Capítulo II Parte 1

855 18 0
                                    

Suspiré. "Mi pasado... ¿Por qué acerca de mi pasado? No tiene nada de extraordinario, es confuso y ...deprimente." Me dije a mi mismo mientras salía de mi salón de clase.

Iba caminando por las calles que me llevaban a mi nuevo "hogar", un orfanato. No me gusta pensar en lo que pasó. Son malos recuerdos, sólo son recuerdos. Pero aunque más intentó olvidarlos más y más me abruman.

¿Qué fue lo que exactamente pasó esa mañana?... No tengo respuesta exacta.

Llegué a la entrada de mi orfanato, el sol estaba empezando a entrar en el ocaso. Entré y me dirigí a mi cuarto. El orfanato no era gigante pero sí era grande, en el habían unos cincuenta huérfanos aproximadamente. Todos separados en secciones por edades. Los niños huérfanos siempre eran los más queridos, en cambio los ya más mayores no atraían a nadie, como yo. Mientras más pequeño eres tenías más posibilidades de ser adoptado. Una idea algo injusta a mi parecer, pero que por lo visto, dentro de todos los años que pasé aquí adentro, terminó por volverse una realidad.

Por alguna razón, ninguna pareja que venía a adoptar a un hijo me veía a mí como una opción. Vi cómo todos mis amigos se fueron yendo poco a poco y así los años transcurrieron. Yo me veía como a alguien que nunca debió recibir afecto. Y cuando aún era pequeño, hace ya algunos años, me sentaba en mi cama y pensaba en esto. Decía: "¿Por qué nunca nadie me hace caso? ¿Por qué nunca nadie me abraza? ¿Por qué nadie me ama...?" Y muchas veces terminaba sollozando sobre mi almohada. Pero algo que siempre me caracterizó es que no me gustaba verme débil. No podía ser débil, era como pecar para mí. Mas estos pensamientos siempre me hacían sentir mal.

Siempre entraba en una discusión interna, fui querido, fui cuidado, fui amado, con mi familia. Qué pasó con todo ese amor, esa paciencia de mi madre, esa seguridad que percibía, que ahora lo encuentro distante, como una memoria efímera que mi mente trae de vez en cuando. A donde fue a parar mi vida antigua, si es que así podría llamarla, al final sigo siendo yo... El mismo Ethannick de niño, pero separado de lo que tanto amaba. ¿Qué fue lo que exactamente pasó esa mañana? Y ¿por qué yo? ¿por qué terminé yo pagando de esta manera?...

Tiré mi mochila a un rincón de mi cuarto y de un salto me eché en mi cama mirando el techo. Levanté mi mano. Mi reloj marcaba las 4:00. Pensé un rato y luego me senté.

"Ay no.... ¿Cómo me pude olvidar...?" Me dije arrepintiéndome. "¡No le pregunté su dirección!"

Cogí mi mochila y saqué una agenda. "Ojalá le haya pedido su número", me dije mientras pasaba rápidamente las hojas buscando su nombre. "¡Listo!" Arranqué la hoja en donde se encontraba su número telefónico y salí corriendo a las escaleras que llevaban a la sala de recepción del orfanato. Allí se encontraba un teléfono público. Coloqué el teléfono en mi hombro y lo sostuve con mi oreja. Abrí bien la hoja y empecé a marcar los números.

"¡Hey chico!" Escuché a alguien decirme.

Volteé hacia donde venía la voz. "Está malogrado." Me dijo un trabajador de mantenimiento.

"¡Rayos!" Me dije a mí mismo. "Debes estar bromeándome..."

Dejé el teléfono y me dirigí hacia la calle.

¿Donde habrá un teléfono público?... Pensé unos segundos. "¡Ajá! El parque Gremory."

Al llegar a este me fijé en mi reloj. "¡Dios!" Dije. "No puede ser... Tengo media hora."

Paré agitado en una de las esquinas del parque tratando de ver donde estaban situados los teléfonos públicos. Barrí el parque con mi vista una y otra vez, pero no logré ubicar los teléfonos.

Vi a un señor ya de edad caminar por mi derecha.

"Este...¡Señor!" Le dije acercándome hacia él. "¿Dónde puedo encontrar los teléfonos públicos?"

Último AlientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora