Parte 10: La sangre del elegido

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10-La sangre del elegido

**Hisana**

Soy una mujer realmente afortunada. Pensé que la vida me había dado la espalda al nacer en un ambiente pobre y sobrevivir a duras penas sobreponiéndome a mi debilidad, pero al final obtuve mi recompensa. Estoy contenta de vivir a las afueras de Kioto, siempre ha sido un lugar que me ha fascinado por su belleza y desde que trasladaron aquí a mi marido, no hay día que no disfrute arreglando el jardín de nuestro dojo o saliendo a pasear. Soy la orgullosa esposa del general Kuchiki Byakuya, no puedo quejarme ni de mi nueva posición, ni de la protección y el cariño que ese hombre me da diariamente. Nos conocimos en Okinawa, yo acababa de dejar el orfanato y estaba buscándome la vida para poder pagar la manutención de mi pequeña hermana Rukia, que por suerte ya no vive allí, aunque en ese tiempo por desgracia me era imposible encontrar trabajo. Siempre he sido una joven menuda y delicada y los trabajos que tenían vacantes eran para hacer mucho esfuerzo físico. Terminé en una fábrica de telas y al poco tiempo sufrimos una epidemia de tuberculosis. Muchas de mis compañeras de trabajo cayeron y al final me contagié como ellas. Una de las noches me desmayé al volver a mi cabaña y fui recogida por un hombre hermosísimo, que me pareció más un ángel venido del cielo que un humano. El padre de mi esposo, Soujun, me acogió en su familia con mucho cariño y luego adoptó a Rukia. Él era viudo ya pese a su juventud, su mujer había fallecido por la misma enfermedad que yo y creo que por eso le di más lástima.

Fue ver a Byakuya y me enamoré de él. Tan alto, tan hermoso y atento...me conquistó con solo sonreírme y desde ese momento pasamos muchos ratos juntos, hasta que a su padre y abuelo les pareció bien que nos casáramos. Byakuya estaba estudiando en la escuela militar y no tardó en hacerse con una buena posición elevándole a la categoría de general. Nada más casarnos, le trasladaron a Kioto para llevar el cuartel y desde entonces estamos aquí, aparte que hay uno de los mejores hospitales para llevar mi tratamiento. Lo malo es que no le veo tanto como quisiera y no hemos compartido más que cama para descansar....estoy demasiado débil para tener relaciones íntimas, es lo que el médico me dijo y Byakuya lo ha respetado a rajatabla. Quiero darle un hijo cuanto antes....por eso necesito estar saludable. Deseo con todo mi corazón tomarle dentro de mí y ofrecerle todo el amor que siento....

Oigo su profunda voz a mi espalda fuera del dormitorio y eso hace que me sobresalte ligeramente. Me incorporo del futón para recibirle, ajustándome el fino yukata de seda blanco que deja un poco a la vista las curvas de mi cuerpo, pese a que soy pequeña en comparación a él. Byakuya entra suspirando profundo y me dirige una mirada de cariño mientras busca en sus cajones las últimas prendas para guardarlas en la maleta. No van a trasladarle de nuevo, pero si se va a la guerra, a un conflicto en nuestra amada Isla de Okinawa, donde temo por Rukia y la familia de Byakuya que viven allí.

-¿Cuándo...te irás?- me cuesta preguntárselo porque temo la respuesta.

-Mañana....iré a la ciudad para reunirme con mi patrulla y tomaremos un barco-

-Por los dioses....tengo tanto miedo de que te pase algo....-

-No me pasará nada. Volveré sano y salvo-

-¡Pero está muriendo mucha gente! Odio la guerra....solo hay dolor y sangre...nadie merece morir, ni aliado, ni enemigo....-

-Siempre has sido benévola con todos....-

-Byakuya-sama.....me gustaría intentarlo...antes de que te vayas...-

-¿Tanto temes mi muerte que quieres desesperadamente quedarte en cinta?-

-Solo quiero darte lo que mereces....cuando vuelvas, la guerra habrá terminado...y si tenemos un hijo quiero que viva en paz, teniendo a su padre para verle crecer...-

"¿Batallitas?"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora