René fregaba con fuerza los platos, de mal humor por culpa de Elías.Su madre no estaba en casa lo cual era bueno, ya que no tendría que verla con esa cara.
Cuando un vaso de vidrio de los favoritos de su madre se partió un poco, decidió dejar los trastes en paz. Caminó en círculos por la sala.
Su padre no había dicho nada, no había llamado ni había enviado mensajes, pero Elias había hecho vibrar su celular con números nuevos por unas dos horas más.
Le envió mensajes a sus amigos para disculparse por su actitud al irse de la universidad, ellos contestaron que no había problema.
Debía volver a la universidad, solo había tenido dos horas intermedias libres y las aprovechó para largarse y atender lo que sea que fuese a pasar. Pero nada había pasado y era momento de volver.
Se subió al carro y condujo con música con volumen bajo para no tener tanto ruido en la cabeza.
Todavía faltaba una hora para que tuviera clase, pero tenía una cita con Samara.
Se estacionó y colgó la mochila en su hombro, cerró el auto y caminó directamente a la cafetería de la universidad. Ahí, Samara ya le esperaba.
La saludó con un beso en la mejilla y luego se sentó frente a ella.
—¿Estás listo para contarme algo grandioso hoy?—Samara sonreía alegremente.
—¿Algo grandioso?—René hizo muecas graciosas de estar pensando— Nop, no tengo nada.
La chica hizo una mueca.
—Vamos, René, eres un chico guapo, algo debes de tener con alguna chica.
René negó con la cabeza.
—Por el momento no, pero—vio como la chica se emocionó— seguro tú sí. ¿Algo que quieras contarme?—preguntó mientras recargaba su barbilla en su mano.
Le sonrió ampliamente a la chica, la cual sintió como su corazón se aceleraba.
Samara desvió el rostro y rascó su mejilla, todo bajo la atenta mirada de René.
—Bueno...—murmuró, pensando en el modo correcto de decirlo pero sin revelar demasiado— ¿cómo ayudas a un amigo... sin que se enoje?
René alzó la ceja.
—Depende del tipo de problema en que esté metido.
La morena dio un respingo ante la sugerencia del tono de voz de René.
—¡No es nada de eso!—exclamó.
Joder, si fuera algo de drogas jamás se iría por las ramas. Directamente le daría un puñetazo.
René movió su ceja, preguntándole entonces de qué se trataba todo.
—Puede que la religión de esa persona le impida... ser feliz—concluyó, titubeando en cada palabra que decía.
—Samara, te voy a ser sincero—advirtió, acomodándose bien en el asiento—. Soy de familia atea, así que tal vez mi opinión no es la mejor, pero ya que me lo has preguntado a mí te contestaré: si donde estás no eres feliz y solo te juzgan, no es ahí.
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Solo soy René
Novela JuvenilNo es ningún pasatiempo. No es por diversión. No es una distracción. No es para llamar la atención. No es un accidente. No es porque odie mi cuerpo. No pretendo ser alguien más. Sólo soy René. ----------------------------- ⚠ Para mayores de 12 años...