Ceniza.

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Era un mundo, donde los soles no brillaban como uno, era un eclipse que daba un poco de luz, roja.

Era una ciudad, normal, solo que bueno, era un limbo, un lugar eterno, donde convivíamos y cada uno estaba por algo:

-¿Y tú que haces aquí joven?-Era la pregunta de un hombre bajo, facciones parecidas a las de un herrero nórdico y fuerte, que poco a poco iba desapareciendo.

-El egocentrismo señor, el ego.

Desaparecía hasta que, definitivamente le pasó a otro, recibió la absolución para huir de un horno roto.

La gente bueno, vagabundeaba en busca de chispas, llamas, ascuas, calor, recibir un abrazo que solo el fuego, gran señor responsable de la ceniza te daba, los abrazos entre ceniceros como nosotros, no eran nada comparados.

La ceniza se me iba yendo, pero no del todo, no era puro para irme, él no quiso.

La anarquía era el gobierno viviente en aquel antro de vida muerta, si se considera vida a esa existencia de jóvenes o incluso viejas leyendas.

Había gente de épocas probablemente de lugares hinóspitos, de eones atrás, puede que incluso madre o padre de la creación, pudiera pecar, era increíble, pero era así, todos pecamos.
Y tanto ancianos, entraban adolescentes muertos.

Un día me crucé con una reliquia, una antorcha. Pensaba que solo era un poema. Quemada, me iluminaba, me costaba incluso abrir los ojos, era, precioso, los placeres de la vida ilustrados en la existencia del fuego, la luz y los fotones.
Pero, cuando creí obtener todo la excitación y placer corporal, vino un hombre, había entrado ahora, hace un rato.

Me pidió que se lo dara...
Mí tesoro divino, no... No...
Sollozaba y lloraba,
Él no lo notaba,
O sí, pero no preguntaba.

-Toma, sal de este estercolero tú que puedes.

En ese momento, él vino.

-Padre nuestro, ser en el que muchos perdimos la fe, creímos que ya estabas muerto como religión, el óxido de la sociedad. Solo rompes y paras, ¿he recibido el perdón? ¿¡La absolución!? ¡Dímelo!

Estaba en el vacío, el espacio, me dolía todo, la columna vertebral, los pies...

Volví a un mundo real o imaginario, salí de ahí, y no fue por él, yo me metí y yo salí, me dí cuenta de que...

Yo soy el responsable de todos mis actos.

Pensamiento, reflexiones y más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora