Parte 10-Vuelta a casa

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Nueva York. Marzo de 2008

Regresé con mi padre a casa. Me llevé la mano al bolsillo mientras subíamos al coche patrulla, es como si aquella baliza pudiese protegerme de cualquier cosa. No tardamos más de cinco minutos en llegar a casa, mi padre se había llevado por delante a algunos de esos monstruos. El coche se detuvo justo delante de la puerta de casa, sobre el césped del jardín. Mi padre bajó a toda prisa pero yo vi al hijo pequeño de mis vecinos en la calle, llorando de forma desconsolada mientras esos bichos pululaban muy cerca de él.

-Sarah ¿Qué haces? Tenemos que irnos

-Entra en casa. Solo será un minuto

Mi padre abrió la puerta y entró mientras yo iba a por el pequeño. Lo cogí en brazos cuando una de esas cosas se nos vino encima y ambos fuimos al suelo. Me retorcí de forma brusca y logré zafarme de aquella cosa antes de dispararle a la cabeza. Entonces me di cuenta de su punto débil. Cogí de nuevo al niño y este se aferró a mi cuello con fuerza mientras ocultaba su rostro sobre la curva de mi hombro.

-Ya estás a salvo, no te preocupes-le dije con voz tranquilizadora

Entré en casa y cerré la puerta de forma brusca. Lo de ahí fuera era una maldita locura. Miré al crío, con apenas 5 años y sin tener ni idea de lo que estaba pasando. Seguro que sus padres estaban bien aunque viéndolo de forma realista, dudaba de que aquello fuese posible.

-Papá, ya estoy aquí

Fui al salón y me topé con un rastro de sangre que me hizo palidecer de momento. Mis ojos recorrieron las estancia, nerviosos. Seguí el rastro y vi la puerta de cristal que daba al jardín trasero destrozada. Seguí caminando hacía la cocina y mi dedo tembló sobre el gatillo de mi pistola. Vi unos pies que asomaban por el borde de la puerta y miré con cuidado. Retrocedí al ver el panorama y tuve que tragarme el grito que había en mi garganta. Guardé la pistola en su funda y metí la mano en mi bolsillo para pulsar el botón de la baliza GPS. Volví sobre mis pasos sin hacer ruido, cogí al niño y me oculté en el pequeño cuarto de baño que había junto a la puerta de entrada. No recuerdo cuanto tiempo pasó, solo sé que fue eterno. Pude oír los motores de los coches militares y la voz del capitán Redfield pronunciando mi nombre junto al coche de policía de mi padre. Abrí la puerta del baño y salí al jardín delantero de forma apresurada. Uno de los hombres de Redfield cogió al crío en sus brazos mientras el capitán de la BSAA cargaba su pistola.

Volví al interior de la casa, seguida por el capitán de la BSAA. Mi padre seguía arrodillado, comiéndose las entrañas de mi madre, era lo más duro que vería en toda mi vida y no sabía qué hacer ni cómo reaccionar. Mi padre, o lo que quedaba de él, se percató de mi presencia y se giró para observarme con sus ojos mortecinos y todo su pálido rostro repleto de sangre.

-Papá...balbuceé-Soy yo, Sarah

Solo gruñía mientras un hilo de sangre chorreaba por su boca. Se puso en pie a duras penas, tambaleándose a cada paso.

-¿Papá?-repetí entre lágrimas-por favor, papá...

Uno brazo me rodeó por la cintura mientras me alejaba de aquel monstruo. Vi una pistola que se alzaba delante de mí, pero no abrió fuego.

-Sal de aquí Sarah, ¡Ahora!-dijo Chris Redfield

-¡NO! Es mi padre...tenemos que ayudarle. ¡Ayúdale!-le grité con rabia

-Y lo ayudaré, pero debes irte fuera y esperar

Salí fuera y dejé la casa justo detrás de mí, entonces oí dos disparos y todo mi cuerpo se sobrecogió mientras un dolor interior me hizo volver la vista atrás. Di varios pasos y entré de nuevo en ella. En la cocina yacían muertos mis padres, ambos con un disparo en la cabeza. Vi los cuerpos sin vida sin expresión en mi rostro, todo a mí alrededor desapareció. Todos mis sentidos estaban puestos en los cadáveres de mis padres.

Piers Nivans y Tú (Resident Evil) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora