Capítulo 67: El Choque de los Dioses

1.6K 74 9
                                    

#######################################################

Kurama. Ese era el nombre que el viejo le había dado. El nombre se había perdido en el tiempo.

Kyuubi no Yoko, el Zorro Demonio de las Nueve Colas, ese era el nombre con el que los humanos lo habían llamado por siglos.

No culpaba a los humanos por llamarlo de esa manera. Suponía que se había ganado el nombre por todo lo que había hecho. La gente del viejo mundo lo llamaba un desastre natural, el cual aparecía de la nada para atacar áreas que habían estado alimentando los aspectos más oscuros de la naturaleza humana.

Estaban equivocados.

Kurama y sus hermanos se habían separado una vez que Hagoromo y Ashura murieran. Él había escogido honrar los deseos de su padre y continuar su trabajo durante su vida inmortal. Él era un ser de chakra puro, de energía pura. No envejecería, no se enfermaría y no podía tampoco ser asesinado. Y esto último es algo más que seguro, la gente había intentado matarlo cada vez que atacaba.

Los primeros años después de que Hagoromo muriera se dedicó simplemente a vagar por la tierra. Ashura estaba haciéndose cargo de todo. Pero cuando él también murió y sus descendientes no siguieron los deseos de su ancestro. Olvidaron su carga y las tareas que debían cargar por llevar su sangre.

Y así, por muchos siglos, Kurama intentó mantener a la humanidad en el camino que su padre les había dado. Incluso cuando los humanos olvidaron sus orígenes. Hagoromo les había dado el chakra para que la humanidad pudiera entenderse mejor, sin la necesidad de palabras.

Kurama vio como los humanos aprendieron a dominar el chakra. Cada generación seguía adelante, mejorando hasta que el regalo del chakra fuera usado para la guerra. La humanidad aprendió a fortalecer sus cuerpos y doblar a los elementos con tal facilidad que hasta a él lo sorprendía. Pero incluso los mejores no siguieron los deseos de su padre. El hombre podía doblar el chakra a su voluntad como si fuera papel.

Y así, Kurama se sintió obligado a terminarlo. Así que atacó con una furia imparable, cargando muerte a cada paso que daba. Atacó a la fuente del poder, destruyendo aldeas y borrando el conocimiento del chakra. Pero él no podía hacerlo solo. El mundo era demasiado vasto para que un solo ser lo lograra. Incluso para alguien como él.

Y por ello le pidió a sus hermanos ayuda. Patéticos, todos ellos. Declinaron su petición y se escondieron por todo el mundo, diciendo que lastimar a los humanos era en contra de lo que padre deseaba en primer lugar. Estúpidos hermanos, todos ellos. Así que Kurama siguió con su trabajo por muchos siglos.

Las centurias pasaron y la humanidad aun no aprendía. Se cansó de la falta de entendimiento de la humanidad y por ello se detuvo. Encontró una montaña y se hizo una madriguera, con el fin de descansar por unos años y quizás cuando despertara de nuevo, los humanos habrían aprendido algo.

¡Qué equivocado estaba!

Despertó, pero no por voluntad propia, sino por los humanos mismos. Shinobis, ninjas, era el nombre con el que se hacían llamar. Armados con espadas y otras armas tuvieron el valor de atacar en contra de algo como él. Estúpidos humanos, los aplastó a todos como los insectos que eran. ¡Qué bajo habían caído!

Todos llevaban una especie de protector en la frente. Noté el símbolo, pero lo descarté casi de inmediato. Solo después me daría cuenta de que era el símbolo de su aldea. Al menos habían aprendido algo, esos shinobis. Ahora si tan solo estuvieran juntos en la misma aldea como eran los deseos del viejo... todo habría terminado.

Del grupo atacante solo dos sobrevivieron. Ginkaku y Kinkaku de algunas forma habían logrado sobrevivir a mi poderoso chakra y consiguieron una versión degradada de mis habilidades. Los escupí y los dejé medio muertos en el suelo. Dejé su destino de los dioses y me alejé para encontrar otra madriguera.

LegadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora