ENCUENTRO

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Me llamo Eric. Siempre fui un chico tímido y despreocupado. Nunca me ha faltado de nada y mis padres siempre han estado conmigo protegiéndome de lo que viniese, pero hoy vengo a contar una historia, la cual pasó hace un tiempo pero la sigo recordando con muchísimo cariño ya que fue el momento donde maduré. Las cosas que aprendí en aquel momento siempre estarán conmigo.

Era un 21 de noviembre. Era mi primer día como trabajador ya que tenía suficiente edad como para empezar a llevar dinero a casa, diecinueve años, bueno, más bien quería hacer algo por mi cuenta e independientemente. Me cogieron en una acogedora cafetería situada en el centro de mi ciudad. Estaba nervioso, siempre he sido muy patoso, todos me lo dicen, y una cafetería no es lugar para nadie torpe. Mi madre siempre me ha educado muy bien y algo fundamental era llegar temprano a los sitios y no hacer esperar. Esperé unos minutos en la puerta mientras me llevaba las manos a la boca para calentármelas una y otra vez. Al cabo de unos diez minutos, que se me hicieron eternos a causa del frío, apareció un hombre alto y robusto, de unos treinta años, con el pelo de un color anaranjado y un bigote frondoso del mismo color. Llevaba unas gafas minúsculas respecto a su cuerpo. Me pregunté si de verdad las necesitaba.

-¡Buenos días Eric! Siento la espera pero me alegra que seas puntual. ¡Bienvenido a mi cafetería el Golden Heart! -me dijo en un tono cálido y amable.

-Buenos días, señor.

-No te molestes muchacho, llámame Jake.

Entramos por la pequeña puerta de cristal y Jake giró un cartel para que fuera se viese la parte que rezaba "abierto". Me indicó donde estaba el delantal negro que debía ponerme, me enseñó la barra donde empezaría a trabajar, me dio una carta donde venía especificado cómo preparar cada tipo de café porque, por aquel entonces, yo no conocía más allá del café con leche. A los pocos minutos los clientes fueron entrando. Las mesas las atendía Jake y yo preparaba las bebidas, colocaba los pasteles en los platos y preparaba las bandejas para que Jake, siempre con una sonrisa, las llevase a las respectivas mesas. Todo iba bien. Pasaban las horas y la gente iba y venía conforme pasaba el tiempo. Y fue entonces cuando entró ella.

Aunque no lo veasWhere stories live. Discover now