Sin ti - Creek - Tweek x Craig

Día 3

Aquel mensaje que tanto lo alteraba seguía en visto, dado que no tenía ni las fuerzas ni las energías para responderlo. Le había llegado un mensaje enviado desde el teléfono de su difunto novio, estaba claro que aquella situación le causaría un nerviosismo grande como la mismísima Rusia.

Sabía que tenía que hacer algo al respecto.
Lo más lógico, claramente, era preguntarle a los padres de Craig que había pasado con el teléfono. Quizás habían dado de baja el servicio y alguien más —alguien que no tuviera ninguna relación con aquel tema y que fuera un completo desconocido— hubiera cambiado al número de Craig. Y tal vez, aquella persona de la que no sabía absolutamente nada, se hubiera equivocado de contacto.
Pero tenía que admitir, que aunque su cerebro le dijera que eso era lo más coherente, había algo, una pequeña pizca de esperanza que le recorría todo el cuerpo y le pedía a gritos que contestara, y desde lo más profundo de su corazón quería creer que aquel mensaje tan inquietante era de Craig

Pensó en todas las posibilidades, tenía la oportunidad de contestar el mensaje, aún sabiendo que podría ser una broma por alguien sin una pizca de empatía, o terminar decepcionado al enterarse de que era otra persona, aunque también podría mostrar un poco de responsabilidad y respeto hacia los Tucker, que siempre le trataron con cariño, e informarles sobre la situación. Sin duda era una decisión muy complicada, y sobre todo para él, que tomaba café siempre en la misma taza por el miedo que le daban los cambios repentinos, y por la tonta pero persistente idea de que cambiar algo tan simple le daría mala suerte. 

Sin embargo, la desesperación que recorría sus venas era más potente que su miedo, así que, en unos segundos, ya se encontraba con el teléfono entre sus manos pensando en que debía responder a aquel extraño mensaje; pero mucho antes de que siquiera contestara, el contacto de Craig le había enviado otro mensaje, pero este era aún más perturbador e inquietante que el anterior.

"Sabía que ibas a responder, bebé"

Por su mente pasaron un millón de imágenes en menos de un segundo, el morocho le llamaba así todo el tiempo, era capaz de recordar la curvatura de sus labios al pronunciar aquel sobrenombre tan adorable y romántico.
Pero aunque por un momento la felicidad y la calidez de sus memorias inundaron hasta el hueco más profundo de su vacío corazón, estaba completamente aterrado. Sus piernas, torso, hombros, brazos, manos y dedos, o en otras palabras, todo su cuerpo, se encontraba bajo un ataque de nervios, que se apoderaba rápidamente de él a base de taquicardia y temblores. Las lágrimas se le escaparon de los ojos, y los gritos ahogados por el miedo  invadieron su garganta.
No quería ver, no quería nada más con todo aquello, deseaba no haber conocido nunca a Craig Tucker, o por lo menos nunca haberse enamorado tan perdidamente de él.

Y cuándo se sintió un poco mejor, la notificación de su teléfono le recordó que tenía un verdadero problema que resolver.

"Tweek, tranquilo, no tengas miedo"