SUS OJOS

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El Golden Heart se convirtió en mi nuevo lugar favorito, aunque a decir verdad nunca antes tuve uno. Me acostaba pensando en las personas que habían pasado por allí durante el día, vidas tan diferentes, experiencias increíbles, charlas interminables... era un lugar tan entrañable por el amor y la felicidad que emanaban las personas que lo pisaban. Obviamente no podía dejar de pensar en la chica que hacía aquel lugar tan especial para mí, Diane. Tenía que conseguir que saliésemos fuera de aquella cafetería, conseguir que no nos separara una barra. Un día reuní valor para preguntarle si querría salir conmigo. Ese día Diane no apareció por la puerta de cristal y conforme pasaban las horas mis esperanzas desaparecían.

-Eric, -me llamó Jake algo serio- ¿te importaría quedarte hoy por la tarde tú sólo? Sé que no te sueles quedar las tardes pero hoy tengo que hacer unas cosas por temas familiares, además hoy no hay mucha gente y no creo que se llene mucho.

Si estuviese al menos Diane tendría una razón para quedarme.

-Claro Jake. Sin problema. Yo la cierro si quieres. -le contesté.

Me sonrió amablemente y me dejó las llaves del local, y se fue, y me quedé solo. Técnicamente no estaba solo, había como unos diez clientes a los que atender pero aquel día no me sentí acogido.

Seguían pasando horas y la cafetería se iba vaciando poco a poco. Se me estaban haciendo eternos los minutos allí dentro. Se fue el último cliente y me dispuse a limpiar las mesas cuando oí la puerta abrirse de nuevo. Ni si quiera me di la vuelta, esa mesa tenía que quedar impoluta, no podía dejar de pensar en el por qué Diane no había ido esa mañana a tomarse lo de siempre. ¿Pensaría que yo me estaba tomando demasiadas confianzas? Suspiré y me dirigí a la barra a dejar el trapo y me dispuse a encender la cafetera.

-¿Qué le pongo? -pregunté con desgana a la silueta que había sentada en frente mía.

-¿Aún no te lo has aprendido? -me respondió una voz que me aceleró el corazón.

-¡Diane! -exclamé mientras me fijaba en aquella mujer que se había sentado en el mismo sitio de siempre. Ahí estaba de nuevo con su pelo un poco revuelto y sus gafas de sol.- pensaba que hoy ya no vendrías.

-Siempre vendré. Por mi padre. Y por ti. -me dijo con la mirada hacia sus manos apoyadas en la barra.

Me puse rígido, me sonrojé y me di la vuelta hacia la cafetera. Le preparé lo de siempre pero ese día me temblaban las manos más de lo normal. No había nadie más en la cafetería, solos ella y yo al fin. Le dejé su café y su tostada delante y me apoyé en la barra, a pocos centímetros de ella.

-Bueno, -le dije intentando romper el silencio- ¿por qué no has venido esta mañana, si se puede saber?

-Cita con el médico. Todo bien, si ibas a preguntar.

Nos reímos y ella siguió bebiendo del café. Me quedé mirándola unos segundos, grabando en mi memoria su perfil con aquella luz de tarde que entraba por la puerta y las ventanas del Golden Heart, el nombre le hacía justicia.

-Me gustaría saber qué expresan tus ojos -le dije sin pensar.

Diane paró en medio del camino la taza que se estaba llevando a los labios y sonrió apretando la mandíbula.

Aunque no lo veasWhere stories live. Discover now