Parte 5: Dos conejos de un tiro

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5-Dos conejos de un tiro

**Ginrei**

Miro fijamente a Abarai Renji que sorbe tranquilamente su té y el muy grosero se atreve a pedirle más galletas a Souken mientras Kurosaki Ichigo permanece callado. Vaya dos gorrones...se pasan más tiempo aquí con la excusa de las historias que en la suya, no llevan ni una semana y ya han roto el calefactor y estropeado uno de los grifos.

-¿Y bien?? ¿De qué va hoy la historia?-

-Estás realmente abatido, Ichigo-kun... ¿quieres que te traiga otra cosa de beber?-

-Gracias Souken, eres muy majo, pero no. Sigo traumado con lo de mi padre....toda esta historia fantástica se me está atragantando-

-Entonces vete si no quieres escuchar lo que sigue, además no creo que te interese, es más de mi familia-

-¡¡A mí sí me interesa!!- observo aún más mosqueado al pelirrojo. Si es quien yo creo que es, podemos salir mal parados...pero seguiré al acecho. Kurosaki al final decide quedarse con tal de no aburrirse en casa y cojo aire para retomar la batallita.

-¿Dónde nos quedamos?-

-En cuando su hijo Soujun vuelve con usted y el demonio se va-

-Bien...estos acontecimientos son pasados dos años después de eso. Mi hijo contaba ya con 17 años....y un bebé a su cargo-

-¿Era Byakuya?- fulmino al pelirrojo pero este se escuda nervioso –usted dijo como se llamaba su nieto ¿recuerda? Por eso lo digo...-

-No me interrumpas más, chico. Bien...ubiquémonos en el pasado, tras lo acontecido en el pueblo todos pensábamos que las cosas se calmarían y no habría más sucesos raros...pero no habían hecho más que empezar y eso involucró a más almas inocentes...-

**Ukitake**

-¡¡Jushiro nii-sama!!! ¡¡Dile a Kei que me deje jugar!!!-

-¡¡Es mentira Jushi-nii!!!-

Resoplo hondamente al ver a mis pequeños hermanos discutiendo sin parar. Qué difícil es ser familia numerosa y tener que hacerse cargo de tantos....adoro a mis pequeños, pero todos los días es una lucha constante con ellos. Soy el mayor de siete hermanos y en nuestra condición actual de vida campestre los gastos se hacen excesivos para subsistir diariamente. Tengo 17 años, edad suficiente para ponerme a trabajar, pero el pueblo es muy pobre y apenas ofrecen trabajo, aparte que mi salud es muy delicada y suelo enfermar con facilidad. Hace unos años, el poblado sufrió una epidemia de tuberculosis y yo fui uno de los afectados junto a mi padre. El pobre murió por complicaciones y yo sobreviví, aunque mi madre cree que me curé del todo, la mentí para que no se preocupara. En los momentos en que hemos pasado penurias y veía llorar a mis hermanos por el hambre, me lanzaba al poblado incluso para ver si podía trabajar "agradando a hombres y mujeres", vamos, el oficio más rastrero de todos, vender tu cuerpo. Aún ni con esas me aceptaron, un chico enfermo por muy hermoso que parezca sigue siendo una lacra contagiosa. Me he hecho a la idea de que jamás podré casarme y tener hijos, nadie me ha tocado desde que tengo uso de razón para saber de relaciones sexuales y aunque no me preocupa, en el fondo me entristece ser un "apestado".

-¡Madre!! ¡Enanos!! ¡Ya he vuelto!!- alzo mi cabeza al ver a mi hermano menor, Yylfordt. Le llamamos Yyl para abreviar y es el hermano que más se me parece, salvo en que su cabello es rubio y largo y el mío, corto y blanco, carente de pigmentación por mi enfermedad. Naturalmente soy castaño, como el color de mis ojos, pero he perdido mucho color con la tuberculosis. Yyl es la envidia de todos los jóvenes del pueblo y eso que solo es dos años menor que yo. Consiguió trabajo en la mansión Kyoraku, el hombre adinerado y padrino del pueblo que nos da protección a cambio de recibir los beneficios de las tierras y exportaciones. Nunca le he visto en persona, pero todos dicen que es realmente apuesto y un busca líos. Tiene fama de conquistar tanto a hombres como mujeres, por lo que a veces temo por la seguridad de mi hermano, es fácil de engañar. Yyl se acerca a mí y me abraza entusiasmado sonriéndome con picardía.

"¿Batallitas?"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora