Joanne
Aquella noche Mats se despidió de mí en la puerta de casa, a pesar de que normalmente hubiese aceptado mi invitación a pasar. Él entendía que debía enfrentarme a mis padres por mis propios medios, aunque no me sentía dispuesta ni preparada para hacerlo. En su intento por reconfortarme, mostró su convicción respecto a que no había forma de que aquello saliera del todo mal. Después de todo, ¿Qué clase de padre no quiere ser abuelo en algún momento de su vida? Él creía que aunque al principio se mostraran reacios y desagradables ante la noticia, acabarían aceptándolo, dándose cuenta de que mi embarazo no era más que un regalo para todos.
La cena transcurrió sin inconveniente alguno, en una calma que simulaba ser corriente. Mi padre estaba relajado; olvidó por una noche sus asuntos de trabajo, lo cual no ocurría con frecuencia. Alina ayudó a mi madre a preparar la cena, y mediante una gran cantidad de temas banales mezclados con algunos silencios incómodos logré sobrevivir a la velada. Las risas y los comentarios inocentes de mis sobrinos contrarrestaron el poder que la mirada de Alina tenía sobre mí, quien esperaba que dejara caer la noticia sobre la mesa en mitad de la cena. Me sentía imposibilitada para hacerlo. Quizás, si Manuel hubiese estado allí...
No quería pensar en ello, pero me hacía falta. Su mano sobre la mía, y esos abrasadores ojos dulces que me regalaban un poco de su fuerza. Sin embargo, no podía depender de él en ningún sentido, no estaba en mi naturaleza ese tipo de comportamiento, ni dejaría recaer mi bienestar y estoicismo en la voluntad de alguien que por momentos dudaba si quería permanecer en mi vida.
Agradecí que mis padres siempre hubieran mantenido su costumbre de dormir temprano, y a pesar de ser una cualidad que yo no había obtenido, me sumergí en un sueño profundo apenas hube vuelto a mi habitación.
La mañana siguiente desperté con el sonido de las voces proferidas por mi madre y los hombres contratados para trasladar hasta nuestro jardín una enorme estatua de hielo a la cual yo no le veía propósito aunque me resultaba verdaderamente hermosa. Representaba un ángel joven, el cual, con aire distraído, contemplaba una amplia escritura que despedía destellos dorados a juego con los manteles y las sillas dispuestas también en el parque. El catering había llegado cerca del mediodía y sus empleados acabaron viéndoselas feas con mi madre dado el fallo que casi arruinó su cena familiar. Y aunque sufrió el impulso de echar por tierra aquel encargo, Élida acabó aprobando el pedido.
Cerca de las ocho, Alina y yo nos enfundamos en suntuosos vestidos elegantes que nuestra madre había enviado a hacer especialmente para nosotras. En aquel instante supe que ella no había tenido en cuenta las nuevas curvas que había adquirido en los últimos tres meses y creí que quizás debiera explicarle que no existía manera de poder subir aquel cierre cuando éste finalmente cedió. Me contemplé frente al espejo, sintiéndome ahogada en ese vestido color beige que se ajustaba a mi personalidad antes que a mi cuerpo. Quizás fuese por el temor a que mi vientre se notara, lo cual evidentemente estaba sucediendo. Prometí que ésa sería la última noche en que mi secreto permanecería guardado. Les revelaría la novedad justo antes de irme, dándoles así tiempo a pensar y asimilar la idea antes de mi siguiente visita. Sonreí en un intento por otorgarme una seguridad que creía inexistente, —cosa que Mats hubiera podido hacer mejor, pensamiento que por un segundo me llevó a echarlo de menos—, y dejé mi habitación por el resto de la noche.
El hall había sido decorado delicadamente con detalles blancos y dorados, el suelo encerado brillaba hasta el punto de poder reflejarse la silueta de los invitados y la casa en su totalidad olía suavemente a flores, pareciéndose al aire libre.
—Qué hermosa estás, Joanne. —exclamó mi padre al verme bajar por la escalera. Tenía puesto un traje de diseñador y el cabello peinado hacia atrás con esmerada prolijidad.
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Tren a Baviera
FanfictionFanfic sobre Manuel Neuer. El exitoso arquero de la Selección Nacional alemana tiene todo lo que un hombre podría soñar. Sin embargo, la infelicidad provocada por la monotonía en su matrimonio lo lleva por senderos sinuosos donde las noches de fiest...