Epílogo

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Félix

—Papá, ¿estás ocupado? —pregunté abriendo la puerta de su oficina.

—No hijo, pasa.

—Mira, con todo lo que pasó ayer, no pude encontrar el momento para disculparme. Los días que estuve prisionero me sirvieron para reflexionar qué hubiera pasado si te perdía, eres mi familia y te amo a pesar de todo.

—Yo también quería pedirte perdón, fui muy duro y tú eras un niño. Estoy muy arrepentido, y si pudiera disculparme con Corine...

—Pero no es posible, no sirve de nada lamentarse.

Nos dimos un abrazo conciliador, ahora más tranquilos sin tantas emociones mezcladas.

—¿Y Nina?

—Adaptándose, y haciendo su propio lugar aquí.

—Estoy muy feliz por ti Félix, creo que encontraste lo que te hacía falta.

—Claro que sí.

Un tiempo después me marché a buscarla. Habíamos quedado de acuerdo en volver juntos a su casa a contar las noticias.
La encontré en el pasillo del ala de las autoridades, agachada frente a la pintura de mí madre que estaba apoyada en el suelo. En éste momento estaban realizando obras para reparar la pared y quitar todo lo de esa habitación secreta para cerrarla, y habían sacado el cuadro por protección.

—Es tu nueva pintura favorita —señalé.

—Es muy especial además de ser hermosa. Deberíamos buscar otro lugar para ponerla.

—Sí, y creo que tengo una idea.

Tomé el marco y fuimos juntos hasta la entrada del edificio. La colgué en la sala principal, para que todo el mundo pudiera apreciarla.

—Se ve preciosa aquí —la abracé por detrás —. No sé quién se ve mejor, si tú o la pintura, y por cierto ese cabello te queda fantástico —tomé unos mechones de su pelo platinado.

—Tú estás muy amoroso hoy y me hace sentir una mala novia porque mi cabeza está en otra parte.

—¿Quieres contarme?

—Tengo una idea dando vueltas en mi mente desde hace un tiempo, pero es una idea loca.

—Como todas las tuyas —me reí pero me detuve en cuanto ella no me siguió.

—Pienso que cuando encontré a Magnus fue antes de que tomara ese barco, nunca llegó a su destino, nunca fue a los lugares que describía el libro, y...que tal si el lugar al que iba es el mismo al que enviaron a tu madre.

—Nina, mamá murió en un calabozo en...

—Exacto, no sabes donde está ese calabozo y si...ella no está muerta en realidad.

Un dolor de cabeza me mareo y necesité sentarme en los escalones.

—¿Estás bien Félix?

—Sí, solo que no había considerado esa posibilidad.

—En el libro la princesa era raptada y llevada en un barco, creo que ella era la princesa.

—Debo decirle a mi padre que envíe gente a buscarla.

Como pude me levanté con Nina a mi lado y fui en búsqueda de Magnus.
Él nos escuchó pacientemente, pero en un momento tomó su cabeza en sus manos y comenzó a desesperarse. Entre ambos lo calmamos, y ordenó de inmediato una búsqueda por esos lugares.

Pasó un día, dos y al tercer día comencé a impacientarme. No teníamos noticias de nada, y lo peor era que la idea de ella viva estaba en mi cabeza y ya no había forma de sacarmela.

Estaba sentado en el balcón, con la vista fija en la entrada.

—Félix, no quiero que te ilusiones —me abrazó Nina —. Puede ser que me equivoqué...

Estaba por contestar pero las puertas de la entrada se abrieron, los guardias entraron y una figura pequeña venía con ellos.

Magnus salió al encuentro y yo corrí tras él. Lo primero que vi fue a mi padre caer de rodillas frente a ella, y ella sin ningún rencor, se agachó a su lado y lo contuvo.

Lentamente me acerqué, tenía miedo que fuera un sueño y desaparezca antes de tocarla.
Cuando la pude ver mejor, la reconocí. Casi no había cambiado, solo había envejecido un poco. Corrí hacia ella, mamá abrió sus brazos y por fin me sentí en paz cuando sentí su aroma otra vez.

                               ***

Nina

Félix y Magnus llevaban horas en la habitación hablando con Corine.
Aún no había tenido oportunidad de conocerla, solo la había visto de lejos, pero me moría por hablar con ella.

—Nina —llamó Félix —. Ven.

Entré a la habitación y ella estaba sentada tomando una taza de té.

—Mamá, ella es Nina, la chica de la que te hablé.

—¡Oh! Es preciosa.

—Hola Corine, yo quiero decirte que te admiro y...—me puse nerviosa de repente.

—Oh cariño —se puso de pie y me envolvió en sus brazos —. Eres una muchacha muy inteligente, Félix me contó que tú eres la mente brillante aquí.

—Sólo presté atención a los detalles.

—Y eso fue más que suficiente para descubrir años de mentiras. Yo te debo mucho.

—No tienes que agradecerme, yo amo a tu familia y a éste lugar, solo hice lo mejor para todos.

—Me alegra que Félix haya encontrado a alguien como tú.

Pasamos el resto del día juntos, más que nada Félix y Corine recuperando el tiempo perdido.

Nada me hacía más feliz que ver al amor de mi vida sonreír como él lo hacía, creo que por fin Félix estaba completo.
Y si él lo estaba yo también, que más podía pedirle a esta historia.

                              ~Fin~


Lionheart de Demi Lovato en multimedia, una de mis canciones favoritas para esta historia que significa tanto para 💜

Nieve de Plumas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora