Cuarta parte

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-No, esta bien.- Le digo con una sonrisa coqueta.

Pero este parece no conformarse con mi respuesta cuando comienza a toca mis manos y camina sobre ella hasta los hombros y baja por el costado de mi cuerpo hasta mi cintura. Siento un choque eléctrico. Mi cuerpo me pide a gritos ser más tocada por este hombre. Él se pone de pie, toma mi cintura por detrás y me susurra al oído. Siento su aliento sobre mi lóbulo.

-¿Esta segura?

Dios. Su roce me esta matando. Pero parece ser un hombre que siempre obtiene lo que quiere y conmigo no va a pasar a pesar de que me guste. Creo que si me gusta Luis. En verdad me esta enloqueciendo. Giro a verlo y su rostro esta casi pegado al mío. No puedo dejar de verlo solo quiero lanzarme sus brazos pero a duras penas mantengo el control. Quiero besarlo.

-Segura.- Le digo firmemente tomando todo el control de mi cuerpo.

-Aunque digas que no. Un día vas a jugar conmigo.

-No lo creo.- Le digo sonriendo coquetamente desafiante mientras él aún seguía de pie tan cerca de mi que parece escuchar mi respiración.

Pocos segundos después desprende el agarre y su mirada. Toma su trago de golpe y se va del bar sin decir ni una palabra. ¿Por qué su reacción? ¿Habré hecho mal? Pero en mis planes no esta tener una aventura de una noche aunque este hombre, Luis, me haga estremecer con solo mirarme. Creo… creo que lo quiero para más de una noche.



Los días pasaron y esa noche en el bar me quema la cabeza ¿lo volveré a ver? Extraño su voz grave… esa voz que es atractiva y sensual. Ya se nota que necesito su presencia. Pero quiero saber quién es por lo que decido preguntarle a Cristóbal. Capaz que él sabe algo ya que él es un dominante frecuente en el bar.

-¿Puedo hacerte una pregunta?

-Si, Ana.

-¿Conoces a un tal Luis Larrañaga?

Si, aún me acordaba su nombre después de tanto. Cristóbal arquea la cejas mientras almorzámos en el patio de su casa.

-Si, es un Dom como yo. No es un amigo cercano pero lo conozco. ¿Por qué preguntas?

-¿Te acuerdas que te conté de alguien?

Su cejas vuelven a arquearse con una expresión extraña.

-Ah, ese es entonces la persona que te interesa. Por lo general dicen que es un buen Dom aunque no le gustan las relaciones serias.

-Me di cuenta.

Se me escapa. Cristóbal frunce el ceño esta vez. Parecía confundido por lo que dije.

-¿Por? ¿Paso algo entre ustedes?- inquiere preocupado.

-No, solo una vez en el bar me lo encontré y me pregunto si queria estar con él. Yo le dije que no porque me di cuenta de lo que buscaba.

-¡Oh! Es un avance porque parece estar interesado en vos.- Dice emocionado.

-Eso paso hace mucho y no creo que aún le interese.

-¿Quieres apostar?- Dice Cristóbal sonriendo con picardía.- A ese hombre solo le intrigaste más. Debió arder de la rabia cuando te negaste porque es el tipo Dom que consigue lo que quiere cuando quiere y al Sub que se le plazca. – Dice esto riendo.

-Entonces hice bien.- le digo pensativa.

-Claro. Ahora lo que necesitas es mantenerte así cada vez que lo veas.

-La ultima vez que lo vi fue esa vez.- Le digo con voz triste.

-No te preocupes. Yo te ayudare.

-¿En serio?- le pregunto volviendo la emoción al pecho mientras tomaba sus manos.

-Si, claro. Eres mi amiga y te ayudare.- hace una breve pausa- Mmmm puedes estar en la subasta la semana que viene y me asegurare de que él este.

-¿Puedes hacer eso?- le pregunto incrédula.

-Si, claro. Soy amigo del dueño del bar y puedo pedir la presencia de Luis en la subasta.

Esto último me hizo pensar sí estaba haciendo lo correcto. Mi expresión de tristeza se noto.

-Tranquila. Intentaremos que él se quede más de una semana contigo. Capaz que con lo que tengo pensado logramos mucho más.

Él me da esperanza en donde hay al parecer y ahora lo dudo.

-¿Cómo harás eso? ¿En qué estas pensando?- Le cuestionó.

-Si sigues siendo buena sumisa complaciendo al amo y las clausulas de tu contrato no permite sexo lo tendrás por más tiempo.

-¿Funcionara?- Le pregunto frunciendo el ceño casi incrédula.

-Si. Ten fe y confía en mi.

Sonríe mientras desarma mi agarre y él toma mis manos.

-Gracias amigo.- Le digo con una sonrisa de oreja a oreja.

-De nada cariño.



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