Octava parte

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La verdad no sé ya que pensar. He estado muchas horas aquí dentro como nunca antes. Espero y espero que aparezca e ingrese a mi cuarto pero no lo hace. Me hace sentir nerviosa y preocupada. No tanto por lo que me hiciera sino por los resultados de este plan tan fracasado. Porque eso es. Un fracaso ya que no da resultado nada. Será que este hombre es más complejo de lo normal y que él a pesar ser el Dom perfecto para mi no concluya siendo mío. Estoy frustrada. Camino de un lado para otro dentro de la habitación dejando que mi mente viaje llegando a mis peores conclusiones pero según todo lo ocurrido da a un resultado negativo. No debí hacer enojar a mi amo. No sé si la idea de ser obediente y desobediente da resultado por lo anterior. Se enojo muchísimo por algo que para mi es tan simple pero es… mejor dicho soy su sumisa y debo comportarme. Un amo del control que lo desobedezcan es un golpe en el vientre y me lo ha dicho Cristóbal que ha tenido sumisas desobedientes. Pero según él, a pesar de que sea un contrato de una semana, él a regresado a sumisas eso mismo. Capaz… capaz que esta preparando todo para regresarme. En un momento a otro escucho pisadas casi llegando a mi habitación y me siento en la punta de la cama esperando a que entrara. Pero no lo hace solo me habla desde la puerta.

-Saldré. Duerme un rato que más tarde jugamos y también te castigare por desobediente. ¿Me escuchaste?

¿Castigo? Me intriga saber cuál. Nunca me han castigado pero Cristóbal me ha contado en que consiste.  El que más usa él es pegarles con un palo en las nalgas mientras las regaña. No me parece tan aterrado porque lo he visto y no es un bate, sino como una vara que es fino y alargado. Casi como si fuera una lonja. Esos golpes son dolorosos. Pero así castiga Cristóbal. No sé como lo hace Luis. Capaz que tiene un método diferente. Pensando en lo que puede ser, no bajo a cenar. La ama de llave sube y me deja la charola con algo de comida. La verdad fue mi salvación porque moría de hambre. Decido agradecerle por ser tan amable por sí en unas horas me voy y decide ir a protestar por la decepción que siente por mi a Roberto y  buscarme para llevarme de regreso. Pude cenar un poco y a bocados lentos. Los nervios me carcomen y no me dejan tranquila. Provoca que mi estómago se le haga un nudo a tal forma que me quita el apetito. Pasan otras horas hasta que vuelvo a escuchar el portazo de la puerta principal. No se escucha que suba. Capaz que fue a su oficina que tiene al lado del cuarto de juego. Mi corazón se sobresalta con solo pensar que él venga a mi cuarto para buscarme e ir a la sala. Quiero que venga pero tarda y me da más ansiedad. Minutos después escucho otro portazo pero de una puerta más pequeña y unas pisadas subiendo las escaleras. Me siento de nuevo en la punta de la cama esperando a que entrara. Este se para enfrente de ella y abre la puerta. Se ve extraño. Como exaltado pero aún manteniendo el control. Quiero que me bese. Dios. Unas horas sin él y ya lo necesito. Lo que será de mi sin él en el futuro. Tendré que luchar con mis sentimiento cuando lo vea y no pueda sentir su roce de nuevo. Este se acerca a mi y me toma los hombro para ponerme de pie. Me he acostumbrado en menos de una semana a su cercanía y se vuelve como una dulce droga para mi. No dice nada. Maldición. ¿Por qué antes me miraba fijamente y ahora esquivaba mis ojos? Mientras intento buscar sus ojos este comienza a hablar.

-Vamos al cuarto.

Ni apodo tierno ni nada. ¿Tan mal me porte para que me tratara así? Sale de la habitación con señal de que lo siga y lo hago bajando el rostro. Mientras bajo las escaleras completamente desnuda esperando de que nadie me vea, me deja de pie frente a la puerta cerrada del cuarto. Estoy ansiosa por jugar de nuevo aunque sea por ultima vez. Pero mi vista se oscurece cuando este me cubre los ojos con su corbata. Abre la puerta que por alguna razón extraña no tiene llave y me ayuda a entrar con su mano apoyada en mi espalda baja. Este me para en un punto de la sala.

-Arrodíllate.

Apenas me lo ordena yo lo hago y escucho unas cadenas moviéndose de forma particular. Es como que no están vacías o es mi parecer. Este se separo de mi y no sé que hace. Tarda en buscar las esposas como siempre lo hace y que en cada sesión era diferente; de cuero; terciopeladas; o de grilletes con hebillas que tienen una cadena larga para poder colgarme y dejarme inmovilidad. Siento que él se acerca y me besa los labios. Es raro. Me besa y eso no es un castigo. Es más lo hizo tan apasionadamente que me dejo sin aire. Luego se aleja.

-¿Estas bien?- pregunta tan amable.

Me sorprendía por lo que después le respondo pero otra voz hizo coro con la mía. Estoy confundida. ¿Hay otra persona? Me empiezo a desesperar por lo que me quito la venda. Hay una chica colgada de los brazos y de las piernas abiertas en la cruz. Esta me mira con una sonrisa en la cara mientras que Luis se bajaba los pantalones delante de ella.

-¿Otra vez desobedeciendo señorita? ¿Yo le dije que se sacara la venda?

Me duele terriblemente el pecho con esa escena. Me hace sentir peor que esa vez en el bar. Estoy inmóvil. Mis palabras no quieren salir por lo ahogada que me siento.

-Señor… ¿Por qué ha buscado a otra sumisa? ¿acaso no esta conforme conmigo?

-Es mejor que tu. Ella me deja hacer lo que yo quiera con ella y sin necesidad de un absurdo contrato con clausulas idiotas.

Esas palabras duelen como la mierda. Mis ojos comienzan a humedecerse. Estoy llena de dolor e impotencia. Por desobedecer una simple orden me castiga de una manera tan desgarradora.

-Échela.- Sale de mi boca.- Échela y dejare que haga lo que quiera conmigo señor.- Su gesto no cambia.

-Te dije que no rompo contratos. Así que calla tu boca y ponte la venda de nuevo.

No me espere que haga esto. Es desgarrador. Quiero que se vaya. Que él es MI amo y no la de ella.

-Por favor Señor.- le digo acercándome y tomando su pierna.

-No me toques.

Quita su pierna de mi agarre.

-Obedece y deja de discutir.

Yo solo quedo mirándolo mientras vuelve a darme la orden con un volumen más alto. La verdad es que no me duele que me grite. Sino lo que me dijo y lo que esta a punto de hacer.

-Obede..

-Pimienta.- susurro.

-¿Qué dijiste? ¿Por qué dices la palabra de seguridad?

Apenas termina de hablar me quito la venda del cuello, la dejo en el suelo y me pongo de pie. Este me queda mirando sorprendido. Lo siguiente que hago es caminar hacia la puerta y salgo. Esta dicho… mejor me voy antes de que me siga destruyendo.

Subo rápido las escaleras, llego al cuarto y tomo la camiseta para ponérmela. Salgo de la habitación y busco entre sus cosas el contrato que había hecho con él. Cuando lo encuentro, lo rompo en pedazos sobre la cama y salgo de ahí. Luego bajo al cuartito de la lavandería de la casa y tomo uno de sus pantalones que al parecer son de esos que usa para ejercitarse pero en este caso esta limpio. Ya esta. No me importa si sigue él tranquilo con ella mientras se complace follandola mientras yo me voy. Me despido rápido de la señora y le digo que después le devolvería la ropa que he tomado. Mi ropa esta en la sala de juegos pero no planeo regresar allí. Estoy tan jodidamente lastimada que le pregunte a la señora si puedo usar el teléfono de la casa para poder pedir que me vengan a buscar.

-Cristóbal… ¿puedes venir a buscarme?

Mis lagrimas caen y mi nariz gotea. La señora de ahí al verme en tal estado me alcanza un pañuelo para limpiarme. Quiero irme cuanto antes y no volver más.

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¿Qué pasará ahora despues de esto?

No se preocupen. Aún no termina. 😉

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