Capítulo 8

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24 horas fue el tiempo que me dio el presidente para encontrarles. ¡¿Y yo qué sabía?! Intenté llamarle varias veces pero obviamente, no contestó.

No me lo podía creer. ¿Sabes qué es lo peor? Que por un momento pensé que de verdad me habías traicionado.

Me acerqué al centro de entrenamiento, específicamente, a la clase de informática. Fui directamente a hablar con Mihaela. Claro que no estaba interrumpiendo ninguna clase, la única alumna no había asistido.

Le pedí la lista de materiales que habían desaparecido en los últimos meses y también que me hablara sobre Trece. Al parecer, había una habitación que nunca se utilizaba cerca de la lavandería donde ella solía ir para estudiar. Y yo me pregunté por qué a nadie se le había ocurrido revisar ese lugar.

Fui hasta allí pensando que, tal vez, sí que lo habían revisado y que yo no encontraría nada, pero no fue así. Lo que encontré fue una puerta con código para acceder a aquella habitación.

Vale, tuve que pensarlo bien. Tal vez, tirar la puerta abajo no tenía ningún sentido, pero en mi entrenamiento como guardia aprendí a descifrar los códigos. Así que me puse manos a la obra.

Abrí el escáner desde mi anillo y me mantuve un par de minutos esperando a que terminase, después de todo, la pantalla me mostró un código de cuatro dígitos.

"0009"

Me pareció ridículo, y si no fuera por la situación en la que me encontraba, me habría tirado al suelo a morir de risa. Casi parecía que a Trece le gustaba Nueve y eso me molestaba más que el hecho de saber que el código era tan fácil.

Mi mayor sorpresa me la llevé cuando quise ponerlo. Aún siendo tan sencillo, lo hice con cuidado, algunos de esos códigos sólo te daban una oportunidad.

Pero cuando lo introduje, en lugar de darme luz verde y abrirse a puerta, o encenderse la luz roja y cerrarse para siempre, se iluminó una luz amarilla con otro código más.

"0013"

¿Se estaba burlando de mí? ¿Acaso iba a tener que abrir la puerta por la fuerza?

Marqué el número que me indicaba y, para más humillación, el aparato se apagó.

-¡Oye!- Grité desesperado.

-¿Qué haces?- Me sobresalté al escuchar esa voz. Mihaela se acercaba a mí, parecía extrañada.- Esta no es la puerta que te había indicado.- Me señaló una que yo no había visto antes, prácticamente, se camuflaba con las paredes.

-No, no puede ser, estoy seguro de que aquí hay algo.- Ella se encogió de hombros y suspiró. Se acercó a la puerta y marcó el código.- ¿Pero qué...?- Lo había visto bien, ella había marcado un código completamente diferente. "4790".

Entonces, se encendió la luz verde y la puerta se abrió. Era una sala enorme llena de ordenadores. Allí se encontraba Ocho. No había hablado mucho con él pero sabía que estudiaba científica. También pareció sorprenderse al verme.

-Doce tiene algunas cosas que hacer por aquí, puedes ignorarlo.- Dijo Mihaela con desinterés. Como reacción, Ocho volvió a su trabajo.

¿Lo entiendes, Trece? Esto es algo muy complicado para alguien que no tiene ni idea de informática.

No encontré nada. Perdí unas dos horas en esa habitación. Cuando salí, decidí entrar en la que Mihaela me había indicado. Ya estaba anocheciendo.

Genial. Una pequeña habitación con una mesa y una silla en el centro. Un estante lleno de libros técnicos y nada más.

Estaba a punto de largarme sin ni siquiera registrarla cuando vino a mi mente el mensaje que Jahima había dejado para mí dentro de aquel libro. Me encogí de hombros, de todas formas no tenía nada que perder.

Proyecto Cero: Libro 1 (El futuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora