Maneras de besar

Como un reto | MoiCy

Moira se cubrió el rostro en un gesto de rubor fingido y Angela se sintió avergonzada.

—Creo que es demasiado revelador —mencionó Moira entonces, moviendo sus delgados dedos sobre sus ojos con una pequeña risilla silenciosa.

O'deorain había diseñado ese vestuario especialmente para Angela; se había preocupado de tomar las medidas exactas para cada centímetro de piel que buscaba cubrir y revelar. Había pasado horas delineando un boceto y finalmente se decidió por crear una lencería bustier color marfil con detalles plateados que pensó luciría fascinante en ese cuerpo.

La piel pálida de Angela había llamado su atención desde la primera noche que asistió a mirar los desfiles que se realizaban en la exposición del centro de la ciudad. Tenía una mirada expresiva y sus movimientos eran de principiante, distinta al resto de modelos que caminaban con pasos lentos y lánguidos perfectamente estudiados. Angela a ratos lucía como si no supiera lo que hacía, y eso le parecía extrañamente interesante.

—¿Demasiado revelador? —repitió Angela con vergüenza, tomando los bordes de la parte inferior, intentando estirarlos hacia abajo para cubrir un poco más sus muslos.

Moira se llevó el índice a los labios, pensativa.

—Sí, ¿me habré equivocado con las medidas?

Mentira, ella jamás erraba en un detalle tan ínfimo como ese. Sólo estaba jugando con Angela.

—Quizás es mi culpa —contestó Angela, acariciándose el antebrazo—. Esta semana no seguí la dieta debidamente y comí un poco más de lo permitido.

—Ah, ya veo... —Moira murmuró con un deje de malicia en su voz. No se esperaba oír algo así, pero quiso seguirle—. Entonces estamos en un problema.

Angela negó efusivamente, adelantándose.

—Desde hoy sólo beberé agua y té... para compensarlo —lo dijo sin pensar, pero absolutamente decidida. Aún quedaba para el desfile. Moira la había escogido especialmente a ella para diseñar su atuendo, no podía fallarle. Además, si se quedaba fuera de la exposición por no cumplir con el peso exigido, no podría cobrar el dinero y pagar los gastos de las próximas facturas de su apartamento de universitaria. Jamás se lo perdonaría.

—¿Hmm? —Moira se mostró particularmente interesada en ese instante—. Beber solamente líquidos durante tres días suena algo duro. ¿Realmente crees que puedes con ello?

—Puedo hacerlo.

Angela le miró con una expresión de absoluto convencimiento y O'deorain movió una mano en un gesto casual.

—Bien. Ahora puedes retirarte.

Cuando Ziegler se volteó en dirección al cambiador de vestuario, Moira tomó asiento en su sofá, divertida. Esa chica era adorable; ni siquiera había notado algún atisbo de que Angela hubiese subido de peso, y aun así ella creía que era su culpa por haber comido de más.

Sería cruel confesar que diseñó el atuendo tan ajustado apropósito para realzar su silueta, así que O'deorain decidió guardarlo como secreto.

Un par de minutos más tarde, Ziegler se aproximó a Moira luego de cambiarse, quien la miró por sobre los bordes de la revista que leía.

—¿Estás lista? Haz el favor de retirarte pronto, tengo cosas que hacer.

—Sí, sólo quería despedirme —Angela hizo una pequeña venia y un mechón de cabello se deslizó sobre sus mejillas al inclinarse—. Sobre lo que dije, lo haré. Sin duda lo haré.

Moira asintió sin mostrar demasiado interés, cambiando de página.

—Eso espero, cariño.

Y sin agregar nada, Angela encaminó en dirección a la salida de la residencia de O'deorain.