Segundas oportunidades.

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Tenía que llegar temprano.

Nada mas entrar a la biblioteca, la busqué con la mirada, pero aún no había llegado.

Me senté en mi sitio de siempre.

Oía pasos que se acercaban desde el pasillo.

Me levanté y me asomé a la puerta, pero era Manuel.

-¿Buscabas a María?

-¿Qué? No.

-Que raro. Tampoco tienes más amigos aquí.

-Sí los tengo.

-Lo que tu digas.

Volví a mi sitio.

Me caía bien aquel señor, aunque sabía como lanzarlas.

Llegaron dos o tres personas más.

Y luego ella.

Ella, que podía iluminar la habitación tan solo con su presencia.

Que arrancaba sonrisas a su paso.

Que por poder, podía hasta quitarme el sueño.

Estaba totalmente decidido a hablar con ella, y esto implicaba estar totalmente convencido de que ella también quería.

Totalmente convencido hasta que la vi sentarse en primera fila.

Intenté (sin mucho éxito) atender, pero no podía dejar de mirarla.

No podía dejar de sentirme culpable, de sentirme arrepentido.

La reunión acabó, y pareció no darse cuenta de nuevo.

No podía evitar preguntarme en qué estaría pensando, aunque en realidad lo que me preguntaba era si estaría pensando en mí.

Decidí esperarla fuera.

Salió enseguida, se puso los auriculares y echó a andar.

La seguí.

-María, espera, por favor.

-¿Qué?-me gritó.

-No hace falta que me grites.

-Tampoco tienes por qué seguirme.

-Es que...la otra tarde...con mis amigos...aquello estuvo mal.

-Primero me pides quedar, pero cuando te veo por la calle me insultas y ahora me sigues, esperando qué, ¿que te perdone?Porque estoy molesta.

¿Qué hago? ¿Se lo digo? ¿Y qué le digo?

Si. No. Si. No. Si.

-Solo quería pedirte perdón, y bueno...proponerte vernos mas a menudo.

-¿Para qué?¿Para que vuelvas a insultarme?No, gracias.

-Solo una vez, por favor.

Y después silencio.

Apenas fueron unos segundos, pero me parecieron eternos.

-Una única vez, no la fastidies, porque no habrá más.

-Gracias, de verdad.

Y le planté un abrazo.

Así, sin más.

A veces hacemos cosas que no nos creemos capaces de hacer en la vida por las personas que de verdad nos importan.

No sé de donde saqué el valor, ni la decisión, sólo se que la abracé, lo mas fuerte que pude.

Nos separamos y nos fuimos cada uno por su lado.

Otra vez dos extraños, pero dos extraños con un abrazo en común.

Y mientras regresaba a casa me dí cuenta de que ni siquiera habíamos quedado en algún lugar o a alguna hora.

Sólo pensaba en María.

Aquella chica era especial, y yo tenía una oportunidad de arreglar el error cometido.

Y esta vez no iba a hacerlo mal.

 

 

'Otro día más'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora