CAPÍTULO II

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Pasó un año desde la muerte de mi abuela, estuve estudiando gracias a la beca que gané y los muchos trabajos que tenía temporalmente. Junté mucho para la universidad, me esforcé demasiado para ingresar y ahora lo he logrado. La gran y prestigiosa Universidad de Vigas estaba ante mí y yo no podía creer que era una de sus estudiantes, tan emocionada llegué a la Facultad de Medicina y empecé a buscar mi salón, miraba puerta tras puerta sin ninguna idea a dónde entrar. Un golpe muy fuerte interrumpe mi caminar.

- ¡AHHHH! –sentí como aquella puerta me golpeó tan fuerte que me botó al piso.

- ¿Estás bien? - me pregunta un chico con alto con ojos hermosos.

- No, no estoy bien. ¡Me acabas de golpear con la puerta!

- Lo siento mucho, en verdad no era mi intención, unos amigos bromeaban conmigo y perdí el equilibrio contra la puerta. – dice mientras me ayuda a ponerme en pie.

- Está bien, no te preocupes, ya pasó...

- ¿Estás buscando tu salón?

- Sí ¿Sabes cuál es de primer año? - dije aliviada

- ¡Claro! Nuestro salón queda justo aquí. También soy de primer año ¿Cuál es tu nombre?

- Sofía Blanch.

- Me llamo Lucas, un gusto conocerte Sofía, espero seamos buenos amigos, porque nunca conocí a alguien tan bonita como tú...

Apenas terminó de hablar entró al salón rápidamente, no me dejó responder, aunque si noté que estaba muy sonrojado. Al entrar al salón dispuse a sentarme cerca de la puerta. Acomodé mis cosas, las horas pasaban y pasaban, me perdía en mis pensamientos hasta que sentí una mano en mi hombro. Al voltear veo a una chica muy linda, con un cabello largo y brillante y un hermoso lunar en la mejilla. Me dijo que se llamaba Bella Drewn y me preguntó si podía prestarle algún lapicero que me sobrará a lo que accedí cordialmente.

Al terminar la clase me dirigí velozmente a la salida. Caminaba a grandes pasos por los pasillos al sentir que me sujetan el brazo, me detengo y volteo asustada.

- ¡Sofía Blanch! ¿Puedo acompañarte?

Era Lucas que se encontraba muy agitado al parecer corrió mucho para alcanzarme.

- Mmmm, no creo que sea buena idea.

- No te preocupes, no soy alguien malo, solo quiero ser tu amigo.

- E... está bien.

Todo el camino se quedó callado, solo caminaba al costado mío. Hasta que después de tanto silencio llegamos a mi casa.

- Hasta mañana, Sofía. –me extiende la mano.

- Hasta mañana.

Entré a casa, solo podía recordar las malas noticias a pesar de ya transcurrir mucho tiempo. Sentía que cada que estaba con ella mi mundo encontraba una tranquilidad inmensa exactamente la que yo necesitaba.

SOFÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora