cuatro

822 56 11
                                    

Manuel

-¿Ya se lo has dicho a Kathrin? -Philipp preguntó en un murmullo y luego dirigió su mirada hacia la escalera, temeroso de que su mujer no sólo pudiera oírlo sino que también decidiera divulgar la primicia de mi futura paternidad ante mi esposa.

Lahm sabía estar en cada una de las situaciones a su alrededor, incluso pasando inadvertido debido a su ingenio en la mayoría de las ocasiones. No por nada era el capitán del equipo. Debido a esto, tras haber notado mi comportamiento impropio durante los días anteriores, esa tarde me preguntó qué había estado sucediéndome. Y yo, que aún no lo había compartido con nadie debido mayormente a mi miedo en ciernes, encontré la oportunidad propicia para alivianar mis malestares con alguien a quien le profesara la confianza semejante para contarle un secreto como el que me acongojaba.

Al oírme se sorprendió primero, y justo cuando estaba a punto de felicitarme, me apresuré a decirle que Kathrin no estaba embarazada. Tras lo cual, su asombro se acentuó a aún más y me contempló con atención mientras yo le hablaba en susurros acerca de Joanne. Me dijo que había oído de ella pero que en realidad no la conocía y yo no escatimé en verdades al decirle que era preciosa. 'Pero eso no es suficiente para convertirla en la madre de tu hijo', acotó él a modo de señalar un hecho en el cual yo ya había reparado. Suspiré y elegí no responderle. No le conté que hacía ya un largo tiempo que me hallaba siéndole infiel a Kathrin de forma cada vez más reiterativa, y que si bien lo que había sucedido con Joanne fue absolutamente fortuito, me sentía frustrado ante la negativa de mi mujer con respecto a ser padres.

Decía ella que mejor sería esperar ya que me hallaba en la cima de mi carrera, ¿Por qué no disfrutar de mi éxito y luego, tras haberme retirado, preocuparme por cuestiones como aquella? Si tiempo teníamos de sobra; hasta que la muerte los separe, había dicho el sacerdote. Sin embargo, su actitud impertérrita tenía lugar a los 32 años, lo que me llevaba a pensar que en realidad no tenía intenciones de ser madre y que sólo le daba largas al asunto al no tener intenciones de darme su verdadero punto de vista de una manera terminante. Me molestaba menos su cobardía que sentir que me tomaba por idiota, mientras continuaba aceptando sus excusas a fin de no discutir.

Negué con la cabeza.

-Creo que hasta ahora sólo lo sabemos ella, yo, tú y Mats.

Philipp meditó un par de minutos lo que diría luego:

-¿Qué posibilidades hay de que esta vuelta del destino haya resultado tan afortunada como para quitarte del lugar en el que te encuentras, y, permíteme la descarada certeza con la que voy a decir esto, en el cual odias estar? -preguntó mientras destapaba una cerveza y me ofrecía otra que yo opté por declinar.

-¿Qué quieres decir?

-Creo que ya yo sabes. -Se limpió los restos de la bebida con el dorso de la mano mientras yo me inquiría si en realidad sabía a qué se había referido Lahm. Podía imaginarlo-. Te iluminaré con mi testimonio de lo que parece evidente: Tú no eres feliz con Kathrin. -Nuevamente lo observé, en parte atónito-. No es algo que se rumoree en los vestuarios, sin embargo creo que las chicas han comenzado a comentar hace un tiempo. Me ha dicho Claudia que Kathrin ya no suele reunirse con ellas cuando antes era habitual que nos juntásemos todos a cenar. Y no sabe hasta qué punto la distancia la ha puesto con ellas, o si en realidad lo ha hecho contigo.

-El último año ha sido difícil -admití.

-Y ella no quiere tener hijos, ¿no? -Volví a negar con la cabeza-. A eso me refiero. Tal vez, de manera inconsciente, has ido a buscar fuera lo que en casa se te es negado.

-Créeme que tomé las precauciones necesarias.

-Ese es el componente que unos llaman suerte y otros, destino. Tú elije el nombre que quieras. -Philipp me palmeó la espalda-. Más allá de todo, ¿Cómo te sientes?

Tren a BavieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora