Capítulo 6

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Llevaba tanto sueño acumulado que no fui capaz de despertarme por mí mismo. Al hacerlo, una sonriente Helena me estaba zarandeando. Abrí los ojos y me incorporé de inmediato.

-¿Qué hora es?- Pregunté nervioso pues no era normal que ella entrase en mi habitación.

-Son casi las nueve de la mañana.- Eso me puso más nervioso todavía, tendría que haber estado listo a las ocho para salir hacia el centro científico.- No hace falta que te des prisa, el señor presidente nos ha pedido que te dejásemos dormir hasta ahora.- Me le quedé mirando perplejo.

-Podías haber empezado por ahí.- Suspiré mientras terminaba de colocarme el uniforme. No quería pensar en lo que me esperaba una vez que saliese de la habitación. Sabía que era algo que tendría que hacer por obligación pero decidí pensar que lo hacía por Nueve, de esa forma me sentía algo más tranquilo.

Me inyecté el desayuno, me metí en cápsula de limpieza y salí hacia el despacho del presidente. Un cordial saludo, una sonrisa cómplice por su parte, y partimos hacia el lugar sin decir nada más.

Fue una vez que llegamos cuando se me empezó a revolver el estómago.

Lo había visto ya la semana anterior cuando lo visité por primera vez. El lugar estaba extremadamente limpio. Había un par de bebés en pequeñas cámaras, debían de haber nacido hacía apenas unas horas y esperaban a ser transportados al centro quirúrgico. Posteriormente, al orfanato.

-¿Sabes?- Antiguamente, los bebés no nacían de esta forma.- Empezó a decir Pedro, mientras acariciaba una barriga artificial, la cual estaba conectada a un montón de tubos que suministraban alimento al bebé.- Eran las mujeres reales quienes los tenían.

-Una madre.- Dije sin pensarlo.

-Ah, veo que has estudiado.- No realmente, simplemente mi curiosidad me pudo al leer uno de esos libros que Jahima guardaba en su habitación donde hablaba sobre ello. Pero no se lo dije, simplemente sonreí.

-Bien, hemos llegado.- Dijo al pararse en el centro de la enorme sala, donde decenas de ordenadores se conectaban a los vientres artificiales de cada bebé.- Dime, ¿qué ves aquí?

Empecé a observar con miedo cada una de las pantallas. Algunos bebés no eran más que pequeñas bolitas, esos los descartaba, recordaba que el presidente dijo que no podría saberse nada sobre el bebé hasta mínimo pasados cuatro meses.

Noté algo raro en una de las pantallas pero no advertí ningún síntoma de enfermedad cerebral por lo que pasé a la siguiente, así hasta llegar casi al final.

El síntoma era claramente visible. Por supuesto, el presidente no iba a llevarme allí si no había por lo menos un bebé que quitarse del camino.

-¿Y bien?- Suspiré pesadamente.

-¿Qué se supone que debo hacer? ¿Mandarlo a ejecutar?- El presidente se encogió de hombros.

-No lo sé. Ya te lo he dicho, dejaré que tomes la decisión que creas más conveniente. Ese bebé está en tus manos.- Fruncí el ceño, ¿qué quería que pensase yo con eso?

-¿Y si decido dejarle vivir?- Él rió con fuerza durante unos instantes antes de contestar.

-Entonces vivirá.- ¿Qué clase de prueba era esa? Estaba claro que dejarle vivir no era la respuesta correcta, ¿o sí? Tentado me sentía, la verdad. Pero tuve que pensarlo bien, ¿Qué sería de ese bebé al crecer?

El mundo era felizmente cruel, tal vez no sobreviviera el tiempo suficiente como para que aprendiera siquiera a hablar. Pero matarle sin darle la oportunidad... Maldita sea.

Proyecto Cero: Libro 1 (El futuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora