EL BARRIL FÚNEBRE.

291 15 2
                                    

Se trata de una historia en comic paralela al mundo de Chespirito que muestra un universo enfermizo y trillado lleno de los personajes de Chespirito que todos conocemos… con su lado más oscuro sacado a la luz.

Nadie sabe de dónde salió la historia y pocos saben cómo conseguir el cómic más que aquellos que conocen la dirección web exacta. Se cree que fue un programa pensado por Chespirito y que al no poder filmarlo encargó a un dibujante la creación de dicha historia. Sólo pocos han podido ver el comic completo, la única imagen conocida es una que se encuentra a la mitad de la historia y que se supone que pertenece a la portada del comic. Bueno aquí va la historia:

Era una tarde lluviosa, en la vecindad todos descansaban dentro de sus casas. En eso, un niño delgado y muy hambriento estaba buscando entre la basura un cartón para cubrir el hoyo de su barril, estaba congelado y resfriado. El chavo del ocho había cumplido ya 9 años y el único regalo que le dio el cielo fue una tarde de tormenta y el más intenso y escalofriante frio.

Mientras seguía esculcando la basura vio un periódico que en su titular decía: ENFERMO MENTAL SE ESCAPA DE SU CASA LUEGO DE ASESINAR A SU COMMPAÑERO. 
Según el periódico, el loco apellidado “Bonaparte” habría sufrido uno de sus constantes ataques de un efecto derivado de la epilepsia conocido como chiripiorca y su compañero al intentar calmarlo de un golpe, despertó en él un extraño estado de locura que provocó que Bonaparte lo asesinara con un bate de beisbol.

Sin embargo esa noticia no fue precisamente la que llamó la atención del chavo, sino una noticia mas abajo que decía que el Chapulín Colorado había atrapado al famoso Peterete, un asesino en serie que la policía llevaba años buscando.

Con aquella noticia el Chavo recordó cómo la noche anterior el Chapulín había visitado su barril y le había dejado un regalo de cumpleaños, era su Chipote chillón y una nota que decía: “tu serás quién tome mi lugar cuando sea viejo”.

Fue el mejor regalo que nadie pudo haberle dado, más que la torta de jamón de Don Ramón o el par de botas viejas que le había regalado Quico.

De pronto, a lo lejos, se escucharon sirenas, la policía perseguía a dos ladrones recién escapados, uno de ellos abofeteaba constantemente al otro mientras este, a su vez, trataba de esquivar el trafico que se cernía por las lluviosas calles de México en su auto. Así pues, cuando la policía comenzó a disparar, el condenado a pena de muerte conocido como “El Peterete” sacó su pistola y empezó a disparar a la policía, en eso, una bala proveniente del arma del agente Chambón hiere de muerte al conductor del vehículo conocido como “El Chompiras” lo que provoca que ambos reos se desvíen de la calle y pasen arrasando con todo lo que había en la acera, incluido un pobre niño que buscaba en la basura.

Ambos fugitivos terminaron impactándose contra una pared y muriendo de contado en el choque.

Mientras Chambón y su compañera revisaban la escena del crimen, vieron a lo lejos una silueta de dos personas en el piso, al acercarse vieron lo peor: era un hombre de sombrero celeste con bigote y muy delgado llorando y abrazando fuertemente a un niño que agonizaba y respiraba entrecortadamente.

Si perder más tiempo, Chambón y Don Ramón llevaron al pequeño Chavo a una clínica que se encontraba lo más cerca posible, el doctor Eugenio Chespirito Chapatín atendió de forma urgente al mal herido niño, sin lograr éxito. La noticia fue un balde de agua fría para los habitantes de la vecindad.

Todos lloraban aquella terrible perdida, en la vecindad se habían reunido todos sus habitantes y personas que conocían y compartieron momentos con el Chavo del ocho, entre ellos se encontraba el chapulín colorado. Parecía molesto y entre sus ojos llorosos inyectados en sangre se veía un repudio total por la gente que allí se encontraba, había llegado el momento de hablar:

Se paró frente a todos y con un lamento en su voz dijo:

— ¿Ven lo que pasa cuando dejan a un niño a su suerte? Nadie fue capaz de alimentarlo, de vestirlo, de darle un hogar. Preferían irse de parranda o engreír y engordar más a sus hijos (los miró a los ojos). Malditos… ¡MENSOS!… ¡¡¡SON UNOS MENSOOOOS!!!

El Chapulín dio media vuelta y se fue. Aquella noche alguien incendió la vecindad. Un ser vestido de negro y con antenas de vinil azules fue visto salir de la vecindad con aquel infierno a sus espaldas. El Chapulín había enloquecido, se cansó de tanta injusticia, de tanta nobleza. Incendió la vecindad y se llevo el barril en sus hombros.

Aquel traje rojo, aquella señal de inocencia y nobleza se lo llevaría su más grande Fan a la tumba. Vistió al chavo con su atuendo que tanto tiempo aquél niño soñó tener, metió su frágil cuerpo dentro del barril junto son una revista y una torta de jamón. Cerró el barril y en peso, EL CHAPULIN OSCURO se llevó EL BARRIL FÚNEBRE al cementerio.

A la mañana siguiente apareció una tumba que decía: AQUI DESCANSA CHENTE “EL CHAVO” BOLAÑOS. Y sobre él, un Chipote chillón negro.

Mitos Terroríficos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora