Dos promesas y un pasado

2.9K 140 59
                                    

 -Creía que al final no vendrías-

Aquello era cierto, había quedado con Max en mi propia casa hacía cosa de media hora y al ver que no llegaba decidí meterme en la ducha. Motivo por el cual lo había recibido solo con una toalla rodeando a mi cintura. Estaba apoyado e el marco de la puerta, observando como aquel rubio de marrones ojos era incapaz de mirarme, se le notaba nervioso e indeciso quizás se estaba pensando el irse, pero no iba a dejarlo, de un fuerte tirón, agarré su mano y lo hice pasar a mí casa, cerrando la puerta a su vez. Mi mirada era seria, aunque de todos modos Max podía distinguir este tipo de seriedad: Necesitaba sexo. Sin decirle nada, hice que su espalda chocase contra la puerta por la cual lo había echo entrar, en menos de un segundo ya tenía a mis labios apoderándose de los suyos con hambre y voracidad.

-Espera... Alex, espera vamos a-a ha-hablar – Intentaba apartarme inútilmente, desviar su rostro para que dejase de besarle e incluso separarme de mi cuerpo, pero eso no le estaba funcionando. Colé una de mis piernas entre las suyas, rozando su intimidad varias veces hasta hacer que soltase un gemido de placer, a la vez que subía sus manos pro encima de su cabeza, inmovilizándolo pro completo – De verdad, es-estate quieto -

-Podemos hablar después, no hay prisa –

Antes de que pudiera decirme algo más introduje mi lengua en su boca, buscando con ansias la suya. Por mucha resistencia que opusiera al principio sabía que no tardaría demasiado tiempo en caer y reaccionar a mis caricias. Llevé mi mano libre al borde de sus pantalones, al mismo tiempo que me apegaba del todo a él, para luego subir mí mano por dentro de su camiseta, acariciando aquel torso que conocía tan bien, no tardé nada en llegar a uno de sus pezones, el cual ya estaba erecto. Sonreí apartándome de sus labios un momento.

-¿No decías que querías esperar? Um... Tu cuerpo es mucho más sincero y apacible que tu sentido común-

-No q-quiero hacerlo – Se quejó forcejando otra vez, pero sin ningún resultado, al fin y al cabo yo era más alto y más musculoso que él – Vine para ha-hablar -

- Y yo no dije que no lo haríamos... Pero antes – Mordí su cuello sacando un gemido sus labios entre abiertos – Quiero demostrarte que aún eres mio, cosa que pareces haber olvidado -

Mi voz sonó fría en lo último, lo cual había logrado estremecer a Max bastante, sabía que no estaba de broma y que mis acciones no serían finas. Sin dejar que asimilase lo que iba a pasar volví a restregar mi pierna contra su miembro, el cual comenzaba a despertarse. Mis labios seguían devorando la boca ajena y no tardó demasiado tiempo hasta que mi lengua, sin pedir paso invadió por completo la cavidad ajena. Las respiraciones y los jadeos iban en aumento conforme más me frotaba contra el cuerpo ajeno, Max se había rendido pro completo, así que respondía con ansias a aquel beso, mientras nos enzarzábamos en una pelea por ver quien tendría el control... Aunque jamás dejaría que ganase.

No supe cuando pero habíamos acabado tumbados en mi sofá, Max debajo y yo encima de él sin ropa, en algún momento desde la entrada hasta el salón, se debía de haber caído la toalla que rodeaba mi cintura, aunque no era la única prenda de ropa que había desaparecido puesto que la camiseta de Max ya no estaba. Christian tenía razón y necesitaba un buen polvo...

-¿Sigues enfadado? - Pregunté con la voz entrecortada mientras mordisqueaba su cuello, Max había girado su rostro para dejarme total acceso a él.

-Si - Gimió con ganas cuando mordí su yugular – Pero no puedo p-pensar e-en eso a-ahora – Hablaba de forma entre cortada.

-Mejor... Porque quiero que solo gimas –

Con una sonrisa cargada de deseo volvía juntar nuestros labios en un beso nada dulce, ambos queríamos seguir, llegar hasta el final y este juego de simples caricias no nos bastaba. Comencé a bajar por su cuerpo dejando varias marcas de mordidas y chupetones, aún no se me olvidaba la mirada de aquel tipo en la mañana, y no sabía como pero haría que viera mis marcas. Max se dejaba hacer envuelto en aquella ola de placer que le estaba proporcionando, hasta que al final llegué a sus pantalones.

El poder del SexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora