Ocho.

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Estiró los brazos y se incorporó, talló sus ojos quitando pequeñas lagañas para poder ver bien, apartó la cobija de un tirón y se puso las sandalias. Sacó ropa del armario, se metió al baño y se duchó.

Cuando terminó, se quedó viéndose a través del espejo un largo rato. No tenía ganas de maquillarse, pero de no hacerlo provocaría un gran alboroto y eso era lo que menos quería ahora. Este día también habría fiesta, pero más relajada y cómoda; en pocas palabras, una reunión familiar.

Optó por colores pasteles para su ropa, un short color crema que llegaba arriba de la mitad de su muslo, la blusa era color rosa y dejaba ver los hombros, se puso los mismos zapatos que la noche anterior. Apreció su aspecto frente al espejo, bufó un poco, atrapó bien su cabello en la red y luego se puso la peluca, la encajó con broches a su cabeza y formó una coleta alta. Su maquillaje era ligero y nada extravagante.

Salió de la habitación y caminó directamente hacia el comedor, ya todos deberían estar llegando. Escuchó unos ligeros pasos y luego un toque en el hombro, giró hacia atrás para ver quién era.

---Buenos días, René---saludó su prima Juliana, era un año mayor que ella y una persona agradable.

---Juliana, buenos días.

Ambas caminaron juntas hacia el comedor. Juliana era unos centímetros más pequeña de René, pero los compensaba con tacones. De toda la familia, René era la mujer más alta.

Se sentaron juntas, Juliana rápidamente se incorporó a la conversación de otros primos. La tomboy se sentía un poco fuera de lugar, sus primas rondaban su edad, la más pequeña tenía quince años, todas eran unidas. Su ambiente no era como el de ella, sino más bien al de... Selena. Tampoco eran como los adultos, lo cual agradecía.

Sirvieron el desayuno y lo comió en silencio, sin hablar con nadie. La tarde la pasarían todos juntos, en la sala ya se escuchan risas de los jóvenes.

No fue diferente a las demás veces, fue a su habitación sin que nadie se diera cuenta y acomodó todo para su partida, se iría y volvería a su hogar. Con su bolso colgado del hombro caminó en silencio entre los pasillos de la mansión, la familia estaba esparcida por la casa, unos en el salón de juegos, otros en la sala, otros en el patio y algunos en el comedor. Se fijó que los miembros que estaba en la sala no le pusieran atención y salió de la casa, suspiró y llamó al chófer que siempre la devolvía.

  
  
  
  
  
   
Cornelio la miró con la ceja alzada, analizando a su amiga.

---¿Segura de que no pasó nada interesante?---preguntó para cerciorarse.

---Sí---asintió René boca arriba y con la cabeza colgando entre la cama y el suelo.

El chico volteó a ver a la peluca sobre la silla y la agarró, la puso sobre su cabeza lo más correcto posible.

---¡Hey, esto no sirve!---se quejó, René rió y se puso boca abajo para observar mejor el ridículo, Cornelio siguió intentando acomodar la cabellera--- ¡Auch, me está jalando el cabello!

La tomboy terminó quitándole la peluca, pues se había enganchado con el cabello afro del chico. Cornelio suspiró aliviado.

---¿Tenemos tarea?---preguntó el chico tallando su cabeza.

René miró al techo mientras recordaba.

---No.

---Joder, yo sí.

La tamboy movió su cabeza para mirar a su amigo, estaba tecleando rápidamente en su teléfono móvil. Probablemente buscaría la información, le tomaría captura y en su casa lo escribiría todo con prisa.

Solo soy RenéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora