14. Tres tipos de citas

2.2K 106 84
                                    

-Alex...-

-¿Cuantas veces has gemido esta tarde mi nombre?- Me burlé.

Un avergonzado Max se tapó la cara mientras que Lucas comenzaba a lamer sus pezones, haberme encontrado de camino a Lucas había sido una suerte y nada más proponer hacer un trío aceptó encantado. Y aquí nos encontrábamos los tres, desnudos en la cama de los padres de Max dispuestos a tener una buena sesión de sexo.

-Alex eres horrible... Me dijiste que haríamos un trio pero solo dejas que nosotros dos nos toquemos y más es demasiado pasivo-

-Um... ¿Demasiado cachondo para esperar Lucas?-

Con una sonrisa ladina en mi rostro me levanté de la silla, la cual momentos antes había puesto para tener una buena perspectiva de los dos y comencé a quitarme mi ropa, al fin y al cabo era el único que quedaba con ropa. De forma lenta me acerqué a ellos dos, acariciando el trasero del pelinegro, tanteando con la yema de mi dedo su entrada y provocando de esta forma un suave gemido.

-Si queréis ponérmela dura... Vas os vale esforzaros más-

Ambos se miraron decididos y se pusieron a cuatro patas, justo delante del borde de la cama, agachando sus cabezas y, sin usar las manos comenzando a lamer mi miembro. Parecían apenas gatitos asustados, pues solo daban pequeñas lamidas, aunque eso estaba funcionando pues mi miembro comenzaba a despertar del todo comenzando a erguirse.

-No pensé que fuerais a tomar la iniciativa-

-Si fuéramos más parados no tendrías más de una vez sexo con nosotros- Se quejó, y con razón, Max.

-Cierto, cierto, um... Dos lenguas para mi solito-

Había pasado demasiado tiempo desde que hice un trío así que pensaba pasármelo bastante bien. Con cuidado lleve cada una de mis manos hacía las cabelleras ajenas, tironeando un poco de ellas y consiguiendo, que de esta forma, comenzaran a ir un poco más rápido. Sin que me lo esperase, Lucas introdujo por completo mi miembro en su boca, arrancándome un suave gemido de placer, con cuidado me recosté en la cama, indicando a Max que se acercase, cosa que hizo inmediatamente, poniendo su miembro delante de mis labios.

-¿An...sioso?-

-Tienes la mejor boca, y no concibo mejor cosa-

No iba a complacerlo inmediatamente como Lucas hacía conmigo, sino que prefería hacerlo sufrir. Agarré su miembro con una sola mano y lo comencé a masturbar lentamente mientras él solo cerraba los ojos por puro placer, no paso mucho rato hasta que mi lengua empezó a dar suaves lamidas, acompañando al vaivén de mi mano, lo cual me permitía notar aquellos pequeños espasmos de placer ajenos.

-Mierda Alex, tu lengua... Es demasiado buena- Intentó hablar entre jadeos entrecortados.

Tras introducir apenas la punta en mi boca, Max acabó semitumbado encima de mí, apoyando sus manos en la pared, al fin y al cabo su cuerpo ya había quedado bastante sensible por las atenciones de Lucas, con mi mano libre comencé a pellizcar sus pezones, arrancándole nuevos gemidos de placer, justo los mimos que yo me callaba.

-Solo juegas con Max...-

-¿Celoso? Vamos hay Alejandro para todos-

Había dejado de masturbar a Max para indicar al pelinegro que cambiase de posición, permitiéndome ahora total acceso a su trasero, sin pensarlo dos veces introduje dos dedos de lleno en este y los comencé a mover, mi recompensa no se hizo de esperar ya que este había aumentado el ritmo de las lamidas, notando como mi duro miembro entraba hasta la profundidad de su garganta.

-Yo... ah... Alex... Yo también los quiero dentro-

Como buena persona que era, dejé de pellizcar sus pezones, para llevar mi mano a su trasero repitiendo aquel proceso, pero alcanzando antes mayores gemidos, pues enseguida toqué aquel botón que tanto le gustaba.

El poder del SexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora