Parte 26- Redención

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Barcelona, España. Septiembre de 2015.

Una pareja de ancianos caminaban por la playa, en Mataró, un municipio que se encontraba a unos 30 kilómetros al norte de la ciudad de Barcelona. El sol caía en la ciudad y el oleaje era suave y relajante. Todo estaba en calma hasta que la anciana vio algo inusual en la orilla. El agua no solo había traído algas, también había una joven tumbada boca arriba, totalmente empapada y con un uniforme muy similar al que usaban los soldados de su país. La mujer se agachó junto al cuerpo y comprobó si seguía con vida. En efecto, aquella persona respiraba y parecía estar bien si no fuese por el terrible frío que azotaba ese día la zona.

-Está viva-dijo la mujer

Abrí los ojos al oír la voz de aquella anciana y sentí todo mi cuerpo entumecido por el frío. Entonces recordé la explosión, el dolor de aquella herida y el haber caído al vacío al soltar la mano de Piers. Sentí una punzada en el pecho al recordar sus ojos viéndome caer al vacío, quería llorar pero ya no me quedaban más lágrimas. Sentí que había estado llorando por días tras lo ocurrido. Demonios, yo misma pensé que moriría al caer a ese infierno, pero no lo hice porque aquel maldito suero que me inyectó Silva me mantenía con vida.

-Llamaré a una ambulancia-dijo el marido de la anciana

Observé como el hombre sacaba un móvil de su bolsillo. Yo no tenía ni la más remota idea de que idioma hablaban aquellas personas, pero supe que llamarían a la policía o a un hospital.

-Por favor, no...-susurré, en un español regular

La mujer no pudo evitar sorprenderse al oírme hablar y se dio cuenta de que no hablaba su idioma. Me incorporé con cuidado y apenas pude ponerme en pie. Toda mi ropa estaba destrozaba y la anciana se quitó su abrigo para ponerlo sobre mis hombros. Luego sonrió. El anciano dejó su teléfono y se acercó para ayudarme a caminar.

-¿Hablan mi idioma? ¿Inglés?

La mujer pareció entender la última palabra y me hizo un gesto para que la siguiera. Rodeé mi cuerpo con aquel cálido chaquetón y seguí a los ancianos hasta la ciudad. Había una casita muy cerca de allí, casi a pie de playa y no dudaron en abrirme sus puertas y ofrecerme algo caliente para entrar en calor.

-Gracias. Soy Sarah-dije en español

Ahora el marido de aquella mujer se sentaba justo delante de mí y sacaba de nuevo el móvil.

-No policía-dijo el anciano-No hospital. Nieto

Entendí aquello a la perfección y asentí con la cabeza. Apenas pasó media hora cuando un chico llegó a la casa de los ancianos, podría tener mi edad, creo que algo menos, y no tardó en hablar con sus familiares para entender que pasaba allí. Tras unos minutos, el joven me miró.

-¿Eres soldado?-preguntó en mi idioma

-Trabajo para una organización contra el terrorismo biológico

-He oído algo en las noticias. Hace unos meses tu gente estaba en el norte del país y lio una buena-el chico sonrió antes de sentarse-¿Cómo has llegado hasta la playa?

No podía contarle la verdad, era demasiada información para alguien que no entendía de qué iba este trabajo.

-La embarcación que me llevaba hasta mi destino naufragó, creo que soy la única superviviente

-Mi abuelo dice que no quieres avisar a la policía ni a los hospitales ¿eres algún tipo de espía?

-No-dije con rapidez-Soy la teniente Sarah Hunter, de la BSAA

Piers Nivans y Tú (Resident Evil) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora