Solo quiere encontrar a la persona que le dio la vida.
Tiene muchas preguntas, pero la persona que tiene las respuestas ¿estará viva?
Vive con uno de los asesino más peligroso y buscado, el más desquiciado el que no deja nada con vida, pero si él es...
Fueron 2 días que ella estuvo encerrada, hasta que Jeff le dio a entender que ya no estaba molesto y se "disculpo" con ella, pero aun con temor salió y fue por algo de comer.
Pasaron días y Amber volvió.
-Hola Jeff- dijo Amber.
-¿Y los demás?- le respondió él.
-Vendrán enseguida, hola pequeña ¿como estas?- se le estaba acercando.
Janeth estaba sentada en el sofá pequeño mirando a la nada, e ignoró por completo a Amber.
-¿Qué le pasa?- le pregunto Amber.
-No lo sé, esta rara desde que fui a ver que quería Slender- era obvio que no le iba a decir la verdad.
-Quizá fue por que me tuve que ir un poco antes de urgencia, en verdad perdón, ¿ella no te dijo?.
-No, no me dijo, iré por leña, por que los idiotas no la traerán, te dejo un momento con ella- se fue.
Cuando se cerró la puerta Amber se acercó a ella le dio un golpesito en la nuca para que ella reaccionara, lo cual funciono, pero fue un susto.
-¿Qué te sucede rata? ¿me tienes miedo?- le dijo burlándose- pero que bueno, eso me gusta- le tomo el rostro con fuerza para soltarla de forma brusca.
Se bajó del sofá y la empujó para tratar de irse pero ella la tomo del brazo.
-¿No vas a defenderte? vamos has algo idiota no seas agua fiestas ratita.
-¡Suéltame! se lo diré a Jeff- forcejeando.
-Tu dices una palabra y te hago desaparecer bastarda- me apretaba más el brazo.
Ella hacia fuerza para soltarme ya la estaba lastimando.
-Solo mírate, das pena, eres una perdida de tiempo ¡BASTARDA!, Jeff debió haberte asesinado cuando te encontró -le mordió la mano- ah, perra!- la suelta.
La esquivó, se dirigió corriendo a la entrada, abrió la puerta y se fue lo más rápido que podía.
-¡Vuelve aquí idiota!- me grito.
P.o.V Janeth
Seguí corriendo rápido, no quiero estar con ella, no quiero verla nunca más.
No preste atención al camino, tropecé y caí, me quede en el suelo llorando, ahora solo quiero tener a una persona a mi lado.
-Oye ¿estas bien?- se escucho una voz suave.
Levante la mirada y me encontré con una mujer, vestía raro, todo color negro y con cosas raras en su espalda.
-Estoy bien- me seque las lagrimas con mi mano.
-Déjame ayudarte- me extendió su mano.
Mire su mano, dude unos segundos pero acepte su ayuda. Al ponerme de pie me queje por un dolor, mire mis piernas, me había raspado y en una me hice corte.
-¿Que haces en este lugar?- se inca para quedar a mi altura.
-Nada- me abrace a mi misma y baje la cabeza aun sollozando.
Ella toma mi mentón para que la vea, su rostro esta tapado solo se ven sus ojos grises y me dio escalofríos.
- No llores, ¿dejas que te cure?- hablo con tono dulce.
-¿Tu que haces aquí?.
Quita su mano de mi mentón.
-Me gusta el lugar.
Mire a otro lado, no se que hacer y no quiero volver a la casa...
-Ven no te haré daño, solo deja que te limpié las heridas y te ayudo a volver si quieres- se reincorporó y volvió a extenderme la mano, la tome y fui con ella.
Caminaba lento, me duele la pierna en la que me corte. Esa mujer me soltó la mano y me cargo como princesa.
-¿Mejor?- con la mirada en el camino.
-Si- le respondí en un tono bajo.
Ella siguió hasta llegar a unas rocas y entre estas fluye agua. Me bajo y me dejo sentada sobre una roca grande en la orilla.
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Reviso sus bolsillos y saco un pañuelo blanco, lo mojo para luego estrujarlo y se arrodillo frente a mi. Acerco el pañuelo a mi pierna y al tocar la herida quite la pierna.
-Lo siento- volvió a hacer lo mismo pero con más cuidado – el frío te aliviará el dolor- concentrada en curarme.
Pasaron unos minutos en silencio, ella volvía a mojar su pañuelo y seguía curándome.
-¿En donde vives pequeña?.
-Por ahí...
-¿Por que llorabas?- vuelve a mojar el pañuelo.
-No importa...
-Entiendo que no quieras contarme- comenzó a doblar el pañuelo y lo uso como venda en la herida y lo ató- eso va a servir- levanto su mirada.
-Gracias- Le di una sonrisa forzada pero al quite.
-Te acompaño a volver ¿quieres?.
-Esta bien.
Volvió a cargarme y me llevo al lugar donde me encontró.
-Aquí esta bien- me bajó– gracias por ayudarme.
-No hay de que, pero ten más cuidado cuando corras.
-Lo tendré, emm ¿cuando puedo devolvértelo? – señale el pañuelo.
-No hace falta, puedes quedártelo.
-Gracias- di media vuelta y comencé a caminar, pero me detuve y voltee a donde estaba ella que ya se estaba por marchar- espera- ella se detuvo y volteo- ¿Como te llamas?...
