Aún mantenía en mi mente en lo que había dicho Zeus sobre que éramos la única esperanza que tenían para poder derrotar a los malos. Lo peor es que aun ni siquiera se controlar muy bien mi poder, y solo se presenta cuando tengo emociones fuertes como aquel problema con Enid y Sidela.
Me encontraba en el comedor de la casa de Vimoca viendo fijamente un florero que contenía rosas blancas en su interior, Nina estaba preparando algo de comer; solo espero que no vaya a incendiar todo. La paz y la tranquilidad que estaba pasando en este momento me recordaba un poco a mi hogar, pero por desgracia esto no era mi hogar.
-¿Has practicado con tus poderes como te dije? –Pregunto Nina, mientras encendía la chimenea con sus poderes.
Sabía que me regañaría si le decía alguna mentira, por eso era mejor decirle la verdad aunque el resultado fuese el mismo.
-Bueno, no he practicado. –Conteste con timidez, pero Nina ni siquiera se molestó.
-Ya me lo temía, bueno, cuando vayamos a entrenar al Coliseo tendré que enseñarte a utilizarlos. –Explico mientras cocinaba un poco de carne de venado.
-Espera... ¿Iremos a entrenar al Coliseo? –Pregunte ingenuamente.
Nina solo asintió.
Durante el resto del día, me lo había pasado junto a Emma, quien estaba buscando ropas adecuadas para los entrenamientos que íbamos a realizar, y estaba en verdad agobiada porque no encontraba alguna prenda que fuese lo suficientemente fuerte. Al final mis hermanos y hermanas terminaron por ponerse algunas armaduras ligeras que Vimoca nos dio, yo era la única que no se la había puesto por lo que me dirigí hacia una especie habitación repleto de vestidores rústicos hechos de madera de abedul y que tenían un gran espejo en su interior.
Solo entre con la armadura ligera entre las manos como si las corrientes de viento me llevaran consigo, me mire fijamente en el espejo y pude notar que mi cabello estaba echo un desastre además de que mi rostro estaba invadido por ojeras tan oscuras que hacían juego con mis ojos rojos. Por suerte, aquel vestidor estaba equipado con cepillos, colonias, accesorios y todo lo que se pudiesen imaginar.
Tome un cepillo que tenía sus cerdas muy limpias y suaves además de que su empuñadura era de oro y comencé a cepillar mi melena blanca con extremo cuidado puesto que para mí desgracia, era demasiado sensible. Recuerdo perfectamente cuando las niñas de mi antigua escuela primaria se asustaban de mis ojos rojos y decían que era una hija de Satanás y cosas así, lo bueno de todo esto era que en cierto modo disfrutaba asustar a aquellas "damiselas" en apuros aunque hubo un tiempo en que entre en un tipo de "depresión", nada grave.
Sentí como alguien entraba a la habitación, sus pasos eran suaves y cautelosos, nada que ver con los de mis hermanos, trate con todo mi poder de tranquilizarme, de seguro era Sidela o Enid, así que termine de peinarme mi cabello y me puse mi armadura ligera; con la cual no me miraba del todo agraciada; se me miraba un enorme trasero.
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Resurrectionem
FantasySecuela de Miseriae. Han pasado 20 años desde que Naina se sacrifico por toda la humanidad, convirtiéndose en la nueva guardiana de La Vía Láctea. Ahora los hijos de Zia; la antigua mejor amiga de Naina. Tendrán que enfrentarse a una aventura épi...