CONOCIDOS

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Pasaron los días y Diane venía a la cafetería todos y cada uno de ellos. Siempre pedía lo mismo y siempre entraba de la misma manera, recorriendo los mismos pasos, con la misma sonrisa y las mismas gafas de sol. Yo siempre llegaba puntual y esperaba ansioso a verla entrar cada vez que la puerta del Golden Heart se abría.

Me acuerdo que llegó el quinto día desde la primera vez que la vi. Ella se sentó y sin necesidad de decirme nada yo ya le preparé su desayuno y se lo serví. 

-Oye, ¿cómo te llamas, nuevo?- dijo Diane. La miré pero no me miraba a mí, tenía la cabeza agachada mirando hacia su desayuno.

-¿Yo?- le pregunté inseguro.

-¿A quien se lo voy a preguntar sino a la persona que me sirve todas las mañanas el desayuno?

Me sonrojé ante tal obviedad.

-¡Claro! Que estúpido por mi parte, esto... me llamo Eric.

 "No puedes ser más patético" me regañé mentalmente. Diane levantó la cabeza y dirigió su sonrisa hacia el frente, donde yo me encontraba.

-Encantada de conocerte Eric, supongo que ya sabes como me llamo. Ya que nadie se suele sentar en la barra podrías darme algo de conversación.

Me sonrojé como nunca antes y mi corazón se aceleró. Me di la vuelta simulando que tenía que hacer otro café más. No podía dejar que me viese así.

-Claro, siempre estás aquí y yo... bueno, no creía que quisieras hablar conmigo.- le dije dándole la espalda.

Diane se quedó un momento callada. ¿Me estaría mirando? ¿Pensaría que no valgo nada? No tenía valor para mirarla. Seguí haciendo pedidos esperando a escuchar su voz.

-Tampoco te veía a ti muy convencido de querer hablar conmigo. Desde el primer momento que estuviste aquí, si te soy sincera, sentí algo extraño. Cómo si nos tuviésemos que conocer.-dijo ella y por el tono en el que lo dijo supuse que estaba sonriendo.

Llegué a pensar que me iba a desmayar del calor que sentía en mis mejillas. Se me secó la boca y no pude pronunciar palabra. Seguí preparando cafés y haciendo cualquier cosa que me evitara mirar a Diane. 

Al rato de estar en silencio ella insistió:

-Bueno, ¿alguna vez antes habías trabajado antes de camarero? Por la manera en la que tintinean las tazas cada vez que las sirves deduzco que no, siempre muy nervioso.

Sonreí, una chica muy observadora.

-La verdad es que nunca antes había trabajado -respondí- es mi primera vez de camarero tal y como has supuesto.

Diane rió y puedo jurar que fue la risa más bonita que había escuchado nunca. Se me escapó la sonrisa.

-Eric, creo que el destino nos tiene algo preparado.

Aunque no lo veasWhere stories live. Discover now