Invitaciones

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Hermione terminó la clase de Runas Antiguas y se dispuso a marcharse al Gran Comedor, tardó un poco más de lo usual en recoger sus útiles, uno de los tomos que había utilizado había quedado muy cerca del borde y cayó con un ruido sordo. Resopló incómoda y bordeó el pupitre para recogerlo cuando una mano masculina se le adelantó, reconoció al chico de inmediato, parecía haber corrido porque respiraba entrecortado. Ella le sonrió en agradecimiento, algo extrañada por su presencia en el aula de Runas Antiguas.

–¿Qué haces aquí a estas horas?– el chico sonrió en respuesta.

...

El cuervo se alejó de ella luego de pasarle la información, uno de los Mortífagos que acompañaban a Voldemort estaba desaparecido desde finales de agosto. Se pellizcó el labio, preocupada, lo mejor sería hablar con el viejo titiritero, pero para decirle ¿qué? Luego de las acusaciones que él había hecho con respecto a Adam, no le había vuelto a dirigir la palabra, bastante tenía con los condenados cuadros vigilándola a cada paso que daba. Necesitaba toda la información y su intuición le decía que una parte clave estaba en la oficina del actual profesor de DCAO, su plan original de faltar al baile y hacerlo tenía una falla garrafal: si lograba hacerlo y era la única de quienes debían asistir que no estaba allí esa noche...

Comenzó a bajar las escaleras de la torre de las lechuzas tan sumida en sus cavilaciones que tropezó con alguien y casi caen escaleras abajo, de no ser porque lograron estabilizarse agarrándose de los brazos uno de la otra.

–¡Silver!

–¿Malfoy?– se quedaron de piedra por unos segundos –¿Qué no hay un mira por dónde vas, arpía?– lo provocó ella soltándose de su agarre.

–No realmente, no tengo deseos de discutir– contestó el chico.

La pelirroja mostró una exagerada mueca de alarma y le tocó la frente con una mano mientras colocaba la otra sobre la propia.

–¿Malfoy no quiere discutir? ¿Te encuentras bien? ¿Ya fuiste a la enfermería?– comenzó a preguntar con una sonrisa asomando en sus labios.

Draco se obligó a apartarse del agradable cosquilleo que le produjo el tacto de la chica.

–Suficiente, Silver.

–De acuerdo– ella se encogió de hombros y se dispuso a seguir bajando.

–Oye, Silver– la llamó cuando ya los separaban unos cuatro peldaños, ella se volteó y tuvo que alzar el rostro para verlo.

–¿Qué, Malfoy? ¿Disfrutando por una vez de estar arriba?– atacó ella con una sonrisa ladina, adivinando la frase que él estaba a punto de decir en cuanto a que "no se veía nada mal estando abajo".

El chico demasiado sorprendido para reaccionar terminó por ruborizarse ligeramente, cuando volvió en sí ella había terminado de bajar las escaleras y él se frotó las mejillas frustrado. ¿¡Desde cuándo carajos un Malfoy de sonroja!? Fue lo que pensó para sí, esa chica no podía ser una bruja común, simplemente era imposible. Golpeó la pared frustrado, para colmo había perdido una oportunidad perfecta para invitarla al baile.

...

La pelirroja bajó rumbo a las mazmorras de bastante buen humor, había adivinado correctamente la frase del Malfoy y el niño malcriado tenía expresiones bastante divertidas de vez en cuando. Claro eso cuando no estaba escupiendo idioteces en cuanto al estatus de sangre. Hizo el conocido recorrido hacia el aula de Pociones y el despacho de Snape, aunque esta vez no era para un castigo. Tocó a la pesada puerta, que finalmente se abrió con un chirrido escalofriante.

–Buenas tardes, profesor Snape– contestó ignorando olímpicamente el aura oscura y helada que reinaba en el despacho.

El mencionado profesor permanecía corrigiendo ensayos con una mueca de desprecio en el rostro.

Black's RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora