Joanne.
Al despertar la mañana siguiente supe que había sido cierto. Y entonces no pude evitar regocijarme entre las sábanas, con una sonrisa en el rostro y los ojos apenas abiertos, encandilados por la luz del sol.
Resultó inevitable que él fuera el primer pensamiento que cruzó en mi mente apenas me hubiese despierto. Por un instante lo sentí junto a mí. Imaginé su perfume, y sus manos acariciando mi piel por encima del vestido, y me sentí en medio de la noche anterior, cuando todo parecía tan utópico que acababa resultando por demás de mágico.
Manuel había aparecido repentinamente una vez más, sin darme tiempo a percatarme de que estaba ahí, como solía suceder desde que nos conocimos. Él era el precursor de aquella fiesta, el dueño de esa noche. Ese mismo del que me habían advertido que tuviera cuidado. Que podría hacerme sufrir. Una criatura voraz de la cual todo el mundo sabía que esperar, absolutamente ausentes de cuán inadvertida podía ser su actitud; lo había buscado con esperanza, hasta llegar al hastío. Y cuando me había rendido allí, en los brazos de Sven, apareció para recordarme que sin importar cuánto lo intentase, mi corazón le pertenecía.
Rememoré sus besos sobre mis labios, acariciando dulcemente la piel de mi rostro y la forma intrépida en que sus dedos se hacían con mis muslos para alzarme hasta su cintura. La distancia despareciendo entre nosotros, y los sentimientos, descubriéndose como iguales. Luego de cuatro meses, mi amor se volvía completamente suyo ante la simple confesión que profirió como un susurro descuidado que había dejado en el aire para que yo lo atrapara, cargado de celos y necesidad de que fuese correspondido. Y no podía evitar derretirme ante su ternura y la fuerza en ese par de ojos azules como el océano que me aseguraban que cada una de sus palabras provenía del rincón más recóndito de aquel hombre.
Al encaminarme hacia la cocina, imaginé que Mats se había levantado antes que yo. Inquieto por naturaleza, estaba preparando el desayuno para dos, y cuando me inmiscuí en la habitación, él tan sólo levantó la vista, acompañada por una mueca que quería decir mucho más de lo que expresaba en realidad.
—¿Cómo has dormido? —preguntó irónico mientras servía el café en un par de tazas.
—Bien, ¿Y tú? —Me desperecé antes de acercarme a él para sacar las tostadas, que comenzaban a generar olor a quemado. Aún estaba en piyama y llevaba una expresión tranquila. No respondió, en cambio se limitó a musitar un sonido despectivo, señalando que mi respuesta no lo había dejado conforme. Lo ignoré mientras abría la heladera para servir también queso y mermelada.
—No abras la heladera descalza. —Señaló, en un tono paternal aunque reprobatorio. No pude evitar sacarle la lengua antes de volver a sentarme en la mesa, él frente a mí.
—No te parezcas a mi madre. —le pedí seriamente.
—No lo hago, pero ¿Qué hubiera pensado tu madre sobre lo que has hecho anoche? —Se inclinó sobre la mesa y entrecerró los ojos al pronunciar aquella frase.
—No sucedió nada anoche. —respondí, buscando mis inexistentes dotes de actriz al tiempo que untaba una tostada con queso. Mats arqueó sus cejas casi imperceptiblemente, y supe cuántas ganas sentía de conocer mi versión de lo que había sucedido.
—No. Por supuesto. —coincidió conmigo, aunque falsamente—. Esa frase concuerda en absoluto con el hecho de que anoche regresaste llevando una sonrisa que apenas tenía espacio en tu rostro. Sonrojada y distraída como nunca te he visto. —Se detuvo para tomar un sorbo de café con leche, manteniendo su mirada sobre la mía, como si intentara intimidarme—. Además de que la totalidad de los invitados supieron que te habías encerrado en la habitación de Manuel con él mismo. Y sin contar que te llamó tres veces esta mañana. Seguro, no ha pasado nada...
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Tren a Baviera
FanfictionFanfic sobre Manuel Neuer. El exitoso arquero de la Selección Nacional alemana tiene todo lo que un hombre podría soñar. Sin embargo, la infelicidad provocada por la monotonía en su matrimonio lo lleva por senderos sinuosos donde las noches de fiest...