Decima parte

6.7K 245 2
                                    

No puedo creer que después de cuatro meses vuelvo verlo. Esa sensual sonrisa, bello cabello azabache, solo que esta vez lleva un peinado diferente: lo trae más largo y esta vez cae hacia los lados. Sigue usando esos trajes apretados que le quedan hermoso. Hoy lleva un traje negro con una camisa blanca que resaltaba sus pectorales y una corbata que combina con todo el resto del traje. No puedo evitar sentir que mi corazón se acelere a tal punto de no reaccionar al verlo. Pero después de todo es hora de cumplir lo que dije en su momento. Fingiré no recordarlo o no reconocerlo para estar segura de él y cuidar mis sentimientos. Quito mi mano bruscamente a pesar de que me encanta su tacto.

-¿Se le ofrece algo?- Le digo seriamente indiferente. Esté sonríe de lado, se acomoda el traje para erguirse y responder.

-Busco al doctor Rinaldi.

- Él esta con un cliente en estos momento. Si quiere puede esperarlo aquí.- Le digo seria pero amablemente.

Este se aleja y se sienta en una de la sillas en diagonal a mi escritorio. Mientras recojo finalmente la carpeta y la acomodo. Intento pretender que no sentir su mirada en mi. Esa mirada intensa con la que me persigue desde el primer día que nos conocimos. Busco otras carpetas que tengo que llevar a la oficina de la doctora y me levanto del escritorio a llevarlas. Camino apresurada como sí esa mirada me persiguiera hasta donde estoy. Entro, me dirijo al estante y acomodo las cosas. Al rato escucho que alguien cierra la puerta, se acerca a donde estoy y salto de mi lugar cuando este toca mi hombro.

-De pie.

Al escuchar la orden me estremezco. Mi cuerpo comienza a temblar por la orden que me da. Necesito escuchar su voz rígida con la que domina cada centímetro de mi. No puedo explicar lo que él le hace a mi cuerpo y automáticamente dejo las carpetas. Me pongo de pie. Esta detrás de mi. No puedo evitar que mi respiración se acelere esperando que va a hacer ahora.

-Gira y mírame.

Yo con la cabeza gacha no sé sí hacerlo esta bien. Pongo los ojos en blanco, suspiro y giro. La expresión de su rostro no es la habitual. Hay algo que es diferente pero no notó qué. El solo me mira. Yo a veces subo los ojos para verlo y luego los bajo de nuevo.

-¿Por qué te fuiste?- cuestiona autoritario.

-No le debe importar.- le digo con sequedad.

Este me hala del brazo hasta la pared y me deja atrapada entre él y la pared.

-Responde.

-¿Por qué le interesa ahora? No debe preocuparse por eso porque ya paso y usted esta feliz con otra sumisa. A la que puede hacer lo que quiera. No me moleste.- le digo irritada.

-¿Crees que recién ahora me interesa?-cuestiona indignado.- No me diste tiempo ni para hablar cuando ya no estabas en mi casa.

-Mejor aún. Porque no hay nada que decir.

Intento zafarme del agarre pero este me sujeta más. Dios. Me deja inmóvil. El hecho de que él me inmovilizara me excita pero tengo que mantener el control. Sus manos pasaron de sostener mis hombros a tomar mi cintura. Me encanta sentir sus dedos. Mi respiración aumenta y no me deja tranquila. Tengo que desprender el agarre para que esto no pase a mayores. Este rápidamente se prende de mi cuello y yo emito un jadeo por el contacto de su boca en mi piel. Esos labios que me acarician y tienen un efecto mágico en mi. Debo pararlo. Pero no puedo moverme. Estoy atrapada entre sus manos, boca y una de sus piernas que esta entre las mías.

-Tengo tanta ganas de que seas mía.- Dice esto aún prendido de mi cuello y seductoramente.

Quiero que lo haga pero no. Tengo que irme o esto terminara mal.

-Déjame tranquila.- Pude decir a penas entre jadeos y con los ojos cerrados.-No quiero.

-Tu dices una cosas pero tu cuerpo me dice otra. Quiere que lo toque, muerda, bese y acaricie. Quieres que te tenga desnuda inmovilizada y azotarte como te gusta.

Mi cuerpo tiembla con solo imaginarlo. Es verdad… mi cuerpo no se niega a las sensaciones de su tacto que me hacia volar. Maldito cuerpo delator. Luego de unos segundos sigue hablando con esa voz que me esta matando.

-¿Por qué te resistes a mi? ¿Es por lo que paso en mi casa?

Al decir eso abro mis ojos e intente alejarlo de nuevo. Recordé lo que paso de nuevo y no puedo dejarme llevar. Tengo que mantener la postura.

-Escucha.- cambia a su voz autoritaria. -Quiero hablar contigo. Ven al bar esta noche.- Largue una pequeña risa irónica.

-¿Crees que iré porque tu me ordenas?-Le digo desafiante.

-Si no vienes iré hasta tu casa.

¿Cómo mierda sabia mi dirección si nunca se lo di antes? Mis ojos se ponen blanco y luego vuelvo a mirarlo.

-Esta bien.-Le digo rindiéndome.

Esté sonríe y se aleja de mi. No creí que una simple respuesta lograría que se alejara. Lo malo es que me dejo excitada y tengo que seguir trabajando. Pero la verdad es que no quiero ir: Una, porque estaré cansada; y dos, porque no hay nada de que hablar. Ya paso lo nuestro y él parece no estar satisfecho. Parece que quiere hacerme añicos de nuevo. Pero ahora que se aleja y me siento demasiado libre para mi gusto. Me gusta que me someta a pesar de estar enojada con él. El abre la puerta y sale mientras que yo me quedo congelada en la pared pensando. Un momento después reacciono y me agacho para terminar de ordenar. Cuando vuelvo al escritorio la señora Arriagada sale de la oficina del doctor.

-Adiós Ana.- Dice sacudiendo la mano.

-Adiós señora Arriagada.

Me pongo de pie y voy hasta la oficina a darle el aviso de que vino una persona a verlo. Salgo y freno mis pasos junto al escritorio.

-Puede pasar señor Larrañaga.

Este se pone de pie, se detiene a mi lado y me susurra al oído.

-Por lo menos ahora te acuerdas quien soy.- Susurra con voz seductora.

Haciendo que mi piel se ponga como gallina. Él me sonríe mientras lo miro seriamente pero con los efectos que me hace y sigue caminando a la oficina.

Mierda…

Cuando salgo de la oficina llamo a Rocío para juntarnos a cenar. Estoy nerviosa y necesito una mano amiga para poder decidir si voy o no al bar. Me pregunto para qué quiere hablar conmigo. Solo fui su sumisa por casi una semana hasta que rompí el contrato y solo eso. Sé que él no piensa en mi de otra forma… capaz que quiere reanudar el contrato o capaz que es otra cosa pero menos que quiera hablar de lo que paso esa noche en su casa o algo más. Lo raro es que se acuerda y un poco parece importarle. Pero no caeré en una idea errónea. No quiero ilusionarme a pesar de que la idea que surgió le da un poco de emoción a mi corazón. Probablemente, cuando hablemos una vez más, romperá de algún modo de nuevo mi corazón.

-Rocío… no sé que hacer.

Miro la copa en mis manos sentada en el sofá al lado de ella.

-Mmm no sé. Tampoco quiero que sufras estando cerca de él.

-Dijo que vendría a casa si no iba.

-¿Qué?- Dando un pequeño salto en el sillón.- ¿Sabe donde vives?- Mirándome sorprendida.

-Al parecer.- Digo pensativa.

-Ahora estoy como vos. Sin saber que hacer. Puedes ir y si te sientes incomoda puedes irte o me llamas e iré a buscarte.

-¿Harías eso por mi?

-Claro. Eres mi amiga y no dejare que te lastime de nuevo. No me interesa que sea un dominante. No dejare que sea un idiota contigo.

-Gracias Ro. Le diré a Cristóbal que me acompañe ya que de seguro va al bar.

-Esta muy bien entonces.- me sonríe de nuevo y yo se la regreso con una dudosa.





DescubriéndomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora