Doce.

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En la ciudad de Mino había dos universidades que sobresalían, pues eran las que mejor preparados dejaban a los estudiantes.

Pocos sabían que los rectores de esas universidades eran hermanos y que sus diferencias y amor los habían llevado a crear las mejores universidades de una de las ciudades más grandes del país.

René estudiaba en una de ellas, en la cual se trataban las profesiones de mayor rigidez como medicina, derecho y administración en general.

La otra era la mejor universidad de artes, y ahí estudiaba Samara.

La chica observaba por la ventana el subterráneo. Sus grandes y rojos audífonos dejaban el mensaje claro, "no me molestes".

Al llegar a su estación tomó su mochila de su regazo y se la colgó en el hombro mientras se ponía de pie. Salió casi al último, evitando que se violara su espacio personal.

Estar entre tanta gente en la calle la ponía de algún modo melancólica, pues estando tan rodeada de gente se sentía sola, aprisionada, insignificante y a la vez tan del montón...

Sus ojos analizaban sin siquiera darse cuenta a las personas alrededor. Aquél que corría, ¿iría a ver a su alma gemela que moría en un hospital? ¿o iba tarde a una entrevista de trabajo donde casualmente conocería al amor de su vida?

Daba igual, de todos modos el romance no era completamente lo suyo. La ficción, en cambio, le emocionaba cada célula del cuerpo.

Salió de sus divagaciones y cruzó la calle, ya estaba por llegar a su destino.
De no ser porque iba a una de las universidades más grandes del país se hubiera asustado por lo monstruosa que resultaba a esa que entraba.

Mostró su carnet de visitante y entró ahora sí a las instalaciones. Tenía que asistir a unas cuantas reuniones; en unas entrevistaría a algunos profesores y alumnos, tenía que asistir a algunas conferencias y las otras era más bien reuniones con ella y su cerebro.

Era su segundo día ahí así que todavía debía usar obligadamente un mapa para no perderse, guiándose de él trazaba su ruta hacia el primer aula al que debía asistir.

Al ser chafada a la antigua su mochila pesaba un poquito más de la cuenta, tenía varios cuadernos y libretas, diferentes bolígrafos, lápices, plumas y alguna que otra cosa para simplemente decorar. Todo lo anotaba en una libreta específica, negándose a escribir en una portátil y abandonar la hermosa sensación de escribir en papel con los aromas rodeándote y el sonido del bolígrafo contra la hoja.

Por eso el que fuera grande y para colmo no supiera llegar rápido a los lugares le tocaba un poquito lo cojones.

Llegó con apenas unos minutos de antelación a la primera reunión del día, debía preparar su zona de trabajo para las entrevistas.
Éstas eran voluntarias, el día anterior había entregado volantes y pegado otros en los periódicos murales. Esperaba que realmente se presentara gente, no quería perder tiempo; los únicos de los que tenía aseguradas su asistencia eran los profesores.

La mayoría de la gente piensa que los estudiantes ignoran los periódicos murales, sobretodo los universitarios que deben hacer maniobras con su tiempo para entregar trabajos, estudiar, procesar información, salir con la familia y amigos, enfrentarte al mundo laboral y empezar a tomar decisiones como adulto; pero aquello estaba bastante alejado de la realidad. Los estudiantes estaban al pendiente de cada actualización de los periódicos murales, pues ahí se anunciaban cursos, trabajos de medio tiempo, recolectas, eventos, actividades extracurriculares, etcétera.

Así que se presentó una buena cantidad de estudiantes a la entrevista. Samara sonrió contenta, mientras más personas se presentaran más rápido encontraría algo de utilidad.

Solo soy RenéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora