Me quedé petrificado. Era como si el tiempo se hubiese detenido un breve instante. Ese momento de silencio absoluto que hay justo antes de que una bomba estalle. Ese instante tenía nombre. Se llamaba Helena.
Esa mujer que siempre iba sonriente a todas partes, se había metido entre la descarga de mi pistola y el presidente por decisión propia. Nunca podré sacar esa imagen de mi mente. Vi claramente cómo su sonrisa se apagaba poco a poco mientras caía desplomada en el suelo. Y ese fue el detonador.
-¡Atrapadles!- Gritó el presidente. La verdad es que no había pensado en lo que pasaría después, simplemente no quería disparar a Nueve y...
-¡Nueve!- Me giré rápidamente pues él todavía estaba aprisionado por los dos guardias.
Yo mismo pensé que era estúpido pero había llegado a la conclusión de que Nueve lo era todo para mí. No importaba si me había traicionado, me sentía incapaz de permitir que le pasase algo malo.
Por eso mismo no dudé en disparar a uno de ellos y quitarle de encima al otro de un golpe. No era mi deseo matar a nadie, sabía que solamente era gente del pueblo pero ahora debía buscar una forma de que mi amigo saliera de allí.
-Vete,- Dije sin titubear.- todavía no han saltado las alarmas, sal de aquí y vuelve con Trece.- Su rostro todavía estaba empapado, y su cuerpo temblando asustado pero había cambiado sus lágrimas por una sonrisa en un instante.
Me tomó por sorpresa el hecho de que su mano temblorosa acariciase mi mejilla. Si bien siempre habíamos sido buenos amigos, nunca había tenido ese tipo de gestos conmigo. Lo que más me sorprendió fue saber que no me molestaba en absoluto. Todo lo contrario, no quería que se alejase.
-No van a saltar las alarmas. Siete y Trece se están encargando de ellas.- No me lo podía creer... ¿o sí?, realmente sabía que había mentido. ¿Amantha también? ¿Por qué? No pude pensarlo. Me tomó fuertemente de la mano y comenzamos a correr por el patio hacia la salida mientras yo me encargaba de despejar el camino.
-¿Qué es lo que estáis tramando, Nueve? Necesito saberlo.
-Nada. Todo ha salido de la peor forma. Hemos perdido.
-¿Perdido?- Nos detuvimos de golpe al ver a varios guardias en la entrada del edificio. Nueve volvió a tirar de mí y nos encerramos en una acogedora salita de interrogatorios.
-No ha salido bien, Atsushi. Nada ha salido bien. Queríamos volver al pasado.- Los ojos se me abrieron de golpe.
-¿Al pasado? Si nadie lo ha conseguido todavía.- Mi amigo asintió.
-Trece descifró la fórmula. Durante varios meses estuvimos sacando algunos materiales del centro de entrenamiento para construir nuestra propia máquina del tiempo. El plan era marcharnos todos. Volver 80 años en el tiempo para poder detener toda esta maldita locura de quitarle los sentimientos a la gente.
Nueve se asomó por la rendija de la puerta. Al ver que los guardias ya no estaban en la entrada, decidimos salir corriendo. Y lo hicimos, pero al llegar allí, vi un destello reflejado en la puerta. Estaba seguro de que había sido una descarga pero tanto yo como mi amigo parecíamos estar bien. Me giré con miedo de lo que pudiese encontrar y, efectivamente, Once estaba en el suelo junto a nosotros.
-¡Dong-yul!- Gritó Nueve envuelto en pánico. Busqué con la mirada la procedencia del disparo y la encontré en un guardia, un par de metros más al frente. ¿Pero por qué habían disparado a Once? no era posible, esa situación era irreal. Juan Lee, la jefa del campo de entrenamiento, se situó frente a nosotros y disparó a aquel guardia.
-Vamos, marchaos de una puñetera vez.- Quise replicar pero mi amigo volvió a tirar de mí nuevamente mientras abría la puerta de la entrada. Pulsó su anillo al salir y en cuestión de segundos se puso en contacto con Trece.
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Proyecto Cero: Libro 1 (El futuro)
Teen Fiction¿Cómo esperas que comience una historia? ¿Hablando del pasado quizás? ¿Contando algo que sucedió hace muchos años? ¿O tal vez con un suceso acontecido en el presente que desencadene toda la trama? ¿Con un hecho que no tenga nada que ver conmigo en e...