CAPÍTULO III

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Me desperté al escuchar un ruido, eran cerca de las tres de la madrugada, fui a la sala para ver qué pasaba. Al llegar, noté la puerta que lleva a la calle se encontraba abierta, me asusté muchísimo y corrí a cerrarla. Escuché pasos por mi habitación, me dirigí a ella silenciosamente al llegar a la puerta de mi habitación se encontraba cerrada.

- ¿Hola? – dije mientras giraba la manija para abrirla.

Al no escuchar respuesta alguna decidí abrirla. Era de los peores sentimientos que experimentado toda mi vida. En la cama se encontraba sentada mi abuela o la que parecía ella, tenía el cuello cortado con heridas que no dejaban de sangrar, la boca muy abierta tan grande que le llegaba hasta debajo del cuello, el brazo izquierdo completamente doblado. Me miraba fijamente, hasta que después de unos segundos de esa boca tan inmensa salió mi nombre.

- ¡SOFÍAAAAA!

Ya no podía verla más, mi cuerpo no respondía a mi cabeza y no se quería mover de ahí, hasta que ya no aguanté. Ya nada se hacía visible para mí. Desperté a las nueve de la mañana en el piso cerca de mi puerta, al parecer lo de mi abuela solo fue una terrible pesadilla.

Tenía suerte que era domingo y no había clases, de lo contrario hubiera llegado tarde. Revisé mi celular encontré que tenía llamadas y mensajes sin responder, al darme cuenta era Bella me invitaba a su fiesta de cumpleaños, pero fue ayer no debí haber oído las notificaciones. Me sentía muy apenada por no haber asistido, porque parecía otra alma perdida como yo, así que me propuse preparar unas galletas para llevárselas como regalo. Al terminar las envolví con lindos moños de colores, al leer la dirección en su mensaje me di cuenta que no sabía dónde quedaba o como llegar, debe ser extraño no saber los jirones en el lugar donde vives, pensé en alguien del salón para preguntar, pero no conocía a nadie, excepto uno.

- ¿Aló?

- Hola Lucas, soy Sofía. Encontré el número de tu casa en la web espero no incomodarte.

- Ho...hola Sofía, para nada ¿a qué se debe tu llamada?

- ¿Quería preguntarte si sabes cómo llegar o alguna referencia de la casa de Bella?

- ¡Claro! Como no saberlo, éramos muy amigos en la secundaria ¿irás a verla?

- Sí, quiero llevarle unas galletas como una disculpa por no asistir a su cumpleaños.

- ¡Oh rayos, su cumpleaños! ¡lo olvidé por completo! ¿te puedo acompañar? Para que no te pierdas por el camino.

- Bueno... supongo que está bien.

Después de eso le di a dirección de mi casa y me dijo que no me moviera y que llegaba en un instante, al terminar la oración colgó. Lo esperé como por veinte minutos, llegó con leche, que dijo que caería perfecto con mis galletas. Cerré la puerta de mi casa y abrió la puerta de su auto para que pudiera entrar, condujo por calles que no conocía sin duda me hubiera perdido. Se detuvo en una pequeña casa blanca con ventanas grandes, al llegar a la puerta nos fijamos que estaba abierta, cruzamos miradas y entramos. La casa estaba muy silenciosa, al parecer vivía sola porque no había un portarretrato por ningún lado, después de unos minutos decidimos gritar su nombre, pero nadie respondía.

- ¿Subimos? Esto me está preocupando-dijo Lucas.

- Vamos.

Al subir solo había dos habitaciones, uno era el baño y el otro su dormitorio ambas quedaban al frente de cada una, empujamos la puerta y nos tocamos con una terrible escena.

SOFÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora