I

72 6 0
                                    

-Tan solo es un día más en una vida más.

Eso es lo que soy, un puntito mas en ninguna parte.

No tengo ningún valor, al menos no aquí.-

Mientras voy caminando hacia quien sabe donde, no paro de repetirme lo mismo.

Un lunes más, de un mes más, de un año más.

Si mi vida tenia algún sentido, acaba de perderlo.

Camino enfadada.

Enfadada conmigo misma, enfadada con el mundo, enfadada con la cartera que me pesa en la espalda y enfadada hasta con el libro y la carpeta que llevo en las manos.

Debería ir a casa, pero no tengo ganas.

Tampoco nadie notaría mi ausencia allí.

Para el mundo soy invisible.

Si faltara en clase, seguramente solo notarían mi ausencia a la hora de buscar a alguien a quien pedir los deberes.

No va a ser distinto en casa.

No se me da bien hacer nada, soy el desastre personificado.

Repaso mentalmente las cosas que soy capaz de hacer: estudiar y leer, no hay mas.

Tan solo cuando hago eso me llego a sentir un poco bien.

Pero mis únicas virtudes son a la vez mis mayores pecados.

Estudia, y seras una empollona por ello. 

Lee, y te criticaran por hacerlo, y pasaras a ser una "friki".

Tal vez debido a esto, cada vez estoy mejor sola.

Sola puedo leer sin que nadie me juzgue por lo que hago, por lo que soy.

Y el enfado va aumentando poco a poco conforme los recuerdos van llegando a mi mente.

En realidad no llegan, en realidad siempre están ahí, hasta que decidimos sacarlos a la luz de nuevo.

<<Hija, siempre andas con un libro en la mano, ¿nunca vas a cansarte de leer? Tu siempre con los libros...>>

<<Mirala, tan empollona como siempre. Normal, no tendrá nada mejor que hacer, tampoco tiene muchos amigos. Ella se lo busca>>

Sin darme cuenta, cada vez voy caminando mas deprisa, absorta entre mis pensamientos. Cuando choco con alguien, se me caen el libro y la carpeta, y los folios que iban dentro de esta ultima van a parar al suelo.

He leído esto mil veces en mis libros, la chica levanta la cabeza y se encuentra al joven de sus sueños ayudandola a recoger. Después, se enamoran y son felices para siempre.

Pero cuando levanto la cabeza con los folios ya en la mano, encuentro la cara arrugada de un hombre mucho mayor que yo, de unos cincuenta años, que sujeta mi libro.

-Y luego somos los jóvenes los que llevamos la culpa, ¿no? Devuelveme el libro.

-Suzanne Collins-dice mientras me devuelve el libro-.¿Aun vas por el primer libro? Los Juegos del Hambre...para mi el mejor sin duda es Sinsajo.

-Como si usted supiera de libros.

-Vale, no te he pillado de humor.

-Dejame en paz, llevo prisa.

Me levanto, lo cojo todo de nuevo y me marcho maldiciendo por lo bajo. 

Por fin llego al lugar a donde me había estado dirigiendo casi inconscientemente.

Un pequeño parque en las afueras de la ciudad. 

Me siento en un banco y cuando abro el libro me encuentro un numero de teléfono apuntando en la primera pagina.

No puede haber sido otra persona.

Pero vaya  pervertido, que asco.

Una mujer que pasa por delante mía se me queda mirando.

Lo he debido de decir en voz alta.

Hago caso omiso a su mirada y empiezo a leer.

Y así me paso toda la tarde, hasta que comienza a atardecer, y no me quedan mas opciones que volver a casa.

Mientras camino de vuelta, reflexiono sobre el día.

El examen de sociales me ha salido penosamente mal, se han reído de mi mientras recitaba mi poema en clase de lengua...ah, y durante el recreo han venido otra vez a burlarse de mi, pero oye, me he tropezado con un viejo que me ha dado su numero, ¡menudos ánimos!

Una vez en la puerta de mi casa, busco las llaves y abro. En cuanto entro me cae encima una lluvia de preguntas sobre donde he estado metida toda la tarde, preguntas que ignoro mientras subo a mi habitación y cierro de un portazo. Me acuesto e intento dormirme. 

Otro día mas.

 

'Otro día más'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora