ENEMY ASHES ▲ TEEN WOLF ➄

15. Traiciones infectadas

SCARLETT

Cuando llegamos a casa luego de haber salvado a Liam, le cuento a Scott lo que sucedió en Las Vegas, el accidente y sobre cómo he tenido el dinero de Peter en una de mis cuentas hasta que el benefactor decidió que lo descubrí. Mi hermano me escucha tranquilamente, sentado a mi lado en el porche de mi casa, y finalmente suspira, señalando el interior de la suya.

—Mi mamá está seguramente en el comedor haciendo una lista de todas las cosas que perderemos y las que podríamos vender antes de que nos quiten la casa —confiesa en un susurro, su voz cargada de dolor y preocupación.

Mi corazón se estruja en mi pecho, contrayéndose de una manera dolorosa físicamente. Sé lo mucho que Melissa ha trabajado y continúa trabajando para darle una mejor vida a Scott. También soy testigo de las veces en las que toma turnos dobles y hace horas extras en el hospital para poder pagar las cuentas en aumento. Con todas las muertes en el pueblo, parece que han aumentado el estilo de vida, haciendo que sea casi imposible vivir en este lugar.

—Realmente lo siento, Scotty. Si pudiera hacer algo para ayudarlos...

—Ya haces suficiente, en serio —me interrumpe con rapidez, colocando una mano sobre la mía—. Tú tienes tus propios problemas también. Tienes tu casa, tus facturas del hospital, Payton y la futura universidad de ambas. Créeme, sé que tienes mucho en tu plato.

—Sin embargo, es como si no hiciera nada por ustedes.

Y es solo la realidad.

Desde que ocurrió el tema del Nogitsune, Allison y mi "muerte", todos me han privado de trabajar con ellos como parte de la manada. Entiendo que muchos quieran protegerme, pero ¿qué tan lejos lo llevarán? Se siente como si, al querer alejarme, me ocultaran cosas importantes para evitar que los ayude. Y quiero ayudarlos.

—Haces más de lo que piensas, Scarlett.

Un suspiro sale de mis labios.

—Se siente como nada.

Un corto silencio se instala entre nosotros, aunque no es del todo incómodo, se puede sentir que hay cosas que no se han mencionado.

—Quiero utilizar el dinero de Derek.

—El dinero de Peter —lo corrijo—. Úsalo. Ese bastardo no lo merece.

Intercambiando miradas, parecemos saber lo que el otro está pensando. Vamos a contar ese dinero. Así que, poniéndonos de pie del porche de mi casa, cruzamos la calle hacia la suya donde entramos sigilosamente para evitar que Melissa se percate —aunque vive acostumbrada a que le invadamos la casa—, y subimos a la habitación de Scott.

La mochila de gimnasia está bajo su cama, roja y pesada, llena de billetes verdes atados con una tira blanca para separar los montones de dinero. Cada billete es de cien y cada fajo tiene diez mil dólares; hay cincuenta de ellos. Los tenemos apilados en la alfombra formando un prisma rectangular que se alza como una torre entre nosotros.