Capítulo 6.

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Esa noche salimos a la vez. No quería decirle directamente que me llevase a casa pero lo cierto es que me aterraba tener que andar los cuatro kilómetros que separaban mi casa del negocio sola. No pensaba decir nada, aún así.

Aunque Michael había insistido en que no lo hiciese, yo me había puesto de nuevo mi ropa aunque siguiese algo húmeda. No quería llevarme el vestido de Lizzie, no tenía nada que hacer con él.

Él le echó el candado a la puerta y yo le sonreí a modo de despedida.

— Nos vemos mañana, Michael — murmuré comenzando a andar en dirección a mi casa — Buenas noches.

Él cogió mi brazo cuando me giré por completo e hizo que le mirara.

Negó con la cabeza con una sonrisa divertida.

— Estás loca si piensas que voy a dejar que vayas andando sola a esta hora después de ver lo lejos que estaba tu casa.

Por una parte no quería que me llevase porque tenía que desviarse de su camino pero por otra sentí un alivio que me recorrió de arriba abajo.

— No es necesario — traté de convencerle, aunque más que convencerle a él a la que parecía estar convenciendo era a mí.

Él rió y tiró de mi brazo para acercarme hasta su coche.

— Sí lo es — dijo, y abrió la puerta del copiloto para que entrase.

Suspiré. Me sentía a salvo si iba con él. Había estado aterrorizada a plena luz del día, menos mal que Michael me llevaría a casa esa noche. Al menos sabía que estaría a salvo.

Él se subió y su colonia se abrió paso dentro de mis fosas nasales. Michael siempre olía así, a tabaco y a colonia cara. Y a mí me encantaba, como él en general.

Me miró fugazmente y sonrió con suficiencia, pero sin una sola pizca de maldad. Arrancó el coche y comenzó a andar.

— Ahora es por aquella calle a la derecha — empecé a indicarle.

— Lo recuerdo — me cortó con suavidad asintiendo con la cabeza.

Le miré por más rato de lo habitual y mi cabeza comenzó a formular miles de preguntas. ¿Cómo habría sido su infancia? ¿Cómo podíamos ser tan distintos? ¿Qué amaba? ¿Qué odiaba? Me aterrorizaba pensar que él nunca me diría las respuestas a esas preguntas, más bien, que yo nunca sería capaz de formularlas.

— ¿Qué tengo?

Arrugué la nariz.

— ¿Cómo?

Él rió por décima vez desde que estábamos en el coche.

— Como no paras de mirarme, he pensado que quizá tenía algo en la cara.

Oh Dios. Qué vergüenza. Sentí el calor poco a poco subiendo hasta mis mejillas. Miré rápidamente hacia el frente, como si eso hiciese ver que no había dirigido mi vista hacia él ni una sola vez.

— Lo siento — murmuré haciéndome pequeñita.

Vi de reojo como negaba con la cabeza para quitarle importancia al asunto.

— Era broma.

Era un buen chico. Sí que lo era. Lo había notado desde la primera vez que le había visto, en el cementerio, todo vestido de negro y acercándose a mí para disculparse por la muerte de mi padre.

— ¿Eres la única que trabaja en casa, Skye?

Yo le miré. Me asombraba que tuviese tantas ganas de hablar conmigo. Yo literalmente era la persona menos interesante del mundo.

— No. Mi hermano trabaja también, en una fábrica. Se pasa allí todo el día pero gana una miseria. Mi madre lleva buscando trabajo desde que quemaron el telar pero, nadie parece querer contratar a la viuda de un Peaky Blinder.

Quizá esa no había sido la respuesta más adecuada de todas, pero esa era la verdad. Y quería ser sincera con él, costase lo que costase.

Él asintió.

— Podemos intentar hablar con Tommy a ver si hay algún trabajo libre que pueda ocupar — sugirió.

Me entró pánico. Fuego me quemó las entrañas al imaginarme a mi madre enterándose de que yo trabajaba para los hombres que en cierto modo habían tenido algo que ver con la muerte de mi padre.

— No, dios. Ella no puede saber ni siquiera que yo trabajo para vosotros, para ti — me temblaba la voz de los nervios. No quería que se sintiese rechazado por quien era o algo así — Se volvería loca, no lleva muy bien la muerte de mi padre ni nada que esté relacionado con ella.

Él se tocó la frente, desviando por un segundo los ojos de la carretera.

Estábamos a punto de llegar.

— Nosotros no le matamos, Skye — murmuró con hilo casi inaudible de voz.

No quería que se sintiese culpable, él no. Literalmente no había tenido nada que ver.

— Lo sé.

No le mataron, pero sí le enviaron directo a la cueva de los monstruos. Le dieron el pase directo a la muerte. Pero quería auto convencerme de que el hombre que tenía a mi lado no había tenido nada que ver porque él lidiaba con los asuntos legales. No creía que Michael fuese capaz de enviar a un hombre a matar a otro si él llevaba sobretodo temas de carreras e innovaciones para la empresa.

— Siento haber sacado el tema — se disculpó.

Negué con la cabeza mirando al frente.

— No lo has hecho. De hecho, lo he sacado yo.

Él no respondió. ¿Qué puedes contestar a algo así, de hecho?

Suspiré cuando vi la puerta de mi casa, si así podía llamarse, al final de la calle.

Él paró el coche y yo puse mi mano en la puerta dispuesta a salir. Michael apoyó su mano en mi muslo, evitando que me fuese.

— Realmente lo siento si algo te ha molestado.

Yo sonreí y negué suavemente con la cabeza. Acaricié su mano por breves segundos.

— Está bien. Te lo prometo.

No sabía muy bien si estaba bien lo que estaba haciendo, pero me incliné para darle un beso en la mejilla. Él no se lo esperaba, ya que se tensó, pero no me dijo absolutamente nada. Simplemente sonrió.

— Nos vemos mañana, Michael.

Él asintió.

— Cuídate. Buenas noches — murmuró cuando me bajé del coche.

Entré en casa y me apoyé en la puerta, escuchando como el motor se iba alejando cada vez más.

¿Qué demonios estaba mal conmigo?

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Lo sé, no os vais a creer que haya subido dos capítulos literalmente en el mismo día, pero es que vuestros comentarios me han hecho super feliz y quería recompensaros de alguna forma 💛 Muchas gracias por todo y espero que os guste, no volveré a tardar, besitos 😚

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