Capítulo 17

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Nina

Pasé la noche buscando alguna forma de salir del cobertizo, preferentemente una forma poco ruidosa y que no alertara a nadie, sabía que me expondria solo con el simple hecho de abrir y que hubiera alguien afuera.

Fue un largo tiempo, me ordenaba a mí misma mantener la calma, entrar en desesperación no era una opción. Me senté a un costado a esperar que un milagro sucediera.

Estaba a punto de quedarme dormida, cuando ruidos de muebles corriendose, precisamente sillas, se escucharon muy cerca, casi como si estuvieran dentro del mismo cobertizo. Me puse de pie de inmediato, quien sea que estuviera aquí y no en el baile podía ayudarme a salir.
Sin embargo, los sonidos, y ahora voces que se escuchaban con más claridad, provenían de las paredes.

Pegué mi oído a una pared del fondo, parecía que había una especie de habitación introducida en la pared, en mi camino aquí no había visto ninguna puerta o ventana por lo que ese cuarto debía estar escondido, pero ¿por qué?

Traté de afinar mi audición, eran hombres, pero no podía identificar quiénes después de todo no conocía a muchas personas de aquí.

—Magnus...—se escuchó decir a alguien.

Esperé y esperé la respuesta de Magnus, pero ninguna de esas voces se le parecía. Al parecer solo lo nombraron, pero Magnus no estaba presente en esa reunión.

—Lo enviaré en un viaje —dijo uno.

—¿Dónde? —preguntó otro.

—Eso no es precisamente lo importante —esa voz...sonaba conocida, como si alguna vez la había escuchado pero ¿quién? —. Implantamos las falsas pruebas y caerá en la trampa.

¿Iban a tenderle una trampa a Magnus? Definitivamente ésta era una conversación que no debía escuchar. Una reunión secreta en un cuarto escondido, justo en la noche del baile donde nadie andaba por los alrededores, bueno nadie excepto la humana escondida en el cobertizo de al lado.

Ahora me preguntaba si ese cobertizo no era también un lugar donde escondían cosas y secretos.
Pasado un tiempo, las voces se apagaron y el silencio volvió a reinar el lugar.
Aún seguía sorprendida de que ese tipo de situaciones existieran en éste lugar, claramente esos hombres no tenían buena intemciones. Lo que sabía no me permitía sacar conclusiones, solo tenía piezas de información inconclusa.

Debatía en mi cabeza si revelar a Félix lo que sabía, si bien era cierto que él no le tenía mucho aprecio a Magnus, seguía siendo su padre y gobernante de Vallisneria y si algo malo le ocurría...
Además solo pensar que personas de ese tipo se camuflaban entre nosotros me ponía los pelos de punta.

                            ***

Félix

Cuando Magnus por fin entró al salón, pude librarme de las responsabilidades y seguir en lo mío.

Sin embargo, mis planes de seguir bailando con Nina se perdieron cuando no pude visualizarla entre toda la gente allí presente.
Seguramente ya estaría en mi habitación, lo que me daba otro tipo de idea para divertirnos juntos.

Pero al llegar no se encontraba ahí, de inmediato empecé a sospechar que algo no andaba bien. Comencé a buscarla, no era tan difícil ya que el edificio estaba prácticamente vacío y para peor sin rastros de Nina. Ni en la cafetería, ni en la biblioteca, ni en el jardín.

Mi preocupación aumentaba con cada minuto ¿dónde podría estar? Nina...
Regresé al baile y traté de buscar a mi amigo con la mirada.

—Mirko —lo tomé del brazo.

—¡Hey Félix! Qué tal el baile, bueno ¿eh?

—Eso parece...pero necesito tu ayuda.

Eso logró captar su atención —¿Qué sucede?

—Nina, desapareció.

A partir de ese momento emprendimos la búsqueda juntos, nos dividimos un ala del edificio para cada uno.
Al final del recorrido nos encontramos en la entrada pero a juzgar por las expresiones de cada uno, ni él ni yo habíamos tenido éxito en encontrarla.

Lo único que me tranquilizaba un poco era que mis sentidos de ángel protector no percibían ninguna señal de peligro o dolor, Nina estaba tranquila.

                             ***

Nina

Mi cuello dolía al despertar. Había pasado toda la noche durmiendo en el piso de madera del cobertizo. La noche anterior la pasé en vela, decidiendo qué hacer con lo que sabía, llegando a la conclusión de no decirle ni una palabra a Félix ya que no estaba completamente segura de lo que había escuchado y no quería armar un escándalo de la nada.

Por mi parte, seguiría averiguando y hasta no tener pistas claras no tomaría ninguna decisión.

De repente, la puerta del cobertizo comenzó a moverse. Rápidamente me escondi detrás de un mueble para cuando quién sea que entre se distraiga, yo pueda salir.
Esperé paciente hasta que la persona entró y afortunadamente para mí, se trataba de Mirna.

—Mirna.

Ella abrió los ojos al verme, como si yo la hubiera pescado haciendo algo indebido. Comenzó a ponerse nerviosa y luego se tranquilizó.

—Me asustaste, nadie entra aquí —dijo después de salir del shock.

—Fue un accidente, me quedé encerrada.

—¿Qué buscabas? Aquí solo hay cosas mías viejas que me da pena tirar.

—Nada, nada solo fue curiosidad.

—Pues si Félix no te informó aún, no puedes entrar a cualquier parte como si nada...es peligroso que tal si te descubren.

—Sí, fue algo imprudente de mi parte.

—Yo guardo su secreto, pero ustedes también cumplan bien su parte y dejen de arriesgarse tanto.

—De acuerdo, lo siento —me sentía algo apenada por mí torpeza.

—Está bien, no te preocupes —relajó su ceño fruncido —. Sólo no lo vuelvas a hacer —asenti —. Vamos, Félix debe estar buscándote.

Me acomode mi capa asegurándome de que mi cabello estuviera bien cubierto. Ambas nos dirigimos a uno de los salones donde Mirna decía haber visto a Félix.
Estaba en lo cierto, Félix y Mirko se encontraban parados con una taza de café en sus manos y sus ojos delataban que no habían dormido anoche, seguramente por buscarme. Me sentí culpable por preocuparlos, y más por una tontería como la que me pasó.

Félix al verme corrió a rodearme en un abrazo y Mirko sonrió al ver que estaba sana y salva.

—Mirna, ¿cómo la encontraste? —preguntó Félix.

—Fue casualidad —respondió.

—No vuelvas a asustarme así.

—Perdón fue una torpeza —Félix besó mi cabeza, susurrando un "está bien".

Las cosas se calmaron, volvimos a desayunar juntos e invitamos a los demás a que se nos unieran.
Todo marchaba bien, pero al mismo tiempo me encontraba a mí misma mirando a cada persona que se me cruzaba tratando de adivinar quiénes eran los rostros detrás de los planes para hundir a Magnus, y no me detendría hasta averiguarlo.

Nieve de Plumas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora