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Estoy viviendo con una loca, dicho así te parecerá raro. La verdad es que está realmente desquiciada.
Entra en mi habitación y me grita, me desprecia y luego me pide perdón (o ni siquiera lo hace, está tan chiflada que ya carece de empatía).
En su retorcido mundo todo es mi culpa, que los platos estén sucios, que la cocina esté alborotada e incluso me culpa de su propia locura.
Estoy viviendo con una loca, quizá no me creas y no te culpo, mi padre tampoco me cree.
Ella no habla, grita y ni se te ocurra contestarle (después de todo ella tiene la verdad absoluta, o eso cree).
La verdad es que se ha ido curando, pero aún sigue haciendome daño, tan sólo para luego hacer como si no hubiera pasado (quizá también es a causa de su locura o simplemente se avergüenza de si misma).
Está tan chiflada que cree que le debo algo y cuando le pregunto qué es tan sólo me grita.
Lo cierto es que realmente me asusta, con su cara roja, sus dientes chuecos y rechinantes al igual que los de un perro y su voz impotente que es capaz de pronunciar una gran cantidad de atrocidades hasta hacerme llorar (y si hago mucho ruido al sollozar tan sólo amenaza con sacarme los dientes. Nada de dulzura).
Creo firmemente que jamás la comprenderé, a menos de que esté tan desquiciado como ella.
9 meses y 14 años para ella son suficientes como para echarme en cara que estoy en falta, para esa chiflada que en estos momentos me asquea llamarla "mamá".

0cXt54Lp_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora