Prólogo

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"¡Triiiiiiiiing!" Sonó mi despertador a las 6 de la mañana. Abrí uno de mis ojos. "¡Qué flojera!"- me dije a mí mismo. Era viernes, al menos. Me destapé y salté de mi cama. Di un bostezo mientras me estiraba y cuando acabé me tiré de vuelta a mi cama. "¡Qué sueño!" Dije mientras me acurrucaba dentro de ella.

"¡Ethannick Luxemberry!" Escuché a mi madre gritar. "¡Pobre de ti si sigues durmiendo!..." Al escuchar esas palabras me desperté al instante, nunca me había sentido tan lúcido como en ese momento. Escuchaba los pasos de mi madre subir poco a poco por las escaleras.

No se cómo lo logré pero para cuando ella abrió mi puerta yo ya estaba cambiado, peinado y lavado, parado frente a la puerta de mi habitación. La cual se abrió y logré ver a mi madre, parada, aún con sus pijamas y con una cara de asombro.

"Wow", asintió "No lo puedo creer, me ganaste hijo... Ven baja ya está servido el desayuno." Me dijo acariciando mi cabeza.

"¡Ma! Con delicadeza..." Le dije queriéndole decirle que me estaba despeinando.

Mi mamá se agachó me sonrió y me besó mi frente. "Te amo hijo".

Bajé corriendo por las escaleras y me dirigí al comedor. Llegué y encontré a mi padre concentrado leyendo los periódicos. Le saludé con mi mano pero no se percató.

"Ho-hola pa..." Murmuré mirando al suelo.

Tenía algo de temor hacia mi padre, bueno siempre lo tuve. Y se podría decir que es algo más que tan sólo temor. Le tenía miedo. Siempre fue muy autoritario y no me dirigía la palabra, solamente para reprenderme. Será tal vez porque siempre lo vi como un policía y no como un padre.

"Buenos días", me dijo sin ninguna emoción mientras seguía leyendo. Me senté en un sitio que no estuviese a su costado. Y como en el sitio no había ningún alimento jalé los del sitio del costado. Tomé mi desayuno en silencio. Siempre dando un reojo a mi padre quien seguía leyendo su periódico y tomando café.

Cuando acabé de desayunar mi mamá bajó ya cambiada en su ropa de trabajo. Se dirigió a la cocina y empezó a preparar mi lonchera.

"¿Listo Ethannick?" Me preguntó cerrando mi lonchera. Se dirigió a mi padre, quién paró de leer el periódico y la besó. "Adiós amor..." Le dijo mi madre. "¡Vamos!" Me dijo mientras me sonreía. Cogí mi mochila y me dirigí a la puerta de mi casa. Volteé a ver a mi papá. Pero al verlo tan entretenido leyendo no tuve las fuerzas y convicción para poder despedirme. Así qué solo me dirigí al carro en el cual mi mamá me estaba esperando.

Partimos hacia mi colegio. "¿Has completado todas tus tareas no Ethannick?" Me preguntó mi madre. "Sí, Ma..." Le respondí.

El camino estaba bien libre de tráfico, más de lo normal. Pero cuando estábamos a mitad del camino una acomglomeración de vehículos que jamás antes había visto empezó. Tanto así que los tres carriles de la autopista se habían llenado de vehículos paralizados. Escuché a mi madre murmurar algo entre sus dientes, sus manos no paraban de moverse a lo largo del timón. "¿Está todo bien mami?" Le pregunté un poco intrigado parándome de mi asiento.

"¡Oh! Sí, hijo, todo está bien." Me dijo bien alegre.

¡Qué extraño! Conozco lo que está pasando. Mi mamá no actúa así. Sé qué está ocultándome algo para que no me afecte.

"Ok Ma", le respondí y me senté de vuelta en mi sitio mirando a los grandes edificios que nos rodeaban. Quería bajar mi ventana para poder ver hasta donde los edificios llegaban, pero cuando empecé a bajar mi ventana mi mamá me dijo con una voz temblorosa: "Ethannick... no bajes tu ventana..."

"¿Qué Ma?" Le respondí curioso. "¿Porqué?"

Al instante escuché las sirenas de los policías seguido por un chillido de un auto que terminó en un gran choque.

Último AlientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora