divertida.

---Cálmense, pues, estamos en un lugar público---remarcó.

Eso les recordó que estaban en un Burger King y agacharon la cabeza, apenados.

---Como sea---dijo Gustavo---, mientras no me digan nada en la universidad, lo seguiré haciendo.

Cornelio desistió y siguió comiendo su hamburguesa en silencio. Marcos puso su mano en el hombro de Cornelio, para que no se sintiera mal.

---Entonces véndeme los que tengas de la clase del profe González, habla muy rápido---pidió Cornelio, finalizando la conversación.

Pero todos se rieron.

Solo soy RenéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora