Vida.

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Frío, solo frío, hay luz sobre mí, un camino hacia delante iluminado pero oscuro hacia atrás. No había otra opción. Tenía una túnica, de un pelaje grueso a la vez que unas pantuflas, sencillas como si fuera del siglo XVII pero las dos cosas cumplían su objetivo, sentir el sol abrasador y caliente por dentro.

Se estaba bien, pero debía caminar, debía moverme, y cada vez, hacía más frío y más. No cesaba, la nieve se pegaba, el pelo se congelaba, no tenía mechones de pelo, tenía carámbanos, mi aliento era frío como si el cielo de invierno te soplara, mí cuerpo ya casi era azul.

Caí, mis rodillas tocaron esas piedras del camino, algunas rotas, otras bien. Todo era cada vez más ambiguo. No pude más, todo mí cuerpo cayó al mismo tiempo. Lo escuchaba, era él, el que brindaba vida con su brebaje, el que reparte su vino tinto por la estructura rígida a la vez que suave y moldeable cuerpo, mezclado en músculo y hueso.

Bum bum. Cada vez iba más lento, mi cuerpo le gritaba, mis dedos agarrotaban el suelo. Paró. Durante un rato no hubo bum. Era eso, ¿la muerte? Pero, ni siquiera me cuestioné la razón principal, ¿dónde estaba?

Bum. Suave y débil, eras tú amigo, no... No era nuestra hora. Me empecé a arrastrar como un gusano. Escuchaba voces, visiones, flashbacks, eran, ¿qué era y quién soy? Da igual, tú sigue, ¡sigue!

Mis manos, usaron todo su poder para levantarme del infierno. No podía arrastrarme ni caminar más, era, ahora o nunca. Podía haber muerto, pero él y yo, conectamos, dijimos que no. Me quité la túnica, los zapatos, nevaba. Tenía solo un pantalón y mi melena suelta. Notaba ese hielo tocando mi pie, notaba como la nieve formaba de mí un muñeco. Me miré un segundo, todo paró. Ví mis huesos, ví a alguien desesperado por beber, beber vida, vivir si se me permite. Corrí. Aceleré, y me caí, y me tuve que arrastrar, otra vez.

¡Callaos voces! Lo hice una última vez pero sin saber como, estaba de pie, no podía soltar lágrimas, era hielo, caía y rompía en más hielo.

Un acantilado lleno de, vacío. Adiós. La gravedad hizo uno de mí.

-Creo que te has dormido.

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