Capítulo 23

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Nina

Daba vueltas alrededor de la habitación de la madre de Félix, de un lado al otro como un león enjaulado.
Se escuchaban ruidos desde afuera y ya estaba oscureciendo. Había pasado casi un día entero en éste cuarto, moría de hambre y de miedo.

No tenía noticias de Félix y, por suerte, tampoco de Mirna.
Pero no podía quedarme aquí por siempre, algo me decía que Félix no estaba bien, seguro ya lo habían encontrado y eso me aterraba. Era momento de actuar, abrí el ropero y revolví hasta encontrar un abrigo grande que me cubriera. Era fácil de identificar, mi cabello rojo me delataba. Tal vez si me escabullía entre ellos podía llegar a mi última esperanza, Mirko.

Podía obtener dos resultados, que Mirko fuera el mismo de siempre o que sea uno más de ellos. Pero no dudaba, él era bueno, un gran amigo de Félix y tenía algo que Mirna no, un corazón enorme.

Rezaba en mi cabeza mientras avanzaba por el pasillo. Por estos alrededores no había nadie, el ruido se escuchaba más lejos, después de todo nadie venía por aquí.
Ya aproximandome a todo el alboroto, me escondi detrás de una vasija gigante para observar.

Una gran cantidad de lo que parecían guardias, más bien soldados de River, empujaban a los demás ángeles que lucían totalmente preocupados. Llevaban una especie de uniforme que los identificaban.

—¡Armen una fila! —ordenó uno de ellos.

Iban caminando frente a los ángeles que estaban parados uno al lado del otro, mientras les marcaban un sello rojo sobre la frente. Era aterrador, esto ya estaba fuera de control.

Mientras iban avanzando en la fila para ponerse el sello, noté a Mirko. Me quedé quieta hasta que la fila llegó cerca de mí y lo tomé del brazo fuerte para que me notara.
Al verme rápidamente me empujó detrás de unas cortinas. Por un momento me preocupé de que él podía estar del lado de ellos, pero luego llegó a mi lado a esconderse.

—¿Qué haces aquí? Pensé que habías escapado con Félix a tu casa.

—Ya sabíamos que esto iba a pasar por eso regresamos.

—Esto no es seguro para ti, pueden hacerte cualquier cosa, hasta matarte.

—Tienes que ayudarme, creo que tienen a Félix, hay que detener todo esto. Sé donde podemos estar seguros.

Vi la duda en su mirada, sobre si exponerse al peligro para ser héroes o someterse al régimen que había usurpado el poder en Vallisneria. Finalmente miró hacia atrás, a los guardias que estaban ocupados sellando a los demás como si fueran objetos que ni siquiera notaron que Mirko se había ido, entonces tomó mi mano y salimos corriendo.

Me dejó guiarlo hasta mi guarida y entró sin titubear.
—Wow, no sabía que éste lugar seguía intacto, es como si no hubiese pasado el tiempo —observó Mirko al entrar en la habitación.

—Félix se encargó de cuidarlo muy bien.

Al instante de nombrarlo me llegó una angustia terrible, y si él ya estaba mue...

—Nina —me llamó —. No pienses, yo sé que él está bien.

—¿Cómo puedes estar seguro? —negué con la cabeza mientras sentía ese nudo en mi garganta.

—Él es inteligente, sabrá que hacer, además...acuérdate de que es inmortal.

—Es cierto, a veces lo olvido. Pero eso no lo hace inmune al dolor, pueden estar torturandolo, golpeandolo...

—Y acuérdate también de que él puede sentirte, no querrás que perciba tu angustia, por mucho que cueste tienes que ser fuerte —asentí — ¿Has comido? Seguro que no.

Nieve de Plumas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora