XVIII Final

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Abro los ojos y ya es de día, me siento en el borde de la cama y estiro mis brazos. Que pesadilla la de anoche, siento que no he dormido nada y estoy muy cansado.

-¿Y este lugar qué? -doy un salto al escuchar la voz de mi hermano que está sentado frente a mi escritorio y no me había dado cuenta-. Que nervioso -ríe.

-Y tú que idiota -me pongo de pie y lanzo un golpe al brazo-, casi me matas de un infarto.

-Me di cuenta -voy al baño y me cepillo los dientes-. ¿Cuándo hiciste todo esto? -pregunta mi hermano cuando me ve salir del baño.

-No lo sé -tengo varias notas pegadas a la pantalla de mi laptop-. Supongo que anoche, no lo recuerdo -niego.

Me acerco y tomo una nota, en ella hay una dirección y una hora.

-¿Qué significa eso? -me quedo en silencio y recuerdo al hombre chocar.

-Necesito que me ayudes a ayudar a alguien más -mi hermano asiente sin dudarlo.

-Sólo hay un problema -frunzo el ceño-. Hay que viajar y no sé si a mamá le guste.

-Hablaré con ella.




***




-Por supuesto que no, mirate, todavía estás todo golpeado, Stephen -me rasco detrás de la oreja. Mi mamá es muy difícil.

-Te prometo que todo va a estar bien -se cruza de brazos y niega-. Mamá, una persona puede morir sino vamos, por favor -suplico y parece pensarlo.

-Sólo fue una pesadilla.

-Amor, con Danielle también fue sólo una pesadilla, una que se hizo realidad -mi papá pone sus manos sobre los hombros de mi madre-. Déjalos que ayuden a las personas que lo necesitan, ya entiende que Stephen no es un niño.

-Por favor mamá, te prometo que todo va a estar bien -baja la cabeza resignada.

-Está bien -suspira-. Vayan, pero cuidense mucho.




***




-¿Entonces es acá? -pregunta mi hermano cuando llegamos al lugar y bajamos del auto.

-Sí, justo acá -veo mi reloj, 23:00.

-Oye, ¿qué ha pasado contigo? -veo a mi hermano sin saber a que se refiere-. Hoy te he notado muy tranquilo y contento.

-Ayer durante mi pesadilla vi a...

-¿Lo viste a él? -pregunta serio y asiento.

-Pero no fue nada malo -parece relajarse con ni respuesta-, al contrario, él me perdonó -abre los ojos ampliamente.

-Whuao -sonríe-. ¿Entonces era eso lo qué necesitabas para estar tranquilo?

-Sí. Creo que eso me ha ayudado a no sentirme tan culpable y me ha motivado a ayudar a otras personas, a quitarle el miedo a mis pesadillas y usarlas para algo bueno.

-Así se habla -me da una palmada en la espalda.

-Quizás un poco de miedo no sea tan malo si puedo ayudar a otras personas, ¿no?

-Todos en algún momento sentimos miedo y no es malo hacerlo, malo es dejarlo que te domine y desde ahora en adelante tú vas a dominarlo a él.

-Así será.

Vi mi reloj 23:30.

-Ahí viene un auto -mi hermano señaló el camino.

-Ese es -todo pasó igual que en mi pesadilla. El auto se estrelló, el hombre quedó atrapado, la gasolina se esparció por todas partes y el fuego amenazaba con empezar.

-Saca todo del auto -pide mi hermano y corre hacia el auto, mientras que yo llevo unas herramientas y un extintor-. La puerta no abre, hay que romper el vidrio.

Le doy un martillo y empieza a golpear el vidrio de la ventana opuesta a la del conductor, mientras yo me encargo de apagar las pequeñas llamas que empiezan a encenderse.

-Stephen la navaja -le lanzo la navaja a mi hermano y entra al auto por la ventana, corta el cinturón del hombre e intenta sacarlo, pero no puede por el poco espacio.

Con extintor empiezo a golpear el parabrisas y éste se empieza a agrietar, abrir esto les daría más espacio, sigo golpearlo hasta que consigo romperlo y mi hermano quita los restos. El hombre está inconsciente, así que ni hermano me lo da y lo halo de él hasta sacarlo.

-¡Rápido Steven! -le grito al ver que las llamas empiezan a avanzar rápidamente.

Llevo a un lugar seguro lejos del auto que ya está en llamas e intento regresar por mi hermano, pero él sale y me empuja al suelo. Justo a tiempo, porque el auto estalla muy cerca de nosotros.

-Eso estuvo cerca -dice mi hermano con la respiración entrecortada-. Hay que llamar a emergencias, está muy lastimado -saca su celular y hace la llamada mientras yo me quedo en el suelo observando todo.

A penas ayer esto era sólo una pesadilla y hoy se hizo realidad.

Todos se equivocan al decir que los sueños se hacen realidad, porque olvidan que las pesadillas también... O al menos las mías lo hacen.

Mis pesadillas pueden ser una maldición por todo el trauma que me causa ver tanta muerte, pero pueden ser una bendición con cada persona que pueda salvar.

Todo depende de la perspectiva, porque en la mía... las pesadillas ya son buenas.

Pesadillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora