CAPÍTULO IX

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Solo sonreí y le dije que tenía prisa. Me sonrió y se fue. La verdad no puedo ni imaginar que él sería el supuesto asesino, es un chico tan amable y lindo, que en verdad no creo que haya producido tales muertes atroces.

Hoy decidí regresar a casa caminando, sola, me ayuda a estar más tranquila y despejar mi mente. Al llegar a la Avenida Abril, recordé que Bella me había me dicho de un excelente lugar donde vendían los más ricos helados.

Entrando a aquella heladería compré un helado sabor a coco y Bella tenía razón, era el mejor de los helados. Saliendo de ahí, decidí retomar el camino a casa y me percaté que Lucas estaba doblando la esquina con una maleta de viaje, no me dio buena espina, así que decidí seguirlo. Caminó y caminó tantas cuadras que creí que me quedaría sin pies, hasta que llegó a un vecindario muy solitario y pobre, entró a uno de sus pasajes y yo detrás de él. Me escondí detrás de unos botes, él se dirigió a los basureros y arrojó aquella maleta y se fue apresuradamente. Al estar muy segura que ya se encontraría lejos me acerqué a aquel basurero, saqué la maleta con mucha dificultad y al abrirla era ropa junto con unas toallas y sábanas todas manchadas de sangre que ya no se podía distinguir el color original. Las manos me temblaban de miedo e inseguridad, volví todo a aquel basurero y me dispuse a buscar respuestas y las necesitaba ahora.

Corrí camino a casa, ya empezaba a ver a mi habitación como el lugar más seguro. Pasé por el parque donde mi abuela siempre me llevaba desde muy pequeña, me quedé observando aquellas bancas de colores que siempre me alegraban y noté a alguien sentada ahí a tales horas de la noche, de espalda parecía ser ella y tenía que saber si era mi abuela, siempre tengo la esperanza de su muerte es un sueño. Caminé con tal cautela que no pudiera escucharme hasta aquella banca hasta tocar el hombre de esa persona.

- ¿Abuela?

Tenía el aspecto totalmente de mi abuela. Giró la cabeza hacia mí, traía todo el rostro desollado y me miraba fijamente con ojos saltados y completamente negros. Me sonrió y me dijo que me sentara con ella. Me aparté del susto al verla de tal manera, corrí y corrí sin dirección alguna, solo quería alejarme de lo que fuera eso.

SOFÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora