Sexta parte

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Después de que Luis dijera eso, Roberto y él concretaron el contrato con un apretón de manos. El me ordeno tomar su brazo y salimos de la oficina. De nuevo esos jadeos y gemidos desesperados detrás de esas puerta del pasillo. Me imagino que tal vez algo así será lo nuestro o no sé. Yo no lo conozco a la hora de una escena pero esta vez puedo decir que estoy a punto de conocer a mi Dom en acción. Fue extraño que aceptara. Hombres como él no se conforman con ese tipo de clausula pero algo en él parece aceptar las condiciones a pesar de que protesto un poco. ¿Tendré algo especial? No. No creo. Capaz que para él estar de abstinencia de sexo será duro hasta que se termine la semana. Pero parece que le da igual ya que me acepto como su sumisa. Espero que pase lento el tiempo para poder disfrutarlo. Tengo que recordar mi entrenamiento. Cristóbal, antes de que yo ingresara a la subasta, investigo que tipo de sumisas le gustan. Pues al parecer soy su tipo solo que les encantan las obedientes pero que son rebeldes al mismo tiempo. Es una descripción algo confusa y retorcida porque no sé cuando ser obedecer y cuando ser desobediente a mi propia merced. Pero Cristóbal me explicó y me ayudó a entender mediante una sesión. Lo extraño es que tuvimos tantas sesiones de aprendizaje que estar en manos de este hombre me vuelve  principiante de nuevo. Sé que solo paso un año pero es hora de poner en marcha ‘obtener al Dom de mis sueños' ya sea un éxito o un fracaso estaré feliz porque estuve con él. Cristóbal siempre me regaña cada vez que digo esto porque para él, según nuestro plan inicial, lo conseguiré. Será ese Dom que pertenecerá a mi lado. No alcance a hablar con mis amigos porque apenas termino la subasta me fui con Roberto. Pero estoy tranquila porque Rocío, luego de la subasta se iba con Salvador. No sé para qué ni a donde pero confío en que va a estar bien. De lo contrario, sabe él lo que le va a pasar.

Al salir del bar, me subo a su automóvil estacionado enfrente del mismo. Luis no dice nada solo me mira de arriba a bajo. Mientras él maneja coloca una de sus manos sobre mi muslo masajeándolo. Siento de nuevo esa sensación eléctrica de su mano en mi piel. Me paralizo pero como sumisa debo comportarme y dejar que su mano me acaricie. El viaje a su casa se hizo eterno pero cuando llegamos me ordeno que no bajara, él sale y gira para abrir mi puerta. Parece ser muy respetuoso, elegante y caballeroso. Baja del auto y él me agarra de la cintura para acércame a su cuerpo. Mi corazón late a mil por hora. Cálmate Ana. Cálmate. El se acercó a mi cuello e inhalo mi perfume. Se siente bien tenerlo tan cerca. Después de un rato posicionado en mi cuello mientras que estamos frente a su gran casa que esta ubicado en una residencia privada, me suelta la cintura y comienza a desprender uno a uno los botones de mi abrigo.

-De ahora en adelante solo se tapara frente a otros dominante. Mientras tanto, solo usara lo que le deje. Ya sea media desnuda o completamente vestida.

-Si señor- susurro.

Este tira mi abrigo adentro del auto y me guía con una mano sobre mi espalda baja al interior de la casa. Es realmente grande. Tiene un gran comedor, dos puertas que dan a unas habitaciones (que no se para dónde van) y una escalera ancha y hermosa que dan a las habitaciones de arriba. El me observa como miro la casa. Como sí hiciera un registro de lo hermosa que es. Pero en serio. Es impresionante.

-Vamos.- me dice tranquilo con una sonrisa para que siga caminando.

Me guía hasta una de las puerta cerca de la cocina, que por cierto es otra zona de la casa que es inmensa y reluciente.

-Entrara con sus ojos vendados, sí lo hago, y no se la quitaras hasta que yo le diga.

Asiento con la cabeza mientras él busca en su bolsillo una corbata ordenadamente arrollada. La estira y levanto la cabeza para mirarlo cuando él me cubre los ojos. Ahora ya no puedo ver. No voy a poder ver el cuarto, solo sentirla cuando me toque. Mi cuerpo tonto comienza a temblar al escuchar el baile de una llaves contra la puerta. Mis nervios aumenta pero intento controlar mi respiración. Al ingresar siento que me deja de pie a un lado dentro de la habitación. Escucho el tintineo de unas cadenas chocándose. No sé que está buscando cuando siento que se acerca a mi para besarme el cuello. Libero un jadeo con el contacto de sus labios en él y con su otra mano comienza a desabotonar mi short. Siento sus nudillos que tocan mi vientre desnudo mientras lo hace. El despega sus labios de mi cuello para darme una orden:

-Quítese los zapatos.

Por lo que sin despegarme mucho de él, algo torpe, con ayuda de mi otro pie, me quito los zapatos. Él me suelta el cuello dejando un jadeo en mis labios. No sé que va a seguir hasta que siento que no esta en la misma altura cuando siento que posa sus manos alrededor de uno de mis muslos bajando una de las medias. Mi piel se erizo al sentir su roce. Luego suavemente siguió con la otra media. No se escucha ninguna respiración irregular en él o una orden, solo siento que besa mis muslo conforme a que bajaba las medias. Me esta gustando y eso que apenas empezaba. Dios. ¿Qué voy a hacer? Debo mantener el control de mi cuerpo y de mi boca para no rogar. Se levanta silenciosamente, baja mi short de una vez.

-Levante los brazos.

Lo hago, él me quita el top que llevo.

-Baje los brazos.

Cuando lo hago este me quita el brasier negro que combina con la parte de abajo. Buen conjunto según Rocío. Sólo estoy con la parte inferior de mi ropa interior en medio de una sala de juego y con una venda en los ojos. Su roce me esta enloquecido. Es una guerra entre mi cuerpo, mi mente y las ordenes de mi señor. Capaz que si hubiera entrenado un poco más, lograría el máximo control sin problemas pero no sé… dudo que sea eso. Tal vez es por él. Porque no es Cristóbal, un amigo a la cual no siento nada. Este es Luis, el hombre de voz grave y de ojos oscuros que me encanto cuando lo conocí por primera vez. Luis toma mi mano para acercarme a un lado en especifico y se escucha que él toma algo en sus manos.

-Extiende tus manos juntas.

Acerco mis manos juntas hacía él y comienza a colocarme unos grilletes que al tocarla son de cuero áspero o algo así.

-Levante sus brazos.

-Hago lo que me ordena y siento que sujeta los grilletes en algo haciendo que quede colgada.

-Hermoso.- sale de su boca expectante.

Mientras que yo cuelgo y él observándome de algún punto de la sala. Después de unos momento colgada sin ninguna atención siento la acaricia de una solapa de cuero que camina desde el contorno de mis brazos hasta mi cadera del lado derecho y luego dando un ligero golpe que me hizo poner de puntitas y liberar un pequeño gemido. Dios. Es el paraíso. Sigue paseando la fusta alrededor de mis glúteos subiendo por mi espalda.

-Esto ya no lo necesitas.- Dice con voz seria y autoritario.

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